La vejez femenina, una desigualdad en el territorio de los cuerpos

POR SOFÍA MONCAYO SALAZAR /

“Hablar de envejecer en nuestra cultura es hablar de cuerpo; hablar del envejecer femenino es hablar de belleza” (Freixas, 2008, p.52).

La belleza es un tema agobiante para nuestra sociedad saturada de información; hoy, se consumen ideales que aspiran a ser replicados en los cuerpos. ¿Pero, qué sucede cuando los ideales de belleza no son compatibles con la edad? Ahí, “la edad aparece como un eje ordenador de las actividades cotidianas de nuestra sociedad” (Kravetz, 2013, p.1). De hecho, su aceptación y reconocimiento se construye por medio de las representaciones sociales; “las cuales son utilizadas por los sistemas de codificación e interpretación proporcionadas por la sociedad” (Jodolet, 1984, p.479). Entonces, la mayoría de las representaciones son expuestas por los medios de comunicación y construyen un miedo, un repudio al envejecer. De manera que, el propósito de esta reflexión es visibilizar una problemática en torno a las representaciones del envejecimiento ligado a la belleza y cómo ésta muestra desigualdades en el territorio de los cuerpos, alimenta el culto a la juventud para alienar a los cuerpos envejecidos y vende la idea que la única vejez digna es aquella que se oculta. Por tanto, se argumentará en este ensayo, cómo las representaciones sociales de la belleza han creado un miedo a envejecer, esparcido y comercializado por los medios de comunicación especialmente en la mujer adulta. Esto sustentado a partir de cómo las representaciones sociales del envejecimiento se construyen por medio de: el género, la industria cosmética/quirúrgica y la incidencia laboral.

Ahora bien, hoy en día la construcción de la vejez se elabora a partir de las experiencias, pero también de la información, los conocimientos, y los modelos de pensamiento que se reciben y transmiten a través de la tradición, la educación y la comunicación social (Jodolet,1984, p.473). Por ello, las construcciones sociales para el hombre y la mujer están diferenciadas a lo largo de la vida e incluso en la vejez. Así, esta tiene un significado diferente para las mujeres y para los hombres, puesto que “hay una mayor tolerancia social hacia los hombres viejos que hacia las mujeres viejas”. De ahí el doble estándar se refleja en frases como: “mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen” (Dulcey, 2015, p.317). Entonces, la asociación de que el cuerpo femenino envejecido no es atractivo, al no cumplir con el estándar del mercado, crea una construcción de un repudio y rechazo al envejecimiento, ligado a definir conceptos como la “paradoja de que si bien el cuerpo de las mujeres mayores es invisible (ya no se las ve), resulta, sin embargo, hipervisible (su cuerpo viejo es “todo” lo que se ve)” ( Freixas, 2008, p.52). Es así como surge una cultura obsesionada con la juventud; en la cual los signos físicos de envejecer son señal de un fracaso personal (Freixas, 2008, p.53). Además, surgen sistemas de comunicación que asignan significado para los bienes materiales, entretienen, educan y persuaden para que las personas compren productos y servicios (Arendt, 2014, p.74). De tal manera, la construcción diferencial de vejez entre hombre-mujer y el repudio del cuerpo femenino envejecido lleva a una mercantilización e imagen de evitar los signos del envejecimiento.

La creación del ideal de belleza genera en la mujer la “necesidad desesperada de ocultar la vejez” (a cirugías estéticas, a esconder canas y arrugas), en otras palabras, a ocultarse a sí mismas (Dulcey, 2015, p.431). De hecho, se crea un “discurso hegemónico que homogeniza la vejez, el cual es producido y reproducido constantemente por la sociedad, fundamentalmente a partir de los medios de comunicación masiva” (Kravetz, 2013, p.1). Se crea así la tal “lucha contra la vejez”, encontrada en productos como “las cremas antiages, las cuales venden el rejuvenecimiento y la revitalización como los principios a seguir para alcanzar el cuerpo hegemónico” (Kravetz, 2013, p.4). Así, el signo de un buen envejecimiento es la relación que se crea de la efectividad de estos objetos con los resultados del cuerpo deseado, ya que “el acto de representación es un acto de pensamiento por medio del cual un sujeto se relaciona con un objeto” (Jodolet, 1984, p.472). Incluso, se crea una representación en el consumo cosmético con una buena o feliz vejez, tal como en la propaganda de Cicatricure. En el comercial se utilizan discursos como el de la felicidad junto a una persona famosa (la actriz colombiana Maria Cecilia Botero) para respaldar la efectividad del producto. De ahí que se genere una cultura obsesionada con la belleza eterna. No obstante, está claro que solo ciertas mujeres pueden acceder a estos productos dada su capacidad económica. Sin ir más lejos, en el corto de “la gran belleza” se muestran las prácticas quirúrgicas que están ligadas a costos elevados; ligadas a un solo sector de mujeres como dice (Arendt, 2014, p.60): “los anunciantes modernos también dieron un paso más al promover a un tipo particular de mujer blanca de clase media como la mujer ideal”. Entonces, ¿qué sucede con el envejecimiento de las mujeres las cuales no lucen como la mujer blanca de clase media? ¿Dónde están las representaciones de las mujeres que no pueden o no quieren acceder a los procedimientos cosméticos y quirúrgicos?

