“Mediante manipulación y disciplinamiento, el neoliberalismo ha promovido condensadores de odio para eliminar la política en América Latina”

Nora Merlin

POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ /

Entrevista con la psicoanalista y politóloga argentina Nora Merlin.

“El neoliberalismo ha generado una geopolítica del odio” que se puede palpar ahora mismo en América Latina con la puesta en marcha de dispositivos de poder que lograron elegir presidentes a personajes como Jair Bolsonaro en Brasil, a costa de la libertad del Luiz Inácio Lula da Silva; o a Mauricio Macri en Argentina para que saqueara el país; o se haya votado contra la implementación del proceso de paz en Colombia en 2016; y más recientemente, el golpe de Estado que la derecha boliviana secundada por Washington y la OEA le acaba de dar al mandatario legítimo Evo Morales Ayma.

Para esta investigadora y docente de la Universidad de Buenos Aires, el neoliberalismo mediante la manipulación y el disciplinamiento ha logrado en la región inocular odio y de esta manera tratar de justificar las vías de hecho, habida cuenta que lo que le interesa es obstaculizar los canales democráticos y así eliminar la política.

Autora de Populismo y Psicoanálisis; Colonización de la subjetividad. Los medios masivos en la época del biomercado; y Mentir y colonizar, Merlin además de ejercer el psicoanálisis es magíster en Ciencias Políticas, bajo la tutoría del filósofo y escritor argentino Ernesto Laclau.

Más de 30 años de concentración ilimitada y desregulada del poder por parte del modelo neoliberal en Latinoamérica ha producido la tragedia de convertir a los procesos democráticos de la región en sistemas totalitarios, explica esta investigadora social, comprometida con las experiencias emancipatorias y en estudiar estos agudos temas. Por esa razón la invitamos a dialogar con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net.

Colonizar la subjetividad

“Colonización y obediencia inconsciente en la subjetividad neoliberal”, fue el título de tu conferencia que brindaste recientemente en Bogotá, en la que el tema del odio constituye un elemento fundamental. Por qué no desarrollas esta idea…

En mis dos últimos libros, trabajo fundamentalmente dos categorías. Una es la colonización de la subjetividad, y la segunda es la obediencia inconsciente. La colonización de la subjetividad significa el trabajo o las operaciones que realiza el dispositivo de poder neoliberal sobre las mentes y los cuerpos, al punto de colonizar la subjetividad.

A qué llamo dispositivo de poder neoliberal: a las operaciones que realizan fundamentalmente los medios de comunicación que en el neoliberalismo son corporaciones, esto quiere decir discurso único, no hay pluralidad de voces, hay un totalitarismo económico, pero no solo económico, sino también simbólico, semiótico, comunicacional, es decir, como un totalitarismo de la palabra única, un totalitarismo de la normalidad, de lo que se debe decir o lo que se debe pensar, lo que se debe elegir; un condicionamiento, que va en contra de la calidad democrática, debilita las democracias porque limita el pensamiento libre, el pensamiento crítico, el derecho a la información, sobre eso se monta la posverdad. Es decir, si hay una sola palabra y no hay las suficientes regulaciones de la comunicación, o la pluralidad o la posibilidad de desacuerdo, entonces el poder es el dueño de los diccionarios.

Los medios de comunicación son la principal voz del poder, pero no solo son los medios sino también es la educación, la salud mental, ahí avanza la industria de los laboratorios, es la base de todo este avance. Hay una intención de medicalizar la subjetividad; cualquier angustia es medicalizada; ante cualquier angustia aparece el ataque de pánico; en los chicos hay epidemias de trastornos, están muchísimos medicalizados, un niño que se mueve mucho ya lo etiquetan con un trastorno. Es una situación complicada y esta colonización implica la manipulación. Ahí está el fundamento teórico; hay varios fundamentos, pero están las técnicas de autoayuda que tienen mucha eficacia, por ejemplo, pueden convencer que del individuo solo, surge la meritocracia, que eres el agente y el dueño de tu propia vida; eres libre de hacer lo que sea, de hacer lo que querés. Eso quiere decir que el individualismo, la libertad, así entendidos, son pilares del neoliberalismo y son sistemas políticos de manipulación.

