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Como bien lo expresó el filósofo mexicano Fernando Buen Abad, los denominados “Papeles de Pandora” constituyen la “semiótica de la podredumbre”. En ellos efectivamente “está escrita la podredumbre del capitalismo y la injusticia contra pueblos enteros sometidos al pago de impuestos y deudas externas. Se revela el significado del desprecio burgués y su extorsión fiscal contra los débiles”.
Las revelaciones también dejan en evidencia la desfachatez y la doble moral de la dirigencia política latinoamericana que se ha enriquecido en la mayoría de los casos gracias a su corrupto proceder en el saqueo del erario y en el ya tradicional cobro de coimas a las grandes transnacionales que llegan a los países de la región a explotarlos de manera inmisericorde. Las reacciones cínicas de varios mandatarios o expresidentes al verse desnudados, así lo demuestra.
El detallado informe realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) con sede en Washington que implica a importantes figuras públicas del mundo en su afán por evadir impuestos y/o blanquear activos deja al descubierto cómo la globalización neoliberal facilita el establecimiento de compañías de papel que se registran en sitios de muy relajada vigilancia fiscal, en donde miles de millonarios ocultan partes sustanciales de sus fortunas, adquieren bienes inmuebles y mueven por todo el planeta una cantidad enorme de dinero; posiblemente, cientos de miles de millones de dólares, en muchos casos sin someter esos recursos a los controles fiscales, patrimoniales y administrativos de sus países de origen o residencia.
Si bien el hecho de depositar cuantiosos recursos en paraísos fiscales por medio de empresas “offshore” no es un constitutivo de delitos, sí es condición necesaria para cometerlos, como la defraudación fiscal y lavado de dinero.
Con este censurable procedimiento queda en evidencia que esconder fortunas en jurisdicciones fuera del lugar donde se genera esa cuestionable riqueza, persigue objetivos como enmascarar los dueños o evadir impuestos estatales que repercuten en el bienestar social, según opiniones de quienes consideran a las offshore en el limbo entre lo legal y lo moral.
Los problemas comienzan cuando esas sociedades y sus ganancias están deliberadamente disimuladas en jurisdicciones opacas, sin que hayan declarado su existencia a las autoridades donde el verdadero propietario tiene su residencia fiscal, como ocurre con los ejemplos de la investigación.
Peor aún, bajo esa capa de sombra se parapetan flujos de dinero ilícitos que abren la puerta al cohecho, el lavado de dinero, la evasión fiscal o la financiación del terrorismo, para lo cual se genera todo un esquema de sobornos como la que desarrolló la constructora brasileña Odebrecht, ampliamente conocida en varios países de América Latina por sus prácticas corruptas.
Pérdidas asombrosas por evasión fiscal en la región
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señaló que las pérdidas tributarias por la evasión tributaria con prácticas como la utilización de paraísos fiscales son asombrosas en la región, e insistió en revertir esta situación como condición necesaria para elevar los recursos públicos de las economías, avanzar en la recuperación de los países y en las metas de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
La evasión y la elusión tributaria se han convertido en importante tema de crítica dentro del modelo económico globalizado en el que se cuenta con un sistema de impuestos global que permite que las personas, legalmente, eviten pagar.
¿Por qué son nocivas estas prácticas?
De acuerdo con un estudio de 2019, el 10% del Producto Bruto Mundial se encuentra en sociedades offshore. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la institución propagandística del neoliberalismo a nivel global, la suma de dinero que alcanzan estas firmas de papel asciende a 11,3 billones de dólares.
Las empresas offshore son creadas en la mayoría de los casos por personas jurídicas o físicas en los llamados “paraísos fiscales”. Es decir Estados donde pagan menos o ningún impuesto en relación a sus países de origen. Esto provoca enormes pérdidas fiscales.
En el caso de América Latina, de acuerdo a una investigación de Tax Justice Project, una organización especializada en evasión fiscal, se pierden alrededor de 40 mil millones de dólares al año. El país que lidera es Brasil que sufre una evasión de 14.600 millones. En segundo lugar se ubica Colombia, con 11.600 millones, y tercero México, con 8.250 millones. Argentina aparece en el cuarto lugar con una pérdida total de 2.341 millones de dólares.
Según la misma organización, la evasión fiscal a nivel mundial es de 427.000 millones de dólares. Sobre ese total unos 245.000 millones se pierden por la evasión de corporaciones multinacionales que transfieren ganancias a paraísos fiscales. Los 182.000 millones restantes se explican por el ocultamiento de activos e ingresos no declarados.
El hacerse cliente de los despachos que suelen fundar y administrar empresas offshore en destinos remotos y poco accesibles a la fiscalización constituye una zona gris entre lo ilegal y lo indebido, y debe activar la alerta en las autoridades tanto nacionales como de la comunidad internacional para que investiguen al detalle las circunstancias en las que se empleó este procedimiento, así como el origen y el recorrido de los dineros involucrados para proceder conforme a derecho.
Por más que no haya un quebrantamiento de la ley en la realización de esta clase de operaciones financieras, no por ello dejan de ser bochornosas, habida cuenta que quien acude a ellas es porque quiere ocultar su fortuna, por lo general mal habida o no responder a las obligaciones tributarias en su respectivo país.
El cinismo de los dirigentes latinoamericanos
Era de esperarse la reacción cínica de los dirigentes latinoamericanos, tres de ellos mandatarios en ejercicio como los deslegitimados Sebastián Piñera de Chile; Guillermo Lasso de Ecuador; y Luis Abinader de República Dominicana, quienes salieron a tratar de responder y sin rubor alguno argumentaron que de ninguna manera han violado la ley de sus respectivos países al haber sacado dinero para esconderlo en paraísos fiscales.
Lo que muchos analistas y opinadores se interrogan es ¿cómo estos dirigentes políticos o exmandatarios han hecho tan fabulosas fortunas sin haber trabajado? He ahí la razón por la que buscan esconder lo que han logrado obtener gracias a su paso por la administración pública de sus respectivos países.
EE.UU., uno de los principales actores del mundo offshore
Esta investigación que ha copado los titulares de la prensa mundial desde el día que se publicó, el pasado domingo 3 de octubre, deja también al descubierto que Estados Unidos es uno de los principales actores de la estafa a los intereses nacionales que constituyen las offshore.
Las filtraciones muestran que más de una decena de estados norteamericanos como Dakota del Sur y Nevada, se han convertido en «líderes en el negocio de vender confidencialidad financiera».
Gracias a los Papeles de Pandora, así como a los Papeles de Panamá se deja al desnudo a los pesos pesados de la corrupción fiscal en el mundo y se evidencia una vez más que definitivamente la corrupción es el gran lubricante de un sistema criminal como el capitalista.