Que entre el diablo y escoja entre Trump y Biden

POR RODRIGO BERNARDO ORTEGA                                     

La tormenta política en Estados Unidos no da respiro. De la actual contienda entre Joe Biden y Donald Trump se puede concluir sin ambages que ninguno de los dos políticos representa una figura impoluta de cara a las próximas elecciones.

Veamos algunos de los principales acontecimientos en las dos campañas durante el último año:

Durante gran parte del 2.019, los demócratas de la Cámara de Representantes, a la cabeza de Nancy Pelosi, intentaron un juicio político contra el presidente Donald Trump. En efecto, de acuerdo con la presidenta de la Cámara baja, habría elementos probatorios suficientes que demostrarían la responsabilidad de Trump en un caso de abuso de poder para beneficio personal «a expensas de la seguridad nacional». Aunque el ocupante de la Casa Blanca siempre negó la importancia de este suceso, la realidad es que se filtró una conversación suya con el presidente ucraniano, Volodomyr Zelensky. En el audio, Trump pide investigar a Hunter Biden, hijo del precandidato demócrata Joe Biden, por supuestas acciones de corrupción cuando hacía parte de la junta directiva de una empresa de gas en el país eslavo. Varios funcionarios del gobierno habrían participado en la argucia del presidente: Uno de ellos es el embajador de Estados Unidos en la Unión Europea, Gordon Sondland, quien manifestó la deferencia del presidente ucraniano para ayudar a Trump en la investigación en contra de Biden. Según testigos, Sondland le habría dicho al magnate-presidente que Zelensky «ama tu trasero y estaría dispuesto a hacer todo lo que tú pidas». Estas revelaciones son categóricas, toda vez que demuestran que sí existió un contubernio para enlodar la imagen de Biden. Además, se ha establecido que, a partir de julio de 2019, Estados Unidos congeló la ayuda militar a Ucrania sin aparente razón y, de acuerdo con los contendores del jefe de Estado norteamericano, esta estrategia fue utilizada por su gabinete para ejercer presión sobre las decisiones de su homólogo ucraniano. A pesar de todos los esfuerzos, el proceso de juicio político fue fácilmente descartado a causa de la ausencia de mayorías demócratas en el parlamento estadounidense, aunque el caso tuvo una notoria relevancia mediática y lo que el presidente quiso mostrar como un “invento de sus detractores políticos” se ha transformó en un evento de importancia nacional.

Empero, lo anterior no implica que su contendor, Joe Biden, sea un político honesto y sin errores. De hecho, el precandidato demócrata se colocó en el ojo del huracán por unas declaraciones en las cuales insultó a un votante llamándolo “maldito mentiroso”. En un mitin político, el candidato de 77 años no resistió la presión de un agricultor que cuestionó que su hijo Hunter estuviera trabajando en Ucrania mientras él era vicepresidente. En efecto, el hijo de BIden integraba el directorio de la empresa de gas Burisma, donde cobraba un salario de 50.000 dólares. Varios sectores de la prensa norteamericana cuestionaron si era correcto que Hunter asumiera ese cargo cuando su padre era el número dos de Barack Obama y trabajaba temas relacionados con el conflicto en el este de Ucrania. En otras palabras, si bien Donald Trump puso en riesgo la seguridad de su país bajo intereses personales, Joe Biden tiene rabo de paja. En efecto, el hecho de que la mayor parte de la atención mediática esté en el presidente, no resta importancia a un posible caso de corrupción que salpicaría al hijo del ex Vicepresidente demócrata. Aunque Hunter Biden se defendió diciendo que no realizó nada inapropiado, la realidad puede ser bien diferente. Si se acusa a Trump de utilizar su influencia para beneficio personal, ¿por qué no se usa el mismo racero para juzgar la actuación de Joe Biden quien protegió a su hijo de escándalos e impulsó su carrera en el país eslavo? No se trata, por supuesto, de defender las cuestionables acciones del actual presidente, pero sí de mostrar que las actuaciones de Biden fueron irregulares y también son censurables.