Ahora, respecto de la obediencia insconsciente, la segunda categoría, tiene un antecedente en la Servidumbre voluntaria, que es un concepto que estudió un joven francés en 1550, Étienne de La Boétie, que se preguntaba cómo es que los muchos se someten al poder del rey; cómo los muchos se someten al uno.

La explicación que encontraba era un fundamento teológico, es decir el rey es el heredero de dios, recibe su poder. Después vinieron las revoluciones democráticas, aparentemente hubo avances, progresos aparentes, pero hoy estamos con el mismo obstáculo epistemológico que se planteaba De La Boétie; es decir, los muchos se someten al poder del uno, pero el poder real que ya no es el rey sino las corporaciones. Y estamos tratando con ciudadanos que se creen libres y sin embargo son esclavos modernos, el tú puedes tiene mucha más eficacia en la manipulación y la obediencia que el tú debes; es decir, el tú puedes es la subjetividad que empieza a exprimirse. Ya no se necesita tanto el capitalista que explota a una subjetividad proletaria y se queda con una parte, sino que la subjetividad se autoexplota a sí misma, cada uno es el gestor, el dueño de su propia vida y entonces como hay la cultura neoliberal se intenta organizar como una empresa con las mismas categorías de rendimiento ilimitado, de consumo, entonces nada de lo que haga la subjetividad alcanza, nadie da con la talla esperada, con lo cual se genera una subjetividad deprimida o culpable porque no se alcanzan nunca los rendimientos esperados.

Y dentro de ese contexto cómo surge el odio; el ascenso del odio como tú bien lo llamas…

Si el neoliberalismo es un sistema que no le conviene a la mayoría, porque sólo le es funcional a la élite financiera, porqué avanza globalmente. La condición para que avance globalmente es lograr el disciplinamiento subjetivo, lograr una subjetividad colonizada y obediente. Para ello hay técnicas de manipulación y de conseguir la obediencia. Las técnicas son el uso de ciertos afectos y ciertas pasiones, porque no hay un criterio racional. Son los casos, por ejemplo, en que votan en Colombia no a la paz, o porqué eligieron en Argentina a un presidente como Marcri, o en Brasil a Bolsonaro. Racionalmente no nos conviene a las sociedades estas situaciones, sin embargo, hay consenso en que se busca la manipulación a través de la culpa, del miedo, y a través del odio. Ahí llegamos al punto del odio.

El odio es una herencia teórica de la escuela alemana, es decir del nazismo, de la ideología nazi. Hay varias confluencias o puntos de contacto entre neoliberalismo y totalitarismo. Por eso creo que el neoliberalismo es incompatible con la democracia, porque algunos dicen bueno pero es un gobierno democrático, sí pero hay que reformular la democracia porque ya a esta altura de la civilización se rompió el pacto entre democracia y capitalismo.

Estamos de acuerdo en que la representación siempre falla, nunca representa a todos pero estamos en una crisis de representación en donde estas democracias neoliberales solamente representan a la élite financiera mundial y no a las grandes poblaciones, a la mayoría social. Entonces, creo que hay que volver a pactar la democracia porque, repito, es incompatible neoliberalismo y democracia.

Volviendo al odio, hay que decir que estos sistemas inconvenientes o desfavorables para la mayoría sólo son aplicables a través de la manipulación y el disciplinamiento.  Se manipula, por ejemplo, instalando odio.

Ahora, el odio es un problema porque es un afecto o una pasión que, según Freud, es expresión de la pulsión de muerte y opera en las subjetividades desintegrando.  O sea, no es casual que esté toda la cultura dividida, es decir ustedes en Colombia están muy divididos, en Argentina nos hicieron creer que había que estar divididos por una grieta, que eso no es el conflicto político.

El conflicto político es conflicto entre adversarios. Lo que intenta el neoliberalismo es rechazar la política, eliminar la política, decir que se acabaron las ideologías, como dijo Margaret Thatcher en los 90 o Francis Fukuyama. Se acabaron las ideologías, se acabó la historia y no hay alternativa, esta concepción fue la que triunfó. Empieza entonces una era que no es ideológica. Esto es una mentira porque no se puede no tener ideologías, todos tenemos ideología. Hay una transmisión de ideología neoliberal que rechaza la política. Qué se hace con el conflicto político en una ideología que rechaza la política, bueno, se transforma en odio, en odio al semejante.  De ahí surgen conductas racistas, xenófobas, etcétera.

