“PPK se va por corrupto y por inmoral”: Verónika Mendoza

Verónika Mendoza, líder del movimiento Nuevo Perú.

POR ANGÉLICA LAGOS CAMARGO /

El renunciado presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), deja al país sumido en una profunda crisis. La excandidata presidencial y líder del movimiento Nuevo Perú, propone una reforma que permita hacer elecciones generales.

Verónika Mendoza se convirtió en 2016 en la tercera candidata más votada en las elecciones de Perú. Hoy, la líder del movimiento izquierdista Nuevo Perú le pide al país respaldar una reforma constitucional que permita convocar a elecciones generales.

¿Cómo llegó el país a esta deriva política?

La transición de la dictadura fujimorista, en la que se intentaron algunas reformas, no logró su objetivo final. Hoy lo estamos pagando porque se mantuvieron las prácticas perversas de la mafia fujimontesinista. Hay que aclarar que esto no se trata sólo de Pedro Pablo Kuczynski (PPK), sino de toda la clase política tradicional que ha gobernado Perú.

Vuelve el país a las oscuras prácticas del fujimorismo: grabar videos, pago de sobornos, compra de votos… ¿Perú no aprendió nada en los últimos 18 años?

Es sintomático que, contrariamente a la transición del año 2000, en la que se logró encarcelar al expresidente Alberto Fujimori, hoy esta nueva transición se hace con el expresidente libre. Una señal dramática que constata que la mafia fujimontesinista subsiste y pretende seguir en la política de manera impune. Eso no se puede permitir. Esta crisis dolorosa que vive Perú tiene que ser un quiebre histórico, tenemos que aprovechar la oportunidad para replantear las nuevas reglas del juego.

¿Cómo cambiar males que están enquistados en la política?

Hemos planteado que cuando Martín Vizcarra asuma la Presidencia del Perú, este viernes 21 de marzo, se comprometa a cumplir tres tareas: un compromiso de lucha contra la corrupción para que todos los líderes políticos sean investigados hasta el final; tomar medidas de reactivación del empleo y la economía, porque la incapacidad de PPK nos deja en una crisis económica, y que plante una reforma política electoral para renovar la política, empezando por impedir que el dinero sucio siga entrando a las campañas y siga manoseando la democracia a su antojo.

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El Congreso debate si se aprueba la renuncia de PPK o lo destituyen. ¿Qué buscan con eso?

Más allá del tema procedimental, que establece que la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski es causal de destitución, es muy importante que quede claro que no se va porque es una víctima, como lo planteó en su mensaje de renuncia, en el que no pidió perdón ni aceptó sus culpas. PPK se va por corrupto y por inmoral. Ese es el fondo del asunto. No se trata de dar vuelta a la página y pretender que nada pasó y permitir que todo siga igual. Esta es una oportunidad histórica para cambiar las reglas de juego, para que no se repita el mismo escenario de corrupción, no sólo para Perú sino para la región.

Martín Vizcarra, vicepresidente, quien asume la Presidencia este viernes, ¿correrá la misma suerte que PPK?

En el momento actual, Vizcarra no tiene procesos por corrupción en curso. Sí hubo una crítica que suscribimos porque cuando era ministro de Transporte permitió el cambio de un contrato para un aeropuerto a una modalidad en la que el Estado ponía toda la inversión y la empresa se quedaba con las ganancias. Algo que sigue siendo cuestionable, pero que no le impide asumir la Presidencia.

¿Cuál es la principal tarea de Vizcarra?

Abrir un amplio proceso de diálogo democrático que permita a nuevas fuerzas políticas transitar hacia una nueva Constitución, a un nuevo pacto entre peruanos. Sentimos que el Estado fue capturado por las mafias, que la democracia está capturada por el poder del dinero y no sólo de Odebrecht. Tenemos más casos que ocurrieron con el aval de nuestra Constitución.

En la segunda vuelta presidencial usted invitó a votar por PPK. ¿Se arrepiente?

