Neoliberalismo y dominación social

POR ANA CASTELLANI

Para entender por qué unos suscriben a las ideas de otros que tienen intereses distintos e incluso perjudiciales a los propios, es interesante repasar el corpus de la doctrina neoliberal. Es la biblia de los tiempos que corren.

Difícilmente podamos entender los rasgos característicos de las sociedades occidentales actuales sin considerar los efectos que sobre ellas ha tenido la difusión de la ideología neoliberal. Como toda ideología que se convierte en dominante, este conjunto de ideas-fuerza opera a través de diversos mecanismos y canales moldeando conductas, valores y formas de percibir lo que nos rodea, impregnando el sentido común de las mayorías. Veamos estas cuestiones con más detalle. Las relaciones sociales no se dan en el vacío y tampoco se adecuan de forma exclusiva a las condiciones materiales que las sustentan. Precisamente para sostenerse en el tiempo, se van articulando en el marco de un sistema de valores que sirve de brújula para ir orientando acciones individuales y colectivas desde una mirada particular del pasado, el presente y el futuro. En un sentido general, las ideologías están definidas como sistemas de creencias sociales compartidas por grupos sociales específicos, en los que convergen imágenes, ideas, valores, mitos, que van construyendo un sistema de representaciones de lo social. Las ideologías de los sectores sociales dominantes buscan presentar sus propios intereses  y visiones del mundo como si fueran los intereses y visiones de todo el conjunto social, y es precisamente esta capacidad de hacer valer lo propio como lo de todos lo que les permite legitimar socialmente la posición social dominante que detentan como resultado de las relaciones asimétricas de producción y distribución.

El corpus de la hijueputez

Pero ¿cuáles son las ideas fuerza que el neoliberalismo, la ideología dominante de estos tiempos, han logrado instalar con éxito en la sociedad? ¿Cómo se fue dando ese proceso a nivel mundial? ¿A través de qué mecanismos logra operar discursivamente y qué actores juegan un rol clave en su difusión? La ideología neoliberal se asienta en una premisa fundamental de la cual se desprende un conjunto de ideas fuerza: la libertad individual es el principal valor a preservar. El objetivo final de toda sociedad es el de mantener la libertad de sus integrantes por encima de cualquier otro, especialmente por encima de la igualdad, que por lo general es el valor que se interpone para terminar cercenando esas libertades individuales. Como la base última de la libertad individual se encuentra en su aspecto económico, el funcionamiento del mercado sin restricciones constituye su principal garantía. En ese marco, el Estado adquiere un doble rol: por un lado, es un instrumento insustituible para preservar la libertad porque establece el significado de los derechos de propiedad y los garantiza; pero, paradójicamente, constituye a su principal amenaza, ya que la concentración de poder político en el Estado suele derivar en mayor intervención sobre el funcionamiento del mercado y sobre las libertades individuales básicas. De ahí la mirada tan negativa que sobre lo estatal y lo político presenta el neoliberalismo. Y en esa noción de paso, diluye e impugna los lazos sociales, las acciones colectivas, y resalta los atributos individuales como principales mecanismos de cambio. Surgida en plena expansión de los Estados de bienestar en el Occidente europeo de la segunda posguerra, esta particular forma de concebir a las personas, las sociedades, el Estado y sus múltiples relaciones fue tomando impulso hacia fines de los años 70 con la crisis del modelo de producción fordista, sus principales regulaciones institucionales y el avance de los procesos de financiarización de la economía. Durante los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en la década siguiente, este conjunto de ideas se plasmó en políticas públicas bien concretas que realizaron profundas transformaciones en las pautas de distribución del ingreso, el rol del Estado en la producción de bienes y servicios públicos y la orientación de los objetivos sociales de inclusión e igualdad. La crisis de los socialismos reales que se plasmó en la caída del Muro de Berlín y la debacle de la Unión Soviética generó las condiciones que posibilitaron la hegemonía del pensamiento neoliberal en otras latitudes y se consagrara como “único camino” al desarrollo la batería de medidas establecidas en el denominado Consenso de Washington: liberalización y desregulación de mercados, apertura comercial y financiera irrestricta y privatización de empresas públicas.

Neoliberalismo para todos

A pesar de las profundas transformaciones y las graves consecuencias sociales que vinieron de la mano con la aplicación de este recetario en América Latina y el Este europeo, las principales ideas del paradigma neoliberal lograron calar en gran parte de la población hasta convertirse en sentido común. De hecho, los procesos políticos de principios del siglo XXI que se dieron en Latinoamérica y que intentaron reparar los devastadores efectos socioeconómicos de la década neoliberal no lograron generar nuevas ideas fuerza sólidas que tuvieran capacidad de permear efectivamente el sentido común que el neoliberalismo había dejado arraigado en amplias capas de la población de ingresos medios. En este proceso de construcción de la hegemonía neoliberal hay actores que cumplieron un rol relevante: los medios de comunicación. Si bien no fueron los únicos, lograron ser muy efectivos en la difusión de las ideas fuerza del neoliberalismo con discursos y formas de presentación de “lo real” que recurrieron insistentemente a los mecanismos que señala Teun Van Dijk como los más importantes a la hora de entender la forma en que operan las ideologías: la legitimación/deslegitimación de las ideas; la unificación/fragmentación de las interpretaciones y la polarización/ reificación de los actores y procesos. Efectivamente, estos mecanismos actúan en espejo para construir sentido común, para presentar la ideología de los sectores sociales dominantes (la neoliberal en este caso) como la ideología general de la sociedad. Así se legitiman sus ideas y se deslegitiman las que las cuestionan; se presentan interpretaciones globalizantes que naturalizan las desigualdades y reivindican la necesidad de sostener las diferencias sociales; impugnan actores y prácticas que intentan contrarrestar esa mirada. Como toda ideología, el neoliberalismo no sólo cumple una función interpretativa brindando una mirada particular del mundo que se presenta como única posible, sino que además genera efectos performativos relevantes sobre las conductas sociales. Y horadar estos sentidos comunes es una tarea ineludible de cualquier coalición social que pretenda disputar con relativo éxito el gobierno del Estado para generar cambios significativos, ya que las ideologías son poderosas herramientas para legitimar situaciones de desigualdad y dominación, pero también para organizar resistencias y generar cambios sociales.

@AnaCastellani1

Revista Caras & Caretas, Buenos Aires.