“El odio es una herencia teórica de la escuela alemana, es decir del nazismo, de la ideología nazi. Hay varias confluencias o puntos de contacto entre neoliberalismo y totalitarismo. Por eso creo que el neoliberalismo es incompatible con la democracia, porque algunos dicen bueno pero es un gobierno democrático, sí pero hay que reformular la democracia porque ya a esta altura de la civilización se rompió el pacto entre democracia y capitalismo”

En conclusión, estamos ante una epidemia de la cultura que nos está enfermando a todos y por eso hay que terminar con este odio, hay que limitarlo de algún modo porque estamos habitando en una pedagogía del odio. El odio es un afecto impólitico, que va en contra de la comunidad.

Este no es un problema local, de un país, es un problema global, del mundo, el ascenso del odio. Casualmente estuve invitada a la Universidad Nacional de Colombia porque los psicoanalistas de Bogotá comenzaron a preguntarse por qué la gente votó no a la paz en 2016.

Ese es un tema que vamos a tocar más adelante, y no puedo dejar pasar lo que acabas de mencionar con los casos de Argentina con el odio (la grieta), Colombia con el rechazo del plebiscito por la paz, la irrupción de Bolsonaro con un discurso muy agresivo en Brasil, el golpe de Estado en Bolivia, en fin. Como bien lo señalas, es un fenómeno global y podríamos continuar señalando cómo los británicos votaron a favor del Brexit o la elección del mismo Donald Trump, generando toda una pedagogía política ensalzando el odio. En tu concepto, ¿el neoliberalismo ha generado una geopolítica del odio?

Sí, sin lugar a dudas. Una geopolítica del odio, son guerras de cuarta generación, estas, son guerras sicopolíticas.  Es decir, usan un arma poderosa que descubrieron que es la manipulación de afectos y sobre todo del odio.

En los golpes de Estado de los años 70 en toda la región, qué fue el Plan Cóndor para América Latina, era la estrategia utilizada por las Fuerzas Armadas, un poder visible, un poder claro. Esta estrategia neoliberal, global, es mucho más poderosa porque el poder es invisible. Es decir, se trata de un virus, es como las células neoplásticas que van invadiendo y tomando todos los aspectos de la cultura, los medios de comunicación, la justicia, la educación, la salud, hasta los gobiernos. Y hacen un trabajo, como decíamos, instalando el odio entre semejantes, en lugar de la política que significa la posibilidad de desacuerdo, de debate, de conflicto entre adversarios. Lo que hace el neoliberalismo es transformar ese conflicto en lucha a muerte entre enemigos.

Ahora, el poder del odio, es un poder que va por los WhatsApp, es un poder contagioso que produce fobia, produce inseguridades, miedos. Este odio es capaz de derrocar gobiernos como en el caso de Dilma o de Evo Morales, es capaz de ganar elecciones, de instalar un presidente como Bolsonaro con todo un relato xenófobo a través del miedo, porque el odio va de la mano del miedo, la inseguridad.  ¿Entonces la gente qué empieza a pedir?, mano dura, por ejemplo.

¿Y tú crees que en América Latina esta entronizado el odio en la política?

Yo creo que el odio es contrario a la política.

No, pero en América Latina, estos fenómenos que enuncias como por ejemplo la manera como ganó Macri en Argentina hace 4 años; los mecanismos utilizados para derrotar el plebiscito en Colombia; la confabulación para traicionar la Revolución Ciudadana en Ecuador de Rafael Correa; el plan para derrocar a Evo Morales; todos estos son hechos que se han logrado gracias a elementos como inocular odio, ¿no te parece? Por eso reformulo el interrogante: ¿tú crees que en América Latina ha calado el odio en la política?

Lo que creo es que el neoliberalismo es un sistema que quiere tomar a la cultura como un negocio, que viene para hacer negocios, no viene para resolver el bien de las mayorías y para ello utiliza las técnicas de los negocios, del marketing y todas las técnicas de la cibernética, intentando construir demandas desde arriba. Entonces, la gente comienza a pedir, por ejemplo, determinado candidato a través de una manipulación, esto no es a través del pensamiento racional, sino mediante el miedo, el odio, y se utilizan las mismas técnicas que no son las de la política sino que son las del marketing.

