
POR DIEGO OTERO PRADA
Estamos frente a una insurrección popular que es la continuación de los levantamientos de 2019 que no pudieron culminar por la aparición de la pandemia del Covid-19, seguida por los levantamientos de los estudiantes en septiembre de 2020, que llevaron a muertes, heridos, gente que perdió un ojo, violaciones sexuales, encarcelamientos y saqueos, algunos realizados por las fuerzas de la policía, delincuentes comunes y paramilitares.
No voy a hablar de todas las injusticias, violaciones al derecho internacional, pobreza, desigualdad y otros hechos que muestran que estamos en frente de un régimen corrupto y mafioso. Quiero hacer un análisis de clase de lo que viene ocurriendo.
La lucha de clases existe
Hay una lucha de clases dura en Colombia. Contrario a lo que dicen muchos comentaristas de la derecha, liberales y aún gente progresista y de izquierda, la lucha de clases es algo objetivo, que no desaparecerá nunca a menos que se rompa con el sistema capitalista.
Yo me adhiero a lo que dicen estudiosos y analistas internacionales de que lo que hoy existe es una lucha de clases de arriba hacia abajo. Estamos ante la presencia de un Estado que es un instrumento del capital en su lucha contra el trabajo.
Muy actuales son los libros de Luciano Gallino, Finanzcapitalismo. La civiltá dei dinero in crisis (2111) y La lotta di clase dopo la lotta di clase (2012). Según Gallino, a partir de los años setenta la tasa de ganancia comenzó a bajar en los países industrializados, y el modelo se vio afectado por las reivindicaciones del movimiento obrero. Desde los años ochenta las clases dominantes comenzaron a llevar a cabo una lucha de clases desde arriba para recuperar el terreno perdido, atacando las ganancias logradas por los sindicatos. Según Gallino, la lucha de clases que había sido llevada desde abajo se sustituyó por una lucha llevada desde arriba para recuperar todo lo que habían perdido las clases dominantes.
Para Gallino, en la lucha de clases desde abajo el protagonista fue la clase obrera. Ahora la lucha de clases desde arriba está compuesta por una “clase”, sin confines nacionales, integrada por cuatro diferentes componentes. Estos son: a) individuos con más de un millón de dólares en activos financieros per cápita; b) exponentes del capitalismo familiar, los herederos de las familias que desde hace muchas generaciones encabezan grandes empresas privadas; c) altos gerentes de las corporaciones internacionales; y d) dirigentes o gerentes de diferentes tipos de inversores institucionales: bancos, fondos de pensiones, compañías de seguros, etc. Para Gallino esta clase capitalista transnacional contaba con alrededor de 16 millones de personas en 2010.
Esta clase transnacional dispone de un aparato ideológico para representar a nivel internacional sus propios intereses, integrado por la Cámara de Comercio Internacional con sede en París fundada en 1919, las conferencias Bildeberg convocadas cada año desde 1952, la Comisión Trilateral surgida en 1973 a iniciativa de David Rockefeller, el Foro Económico Mundial de Davos y el Consejo Mundial para el Desarrollo Sostenible. Yo les agregaría el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Comisión Europea, la más neoliberal de todos.
Otro punto que enfatiza Gallino es la transformación del sistema económico entre dos tipos de capitalismo: del capitalismo industrial, que se fundamentaba en la industria manufacturera, se pasó al finanzcapitalismo, que se centra en el sistema financiero.
Lo que caracteriza al capitalismo financiero es que se interesa por la especulación financiera más que por la producción de mercancías. Su fórmula es D1-D2, o sea, invierto dinero D1 para lograr más dinero D2, es decir, la producción de dinero por medio del dinero, la especulación financiera pura, el capital ficticio improductivo.
Las clases en Colombia
Aplicado a Colombia, el contexto es diferente porque aquí hay que contar con los grandes terratenientes, las llamadas clases emergentes provenientes del narco tráfico y el paramilitarismo, los grandes comerciantes, y toda una serie de clases delincuenciales que viven del contrabando, la corrupción, la minería ilegal, la droga y otras actividades ilícitas que están vinculadas con las clases dominantes.