Entonces, ¿qué sucede cuando las mujeres son discriminadas por cómo lucen de edad en otros sectores de la vida, como el trabajo? Judith Butler definió con el término ageism los estereotipos sistemáticos y discriminatorios contra las personas por el simple hecho de ser viejas” (Freixas, 1997, p.34). De hecho, éste es un fenómeno frecuente en las personas que llegan a una cierta edad y salen en busca de trabajo. Por el hecho de tener esa edad no son capaces de acceder a un ingreso económico necesario. Existe una “desigualdad económica entre los sexos. No se puede mirar la vejez de las mujeres sin tener en cuenta sus delirantes historias laborales y profesionales en las que el trabajo intermitente, el empleo a tiempo parcial, el trabajo clandestino” (Freixas, 2008, p.54). Estas consecuencias en la vejez son debido a que las mujeres sufrieron el peso de una sociedad con un esquema heteropatriarcal, dejando la “actividad representativa en la reproducción de los esquemas de pensamiento socialmente establecidos, de visiones estructuradas por ideologías dominantes” (Jodolet, 1984, p.480). Por ende, muchas mujeres están sobrerrepresentadas en ocupaciones mal pagadas; ocupan lugares de trabajo tradicionalmente femeninos, que se caracterizan por su bajo salario, cuyas consecuencias en la vejez son la pobreza y el acceso limitado a los beneficios de los servicios sociales y pensiones.

A manera de conclusión, este ensayo evidencia que las representaciones sociales dominantes del concepto del envejecimiento han creado espacios de desigualdad en los cuerpos, en especial el femenino; creando barreras en un desarrollo armonioso de una vejez. A causa de esto, los estándares de la vejez femenina han llevado a las mujeres a tener una relación conflictiva con su cuerpo, impidiendo amarse y reconocerse a sí mismas. Además, al no poder encontrar los cuerpos envejecidos atractivos, éstos son bombardeados por una comercialización de la anti-edad, que toma forma en las cremas y los procedimientos quirúrgicos como representaciones de objetos para sentirse socialmente aceptadas. Por último, es necesario como dice Anna Freixas (1991, p.53): “pasar de una cultura anti-edad, a la de una cultura pro-edad”.

Referencias

Arend, P. (2014). Gender & Pop Culture: A Text-Reader (Teaching Gender) (Edition Unstated ed.). Sense Publishers.

Freixas, A. (1991). Autopercepción del proceso de envejecimiento en la mujer entre 50 y 60 años. Anuario de Psicologia, 67–78. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2945269

Freixas, A. (1997). Envejecimiento y género: otras perspectivas necesarias. Envejecimiento y género: otras perspectivas necesarias, 31–42. https://www.researchgate.net/publication/39109301_Envejecimiento_y_genero_otras_perspectivas_necesarias

Freixas, A. (2008). La vida de las mujeres mayores a la luz de la investigación gerontológica feminista. La vida de las mujeres mayores a la luz de la investigación gerontológica feminista, 41–57. https://revistes.ub.edu/index.php/Anuario-psicologia/article/view/8393

Jodelet, D. (1986). La representación social: fenómenos, concepto y teoría. Paidos Project.

Ruiz, D. E. (2015). Envejecimiento y vejez: Categorias y conceptos (Spanish Edition) (1.a ed.). Envejecimiento y vejez. Categorías y conceptos.

Tatiana Kravetz (2013). La vejez y los nuevos roles de los viejos en la sociedad capitalista moderna. X Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

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