Es decir, se instala una marca, se instala un significante como por ejemplo corrupción, y es así cómo surge en los 90 el neoliberalismo. El neoliberalismo surge instalando algunos eslóganes como que los Estados son disfuncionales, son burocráticos, van en contra del desarrollo de los países y que lo mejor es la libertad, claro, el concepto que entienden ellos por libertad, en el sentido de que lleva a un individualismo extremo o la libertad de mercado. Después vinieron todos los populismos latinoamericanos, ya no cabía ese argumento de que los Estados son burocráticos o ineficientes, porque si algo no se puede decir de los populismos es que los Estados fueran ineficientes, puedes acusarlo de mucho, pero no de Estados ineficientes. Qué hicieron entonces, usaron el significante Estados corruptos, en toda Latinoamérica. Lo que estoy diciendo es que hay técnicas de imposición que están muy estudiadas. Por ejemplo, la palabra quiero un cambio, como se usó en Argentina, el eslogan Cambiemos, ahí la gente empieza a repetir con una retórica banal, automática, donde surge la identificación, es decir, todos tienen el mismo discurso que no es un discurso, es una palabra que se repite, que es automatizada y vacía de contenido. En Colombia dicen “castrochavismo”, la guerrilla es castrochavista, son palabras que se inventan, se instalan y se repiten a fuerza de identificación, terminan determinando la mayor parte de la subjetividad, todos repitiendo lo mismo, y todos no entienden lo que están diciendo.  Ahora, con el odio pasa lo mismo, es una estrategia de manipulación por esa vía también.

Hay otro elemento que tú lo analizas muy bien, que tiene que ver con el aprovechamiento del neoliberalismo del odio con la ignorancia. ¿Cómo explicas esa vinculación del odio con la ignorancia?

Sí, lo neoliberal, no es un plan económico solamente, sino que también es un plan de producción de subjetividad. Hay que recordar la frase famosa de Margaret Thatcher; el objetivo es el alma de las personas, la economía solo el método. Es decir que van por toda la subjetividad.

Los medios de comunicación son los principales agentes de producción ideológica neoliberal y es porque son la voz del poder en la utilización de la palabra. Ahora estos medios construyen cultura de masas. Entonces las masas son dispositivos que se basan sobre todo en dos mecanismos que son la idealización hacia el líder y lo identifican entre los miembros.

Freud decía que la hipnosis, la masa, y el enamoramiento tienen el mismo mecanismo; hay idealización e identificación y en el enamoramiento, explicaba, hay servidumbre amorosa hacia el objeto amado, pero se compensa con el ser amado.  En la masa solamente hay obediencia, hay servidumbre amorosa y no se compensa con nada.

La masa es el sistema social paradigma del neoliberalismo. Es un conjunto de unos, vamos a decir de uno, más uno, más uno, lo cual no es un verdadero lazo social porque en la masa las relaciones son de poder, de jerarquía y sometimiento, no hay un verdadero lazo social, es decir, hay un sujeto y los demás están en posición de objeto.

Ahora, hay algunas pasiones que surgen en la masa. Por ejemplo, y ahora vamos a lo que me decías de la ignorancia; una pasión es el odio porque es el cemento que cohesiona esa masa; el odio a un enemigo, en la actualidad son los adversarios políticos que se demonizan como condensadores de odio y a la vez hay otra pasión que es la ignorancia. Qué quiere decir esto; esta ignorancia no tiene que ver con formación universitaria, la educación o la inteligencia. De ningún modo. No se quiere saber nada sobre la diferencia, es decir, se rechaza lo que es distinto, y hay una posición de conservar las propias creencias.  Es un conservadurismo político.

“El conflicto político es conflicto entre adversarios. Lo que intenta el neoliberalismo es rechazar la política, eliminar la política, decir que se acabaron las ideologías, como dijo Margaret Thatcher en los 90 o Francis Fukuyama. Se acabaron las ideologías, se acabó la historia y no hay alternativa, esta concepción fue la que triunfó”

Es la búsqueda del asesinato del pensamiento crítico…

La ausencia del pensamiento crítico; eso es lo que es, esa es la posición de la masa, es la minoría de edad kantiana, es decir, es una subjetividad que se hace cargo del propio pensamiento y que está en posición de oveja, es llevada, conducida, es una posición de minoría, es una posición irresponsable de minoría de edad. Ahora, una cosa se articula con la otra; el odio va junto con una excepción más que es la de ser uno, es decir, ser uno, la uniformidad que se relaciona con las otras, se rechaza lo hetero, lo diferente, lo singular, se demoniza, se odia eso, se lo usa como chivo expiatorio. Al poder le sirven los enemigos, lo que ellos construyen como enemigos, porque el enemigo es una construcción del poder. En Argentina se quiso convertir al kirchnerismo en todos estos años como un condensador de odio, así como ustedes en Colombia tienen a los guerrilleros, o como Bolsonaro intentó con el feminismo en Brasil, o el Partido de los Trabajadores o Lula. Son, vamos a decir, condensadores de odio.

