Nuevo orden comunicacional para la revolución de las conciencias

POR FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

En el año de1976 la UNESCO advirtió importantes riesgos para la libertad de expresión y, sobre todo, para la participación equitativa de los pueblos en los medios de información y comunicación. Por eso creó una comisión internacional para el estudio de los problemas en la materia, apoyada por un grupo de intelectuales e investigadores de todo el mundo. Esa comisión entregó en febrero de 1980 el Informe MacBride: Un solo mundo, voces múltiples , concluido gracias al trabajo de Sean MacBride, Premio Nobel de la Paz y Premio Lenin de la Paz, y con la colaboración y aval de expertos y personalidades como Marshall McLuhan y Gabriel García Márquez. Todo lo cual sirvió de poco y nada cuando Ronald Reagan, en ese entonces presidente de los Estados Unidos, ordenó congelar y difamar el informe por todos los medios posibles.

Pero el Informe MacBride tiene vigencia plena, tanto más para quienes asumen la tarea de transformar las condiciones adversas que las élites imponen a los pueblos. En sus páginas, se advierte sobre los peligros que implica la monopolización mediática que hace posible que unos cuantos empresarios privados puedan enmudecer a millones de personas, imponiendo —a través de sus medios de comunicación— modos de opinar, pensar, comprar, divertirse y subordinarse a los intereses del mercado de la información, la comunicación y la cultura del capitalismo neoliberal. Son esas empresas monopólicas las que se han convertido en fuerzas supranacionales, constituidas incluso como fábricas de políticos y gobiernos que dejan a los pueblos en el desamparo, impulsando una agenda social, económica, educativa, tecnológica e ideológica al servicio de las minorías, más allá de todo el maquillaje mediático con el que buscan disfrazarlos. En México, los gobiernos neoliberales dieron suficientes pruebas de ello.

La lucha contra la manipulación mediática, por las ideas y la producción de sentidos, así como por los medios y modos de difundirlos, es hoy una de nuestras tareas fundamentales. Quehacer ineludible para todos y todas aquellas que apostamos por la Cuarta Transformación (4T) de México que lidera el presidente Andrés Manuel López Obrador, conscientes de que la batalla comunicacional es uno de los frentes de lucha que determina el actual escenario político, caracterizado por un proceso de transformación que, al mismo tiempo que modifica positivamente la vida de las mayorías, genera una reacción conservadora entre quienes al sentir en riesgo sus privilegios se atrincheran, se reconocen y contratacan por todos los medios disponibles, no importa si éstos atentan contra la verdad, la vida o la democracia. Ejemplos hay en la historia mexicana de los dos últimos siglos, y las dificultades enfrentadas por los gobiernos progresistas de América Latina de las últimas décadas también dan cuenta de ello.

«El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos», decía el filósofo y militante de izquierda Antonio Gramsci. Hoy uno de esos monstruos (de siete cabezas, como la Hidra de Lerna de la mitología griega), defensor colérico del neoliberalismo y de su sistema de explotación, corrupción y privilegios, son los medios de comunicación hegemónicos que atacan, calumnian y buscan debilitar a los gobiernos populares. Saber combatirlos, conocer sus entrañas, descifrar sus herramientas y anticipar sus movimientos es nuestra obligación militante, pues en ello se juega la revolución de las conciencias y en ésta la posibilidad de consolidar la transformación en marcha. De ahí la necesidad de este número de la Revista Conciencias. «Por un nuevo orden mundial de la información y la comunicación… Un solo mundo, voces múltiples», dice el título del Informe MacBride. Es su proclama. Para nosotros, es obligación política y humana.

@FBuenAbad 

Revista Conciencias, México.