No, porque en ningún momento nos expresamos a favor de la propuesta del señor Kuczynski. Nuestro objetivo era cerrarle el paso a la mafia fujimontesinista y en aquel momento votar en blanco, como hubiéramos querido, significaba permitir que el poder quedara en manos de la mafia fujimorista. Eso habría sido nefasto para la democracia.

¿Por qué el Congreso no aprobó la vacancia presidencial en diciembre?

El movimiento Nuevo Perú no votó, se retiró del Parlamento, expresó su rechazo a lo que era para nosotros una voluntad del fujimorismo. Entonces lo que se pretendía no era sólo tomar el control del Gobierno, también se pretendía controlar el Tribunal Constitucional, e incluso el fujimorismo quería sancionar al fiscal general que investigaba a su líder, Keiko Fujimori. Esta vez las condiciones son distintas: hay pruebas concretas que demuestran una práctica permanente de corrupción y favorecimiento de sus empresas.

¿Cómo entender que el fujimorismo sea una fuerza tan grande en el país?

Lo que hemos visto en los últimos días reveló a los ojos de muchos ciudadanos, hasta hoy cegados, que el fujimorismo sigue usando prácticas mafiosas y delincuenciales, y no podemos permitir que sigan aferrándose al poder. Si reconocemos que estamos golpeados por esta crisis por no hacer lo suficiente para evitar que todo esto ocurriera, es un buen comienzo. Ahora tenemos que asumir ese error y dependerá de nosotros que el país supere la herencia fujimorista.

¿Existe la posibilidad de que algún Fujimori llegue a tener el poder nuevamente en Perú?

Las investigaciones a su líder, Keiko Fujimori, están avanzando y tenemos que estar muy atentos para garantizar la autonomía del sistema de justicia para que esto llegue hasta el final. Estamos conscientes del riesgo, a pesar de la pérdida de credibilidad de este movimiento por la rivalidad entre los dos hermanos (Kenji y Keiko). El desespero del fujimorismo por las investigaciones los puede llevar a avasallar las instituciones. Vizcarra tiene que hacer una firme defensa del sistema de justicia y debe estar muy vigilante.

¿Cómo ve el futuro del país?

Vizcarra tiene la tarea de recuperar un mínimo de credibilidad de las instituciones, y eso pasa principalmente por escuchar al pueblo peruano, por escuchar las demandas que ignoró PPK. Hubo amplias movilizaciones en su gobierno y él no atendió ningún problema. Vizcarra debe dejar claro que no gobernará para sus amigos sino para la gente. Debe comprometerse con una agenda concreta de cambio que todos tienen que respaldar, algo que siente las bases de una verdadera transformación a través de una transición democrática.

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Eso mismo intentó Valentín Paniagua, quien hizo la transición del fujimorismo, y mire lo que vive hoy el país.

Eso fue muy valioso en su momento, porque permitió encarcelar, mediante procesos judiciales reconocidos por la comunidad internacional, a los líderes políticos que le hicieron daño al país, incluido el dictador Fujimori, pero quedó a medias. No pudo implementar reformas profundas para cambiar las reglas de juego, que hoy siguen permitiendo que se actúe con la lógica del dinero, en la que la plata es la que lo decide todo y no el voto popular.

Hoy, PPK pasa a la historia y comienza otra época para Perú. ¿Cómo será eso?

Será un momento en el que las distintas fuerzas políticas, si están a la altura de la historia, se unan para reformar las reglas de juego. Si siguen aferrándose sólo a sus cargos y no para servir al país, el proceso no tendría ningún éxito. La única manera de superar todo esto en su verdadera dimensión es saber quién es quién en el país.

Un tema muy difícil con un Congreso controlado por el fujimorismo…

Este Congreso está viciando, no sólo porque una mayoría avasalladora, en vez de usar su responsabilidad para ayudar al pueblo, la utilizó para obstruir la justicia y hacerse de espacios de poder en otras instituciones del Estado. Además, la mayor parte de los representantes, salvo contadas excepciones, tiene a sus principales líderes y referentes procesados por corrupción y lavado de activos. La legitimidad actual del Congreso es ínfima, por eso es necesaria una convocatoria a una reforma electoral. Con este Congreso no se puede.

El Espectador, Bogotá.