Tu estuviste como panelista en las jornadas Qué hacer con el odio, entre el 25 y 26 de septiembre en Bogotá, organizadas por la Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura de la Universidad Nacional y una colega tuya hizo una exposición interesante que tituló Un “no” odioso: el plebiscito, que se realizó en Colombia sobre la paz en 2016.  Respecto de lo sucedido en Colombia, en tu opinión, ¿ese resultado electoral del plebiscito fue básicamente originado por una cantidad de odio, de dispositivos de odio y de estrategias de odio que se desplegaron? ¿Podríamos entonces hablar del fin de la política?

Bueno, yo no creo que haya un fin de la política. Primero te agradezco la pregunta porque me permite a su vez agradecer la invitación que me hizo la Universidad Nacional de Colombia. Ese encuentro organizado por la Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura fue un acontecimiento verdaderamente muy importante, de mucha producción teórica y de mucha reflexión. Fue un encuentro de saberes, de articulaciones sobre un tema que sí que les preocupa mucho, porque la gente vinculada con esta Escuela de la Universidad Nacional estuvo muy conmovida con lo que pasó en el plebiscito en el sentido de que no es fácil procesar el resultado de una sociedad que vota por la continuación de la guerra, en definitiva se votó eso…

No es fácil procesar este fenómeno, pero allí se puede observar una postura por parte de las fuerzas reaccionarias y conservadoras de contrarrestar el debate político en búsqueda de darle nocaut a la política.  Ciertamente, no es el fin de la política, pero es tratar de cortar de tajo el debate político…

Ese es el objetivo y la intención, eso no quiere decir que suceda lo que ellos quieren que suceda. Te doy el caso de Argentina, por ejemplo, porque a veces sirve la política comparada. En mi país todos estos años de gobierno neoliberal lo que se intentó es construir una guerra en el tejido social, construyeron lo que ellos llamaron la grieta. Esto dividió, fueron cuatro años en que el poder estuvo militando el odio, sin embargo, el crimen no fue perfecto y esta vez triunfó la política en Argentina.  Es decir, vinieron a desmantelar el Estado y lo consiguieron, vinieron a desmantelar la política pero lo que consiguieron fue el efecto contrario.

¿Las fuerzas de derecha retardatarias en América Latina lo que buscan es desmantelar la política, dejar sin sentido la política?

Yo creo que sí, pero eso no quiere decir que lo consigan.

No, eso es otra cosa y no lo han podido conseguir…

No, no lo consiguen. En los años 70 pasó lo mismo, todo el Plan Cóndor intentaba hacer desaparecer lo que ellos llamaban subversión que eran las fuerzas de oposición, hubo 30 mil desaparecidos pero aun así no consiguieron erradicar la política. Entonces intentaron ir por otra vía que es las guerras invisibles, las guerras sicológicas, de manipulación de la subjetividad y volvemos otra vez al principio, porque son mucho más eficaces que el enemigo visible, intentan el consenso, el consenso que buscan es el rechazo de la política, es lo mismo.  Sí buscan esto, erradicar la política, porque la política es la única herramienta que tienen los pueblos para emanciparse, entonces por supuesto que quieren despolitizar o erradicar el pensamiento crítico, imponer una felicidad banal, felicidad estúpida en el consumo, bueno todo eso que ya sabemos.

“El neoliberalismo busca erradicar la política, porque la política es la única herramienta que tienen los pueblos para emanciparse, entonces por supuesto que quieren despolitizar o erradicar el pensamiento crítico, imponer una felicidad banal, felicidad estúpida en el consumo”

¿Qué te quedó de las reflexiones que se hicieron en este encuentro en la Universidad Nacional en Bogotá, respecto del resultado que hubo en el plebiscito de la paz en Colombia a partir de un dispositivo de odio? ¿Cuál es una conclusión general?