Sin embargo, los ataques más duros contra Biden quien, dicho sea de paso, está cercano a cumplir 50 años de labor política y más de 40 años en el Congreso, vinieron de parte de la precandidata demócrata, Kamala Harris, su posterior fórmula vicepresidencial, quien recordó dos manchas en la hoja de vida del político. La más reciente, las deportaciones de inmigrantes ilegales bajo el gobierno de Barack Obama. La segunda, la disposición que tuvo Biden para trabajar con segregacionistas en el Congreso de los Estados Unidos durante la década de 1970, hecho que habría podido afectar la participación de las minorías en los principales cargos políticos. Desnudando claramente qué, Joe Biden no significa una mejor opción que Donald Trump, ni mucho menos. Es un político tradicional que ha trabajado por sus intereses particulares y los de su familia como demostró el caso de su hijo Hunter en la empresa de gas ucraniana.

Después de estos hechos vino la pandemia que alteró de manera dramática el proceso electoral.

Comencemos por señalar que el apoyo de Obama y los Clinton a Biden solamente se dio como resultado de la pandemia, ya que antes su apoyo era tímido y casi inexistente, pero a raíz del imprescindible cambio en el proceso que significó esta nueva realidad mundial, decidieron hacer causa común para respaldar la agónica candidatura de Joe Biden, rescatándola de una segura derrota en los debates que nunca existieron y sacando de la manga del mago invisible, una fuerza que lo catapultó a la candidatura demócrata prácticamente sin esfuerzo alguno.

Es importante señalar el efecto teflón que ha recubierto la candidatura Biden, pues a pesar de las gravísimas acusaciones, demostradas con hechos contundentes, como por ejemplo sus mentiras flagrantes con respecto a su desempeño académico, plagios y derrame cerebral en su primer intento de candidatura demócrata por allá en el año 1.988, las cuales por cierto no han podido ser desmentidas y significaron su inmediato retiro de dicha competencia, no han tenido efecto alguno en las intenciones de voto de sus electores.

Ni siquiera sus constantes equivocaciones y dislates en las pocas entrevistas que ha concedido, como tampoco la escasa fuerza en sus discursos que anime a sus seguidores, no sólo por su evidente ausencia y coherencia en las ideas sino por los claros efectos de su avanzada edad, han logrado diezmar su ventaja en gran parte de las encuestas previas a la elección.

Y si este análisis sumamos los garrafales errores de Trump, no únicamente los comentados en nuestros artículos previos: Coronavirus e Imperios y Coronavirus y Globalización, sino su ceguera científica al rechazar por ejemplo el uso del tapabocas, terminando infectado él mismo y gran parte de su equipo de campaña y su desastrosa presentación en el primer y hasta ahora único debate, en el cual se comportó de manera deplorable, sin aclarar sus impuestos, alejando los votos indecisos de muchos mayores que no le perdonaron su actitud egoísta, innecesariamente ofensiva y continuas interrupciones a su rival; quien, a pesar de haberse desempeñado de manera bastante decepcionante, triunfó en todas las consultas posteriores al debate.

Como colofón, Trump ha enviado un mensaje equivocado a su nación al salir de paseo de su hospitalización, arriesgando su equipo de seguridad y mostrando una actitud imperial al retirarse el tapabocas de manera desafiante cuando regresó después de su corta estadía en el sanatorio.

El historial de Biden representa entonces su propia condena pues tiene una serie de inconsistencias que hacen pensar que no es en lo absoluto una mejor opción para liderar al primer poder del mundo. Es claro que durante su vicepresidencia, Biden favoreció y protegió a su hijo en la empresa de gas ucraniana Burisma con lo que podría constituirse un caso de tráfico de influencias. Por esa razón, el argumento de que Biden “está siendo objeto de una campaña de persecución por parte de Trump” no es del todo cierta, pues si bien el magnate-presidente cometió un error colosal al presionar al gobierno de Ucrania para obtener información, es posible que efectivamente Hunter Biden haya estado involucrado en acciones ilegales en ese país.

Finalmente, los constantes errores de Trump ya generaron la tormenta perfecta para que sea Biden quien comande la primera potencia imperial del mundo a partir de 2.021. Pero, que entre el diablo y escoja.