Todos estamos locos…

POR OCTAVIO QUINTERO

El mundo está loco: se tilda a Maduro de izquierdista, y le atribuyen a su ideología el fracaso de su gestión como presidente de Venezuela…

Se tilda a Mauricio Macri de derechista, y su política económica: «de regreso al mundo» neoliberal, también es un fracaso en Argentina, tanto, que el país ha tenido que volver a “mendigar” recursos al FMI.

En Brasil se armó un complot político contra la izquierdista mandataria, Dilma Rousseff, y el promotor y primer beneficiario del entuerto, Michel Temer, anda más enredado que un bulto de anzuelos, con su popularidad por el suelo, descrito por la masa popular (que en Brasil es, o mais grande do mundo), como “el típico mayordomo de una película de terror”.

En Ecuador, el presidente (que tiene un nombre que le aplasta), Lenin Moreno, destituyó a dos ministros porque no le llevaron en 10 días la cabeza de Guacho, un hábil narcoterrorista que todo el aparato militar de Colombia (tierra, aire y mar) no tiene ni idea en qué rancho, de los miles que pueblan la desolada Costa Pacífica, se esconde…

Y el presidente de Colombia en franca guerra por todos los costados, viajero irredento, anda diciéndole al mundo que deja un país en paz: ¡Está loco!

En Perú, el grupo político del exdictador Fujimori, comandado por sus dos hijos, agarrados de las mechas una con otro, el uno apoyó en el Congreso la no destitución de PPK a condición de que liberara a su padre, y luego liberado, la una apoyó en el Congreso su destitución, que no alcanzó a darse porque el indigno se anticipó a renunciar.

En Nicaragua, una revolución de masas, parecida a la que llevó al poder a Daniel Ortega, ahora lo tiene contra las cuerdas.

La locura es patética en México, Panamá, Honduras y El Salvador; en Bolivia y Paraguay; en Chile y Uruguay; en Corea del Sur y Corea del Norte… En Francia y España; en Jordania e Israel, agarrados de las mechas por Jerusalén, donde el presidente Trump en persona preside el traslado de su embajada, como para que no quede duda de que se trata de una provocación…

En todas partes, mejor dicho, el mundo se retrata en ese verso del inmortal autor del himno del departamento colombiano de Antioquia (“Oh, libertad que perfumas, las montañas de mi tierra”…), Epifanio Mejía, que decía:

Todos estamos locos,

dice la loca,

qué verdad tan amarga,

dice su boca.

La diferencia es que ya no se trata de una hermosa estrofa en los labios de un poeta, sino de una macabra calentura que se ha apoderado del mundo…

Stephan Hawking tenía razón: “La humanidad está en riesgo y muchos de los peligros los hemos creado nosotros mismos”: el calentamiento global, los virus genéticamente modificados y una latente guerra nuclear.

Sí, nosotros mismos nos hemos dado una caterva de gobernantes, y clase política y empresarial que está acabando con el mundo.

Quizás, a pocas horas estemos, como Ricaurte en San Mateo, en átomos volando.

@oquinteroefe