Son varias conclusiones las que yo me traje a Buenos Aires después de esa jornada de finales de septiembre. No es fácil asimilar que un proceso de paz sea socialmente contrario. Me parece que hay en toda Latinoamérica un odio que está muy cristalizado en la subjetividad, que es inconsciente, que opera dividiendo y que va en contra de la política. Es un odio que va en contra de la realización y la construcción de comunidad. Me parece que la batalla que hay que dar principalmente es cultural, porque hay que ir en contra de esa pedagogía del odio que se instaló y que se naturalizó. Eso significa producir afectos políticos, como por ejemplo, Eros tiene que ser un afecto político, es decir, tal como hicieron las Madres de Plaza de Mayo, tal como hacen los movimientos feministas, que incluyen el amor, la sexualidad, que incluyen las pasiones. Es un Eros político.

Eros quiere decir unidad, ligadura, establecimiento de vínculos, de lazos; y hoy es más necesario que nunca porque también estamos alienados a un ceño capitalista; el mundo se complejizó, se transformó en imagen virtual, de repente las democracias se convierten en simulacros en el sentido de que la virtualidad reemplaza la realidad y el territorio, estamos como alienados a signos, a emoticones, a binarismos. Entonces hay que apostar a Eros en el sentido del encuentro de cuerpos, de los lazos sociales, de la amistad, de las construcciones políticas, culturales, bueno, todo lo que vaya en contra de la pedagogía del odio. Este odio va en contra de la política que es lazo social, que son relaciones sociales. Lo que hay que hacer es una resistencia que no sea sacrificial, porque eso es darle de comer al poder, el poder se va a satisfacer con el sacrificio nuestro. Tiene que ser una militancia no sacrificial, una militancia que apunte al arte, a la creación, al pensamiento, a los lazos, a una cultura, una construcción de hegemonía distinta a la que propone el poder.

“En toda Latinoamérica hay un odio que está muy cristalizado en la subjetividad, que es inconsciente, que opera dividiendo y que va en contra de la política. Es un odio que va en contra de la realización y la construcción de comunidad”

Sí, un poco es la tesis de Chantal Mouffe de ver al adversario como enemigo. Una visión agonista de tratar los conflictos políticos no como el exterminio del adversario…

No como una guerra de todos contra todos, no como el hombre lobo del hombre, porque esta pedagogía del odio va en contra de la civilización dado que el capitalismo está en crisis y va a estallar, es tanatopolítica. Hay un prejuicio de los neoliberales que dicen que las pasiones son violentas. Las pasiones no son violentas, por el contrario, me parece que intentar reprimir las pasiones es lo violento. Afirman que las democracias civilizadas dejan afuera las pasiones.  No, no es cierto. Lo que hay que lograr es incluir las pasiones y debilitar el odio.

“La batalla que hay que dar principalmente es cultural, porque hay que ir en contra de esa pedagogía del odio que se instaló y que se naturalizó”

¿Estamos en presencia de una economía política de disposiciones afectivas que permiten la circulación, producción y reproducción de sentimientos en contextos particulares?

Sí, estoy completamente de acuerdo, estamos en presencia de una economía política y de una economía de afectos también, que apuntan al disciplinamiento.  Estos afectos reproducen cierto statu quo. Entonces el tema es cómo se produce el corte y este es todo el problema que tenemos los que trabajamos en teoría política. Las crisis del capitalismo favorecen al capitalismo, no es como pensaban los marxistas que las crisis en algún momento lo iban a debilitar y que íbamos a llegar a un mundo nuevo y distinto como si hubiese una teleología de la historia.

Lo que nos dimos cuenta es que las crisis del capitalismo reproducen las relaciones, aumentan la ganancia del propio capitalismo. No es por el lado de la crisis del capitalismo que se va a producir su salida, el tema es cómo se produce. También hay que buscar los pliegues en el capitalismo porque no todos los capitalismos son iguales; no es lo mismo un capitalismo financiero que solamente favorece a las corporaciones, que un capitalismo, una construcción populista dentro del capitalismo, que es nacional, popular, democrática, con apuestas al trabajo, a las mayorías, que le interesa escuchar la voluntad popular. Hay que encontrar los matices. No es lo mismo el neoliberalismo que un capitalismo keynesiano con Estados protectores.