Una guerra mundial en pedazos

POR LEONARDO BOFF

El 29 de junio de este año 2022 se llevó a cabo la Cumbre de Madrid de los países que integran la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la que pertenece Estados Unidos como actor principal. La relación entre estos países europeos y Estados Unidos es de humillante subordinación.

En esta Cumbre se estableció un “Nuevo Compromiso Estratégico” que en cierto modo va más allá de los límites europeos y abarca todo el mundo. Para reforzar esta estrategia globalista, también estuvieron presentes Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Allí se declaró algo extremadamente peligroso y provocador como una posible tercera guerra mundial. Rusia se reafirmó como el enemigo directo y China como el enemigo potencial del mañana. La OTAN no solo es defensiva, se ha vuelto ofensiva.

Se ha introducido la perversa categoría del “enemigo”, al que hay que enfrentar y vencer. Esto nos lleva de vuelta al jurista nazi-fascista de Hitler, Carl Schmitt (1888-1985). En su trabajo bibliográfico El concepto de lo político (1932, Vozes 1992) dice: “la esencia de la existencia política de un pueblo es su capacidad para definir amigos y enemigos” (p. 76). Al definir al enemigo, combatirlo, “tratándolo como malo y feo y derrotándolo”, establece la identidad de un pueblo.

De nuevo Europa es víctima de su propio paradigma de la voluntad de poder y el poder como dominación sobre los demás, incluida la naturaleza y la vida. Este paradigma condujo a dos grandes guerras con 100 millones de víctimas solo en el siglo XX. Parece que nada ha aprendido de la historia y menos de la lección que el Covid-19 le está enseñando con dureza, porque cayó como un relámpago sobre el sistema y sus mantras.

Ahora se sabe que detrás de la guerra que tiene lugar en Ucrania hay una confrontación entre los EE.UU., Rusia/China sobre quién tiene el dominio geopolítico del mundo. Hasta ahora imperaba un mundo unipolar con el completo predominio de los EE.UU. a lo largo de la historia, a pesar de las derrotas sufridas en diversas intervenciones militares, siempre brutales y destructoras de culturas milenarias.

Nuestro maestro en geopolítica Luiz Alberto Moniz Bandeira (1935-2017) en su minucioso libro A desordem mundial: o espectro da total dominação (Civilização Brasileira, RJ 2016) señaló los tres mantras fundamentales del Pentágono y de la política exterior de EE.UU. a saber:

(1) un mundo, un imperio (EE.UU.);

(2) dominio de espectro completo: dominar todo el espectro de la realidad, en tierra, mar y aire con unas 800 bases militares distribuidas en todo el mundo;

(3) desestabilizar a todos los gobiernos de los países que resistan o se opongan a esta estrategia. Ya no a través de un golpe de Estado con tanquetas en las calles, sino mediante la difamación de la política, como el mundo de los sucios y corruptos, destrucción de la reputación de los líderes políticos y una articulación político-mediático-legal para sacar las cabezas que resisten.

Efectivamente esto ocurrió en Honduras, en Bolivia y en Brasil con el golpe de Estado de esta naturaleza contra Dilma Rousseff en 2016 y posteriormente con el injusto encarcelamiento de Lula. Ahora el “Nuevo Compromiso Estratégico” de la OTAN obedece a esta directriz, impuesta por EEUU, siendo válida para todos bajo el pretexto de la seguridad y estabilidad en el mundo.

Sucede que el imperio americano va a la deriva, por mucho que se siga apelando a su excepcionalidad y al “destino manifiesto” según el cual EE.UU. sería el nuevo pueblo de Dios que traerá democracia, libertad y derechos a las naciones (siempre entendido dentro del código capitalista). Sin embargo, Rusia se ha recuperado de la erosión del imperio soviético, se ha armado con poderosas armas nucleares y misiles inexpugnables, y está luchando por una posición fuerte en el proceso de globalización. China ha surgido con nuevos proyectos como la Ruta de la seda y como una potencia económica tan poderosa que pronto superará a Estados Unidos. Paralelamente, ha surgido el Sur Global, un grupo de países BRICS en el que participa Brasil. En otras palabras, ya no hay un mundo unipolar, sino multipolar.

Este hecho exaspera la arrogancia de los estadounidenses, especialmente de los supremacistas neoconservadores que afirman que es necesario continuar la guerra en Ucrania para sangrar y eventualmente acabar con Rusia y neutralizar a China para enfrentarla en una etapa posterior. De esta manera, se regresaría al mundo unipolar bajo el dominio de los EE.UU.

Aquí están los elementos que podrían conducir a una tercera guerra mundial, que sería suicida. El papa Francisco en su clara intuición ha dicho repetidamente que ya estamos en una “guerra mundial en pedazos”. Por eso, en un tono casi desesperado (pero siempre personalmente esperanzado) sostiene que “estamos todos en el mismo barco; o nos salvamos todos o nadie se salva” (Fratelli tutti n.32). Agrega enfáticamente que hay suficientes locos en el Pentágono y en Rusia que quieren esta guerra que podría acabar con la especie humana.

Se refuerza así el paradigma letal del dominus (señor y amo) de la modernidad y la alternativa del frater (hermano y hermana), propuesta por el papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti, inspirada en el mejor hombre de Occidente, Francisco de Asís, o se debilita. O fraternizamos todos entre nosotros y con la naturaleza, o estamos, en palabras del secretario de la ONU, Antonio Guterrez, “cavando nuestra propia tumba”.

¿Por qué se ha elegido la voluntad de poder sobre la voluntad de vivir de los pacifistas Albert Schweitzer, León Tolstoi y Mahatma Gandhi? ¿Por qué Europa, que ha producido tantos sabios y santos, eligió este camino que podría devastar todo el planeta hasta hacerlo inhabitable? ¿Ha tomado como guía el más peligroso de todos los arquetipos, según Carl Gustave Jung, el del poder, capaz de destruirnos a nosotros mismos?

Esto va más allá de los límites de la ciencia y la razón instrumental-analítica. Es el acto de fe que también representa una virtualidad presente en el proceso cosmogénico global.