En Colombia tenemos que las clases explotadoras y dominantes están integradas por los grandes dueños del sector financiero, los terratenientes, los grandes comerciantes e industriales, con su cuerpo de pistoleros (ejemplo Cali) y paramilitares para defenderlos a sangre y fuego. Como soporte ideológico se encuentran los intelectuales del sistema, los medios de comunicación televisivos como RCN, Caracol, CMI, Cablenoticias, Noticable, NTN24 y otros. Los medios impresos, El Tiempo, EL Espectador, Semana, El Colombiano, El País y muchos periódicos regionales. Los grandes medios son propiedad del capital financiero, representado por el grupo de Sarmiento Angulo, y corporativo como el de Ardila Lülle. En otras palabras, el capital es propietario de casi el cien por ciento de los medios de comunicación.
Enfrente están las clases explotadas, integradas por la clase trabajadora, que, aunque minoritaria, está al frente de las luchas, los obreros rurales, los pequeños y medianos campesinos, los jóvenes, los indígenas, los afros, las minorías sexuales, las mujeres progresistas, parte de la clase media, los artesanos, los desempleados, los pequeños comerciantes, los transportadores, los millones de informales, de pobres, los profesionales y los intelectuales progresistas y revolucionarios. Aún, hay personas pertenecientes a la clase media alta que están contra el régimen duquista-uribista-paramilitar-mafioso.
Una revuelta contra el capitalismo financiero
Tal como con las revueltas de mayo de 1968 en Francia, Italia, Alemania, de los jóvenes en México de 1968 masacrados por el régimen del corrupto Partido Revolucionario Institucional (PRI), de los movimientos en Chile de los últimos años, de la nueva izquierda estadunidense representada por Bernie Sanders, hoy en Colombia los jóvenes se han movilizado por millones contra el sistema.
El levantamiento colombiano de 2021 va dirigido contra el sistema, contra los partidos tradicionales, contra la corrupción, contra el militarismo, contra el capital financiero, el paramilitarismo, los medios de comunicación del sistema, contra el uribismo, está a favor de la paz, de las negociaciones con el ELN, es una insurrección que cubre muchas clases explotadas y con propuestas muy numerosas y amplias. En el fondo es una revuelta contra el capitalismo financiero y los terratenientes colombianos. Es un movimiento contra la élite, contra las “gentes de bien”.
Las consignas de los marchantes son muy dicientes. “Preferimos morir por la pandemia que morir de hambre”, “En un narcoestado ser ‘gente de bien’ es una vergüenza”, “Fuera Duque”, “Fuera Molano”, “Fuera Zapateiro”, “Elecciones ya”, “Hay que cerrar el Congreso”.
Van 32 días de insurrección y no parece que vaya a parar el movimiento. El gobierno de extrema derecha está utilizando una estrategia de dilación, de demorar toda posibilidad de negociación, de represión, esperando que la gente se canse y la gente de bien se imponga con sus desinformaciones y pistoleros.
La estrategia del gobierno es dilatar
La estrategia del gobierno es clara: estigmatizar al movimiento exagerando los casos de violencia, mucha de ella dirigida por las fuerzas policiales, los pistoleros y los paramilitares.
En los casos de violencia identificamos los siguientes autores.
* Primero, la delincuencia común que siempre aprovecha cualquier revuelta en Colombia y en el mundo para pescar en río revuelto;
* en segundo lugar, las fuerzas policiales vestidas de civil que incendian;
* en tercer lugar, pueden existir comandos especiales que roban establecimientos comerciales, disparan, queman buses y hasta CAIs;
* en cuarto lugar, la presencia a propósito de los escuadrones del ESMAD que saben que esto provoca a los manifestantes, especialmente a los jóvenes que los odian, y producen confrontaciones que dan lugar a violencia.;
*en quinto lugar, las fuerzas de pistoleros y paramilitares que sirven a las clases emergentes, de terratenientes y de mafiosos que viven en las ciudades, en barrios exclusivos de grandes mansiones con sus guardias armados;
* en sexto lugar, pueden existir grupos minoritarios del ELN y las disidencias;
* y, finalmente, en séptimo lugar, los mismos manifestantes, muchos de ellos con rabia y que realizan ciertos actos como quema de oficinas del sector financiero, derrumbe de estatuas, que son expresiones simbólicas de sus protestas.
Es decir, tenemos una mezcla super explosiva.
Para seguir derrotando al régimen hay que continuar la lucha, no se puede parar, no se le puede dar respiro a este sistema capitalista explotador. Los muchachos lo dicen en todos sus cánticos perfectamente: ¡Resistencia! Hay mucha desconfianza sobre ciertos elementos del Comité del Paro, de ciertas fuerzas que siempre han conciliado y terminan traicionado al movimiento, que acusan a los manifestantes por los bloqueos y piden que terminen.
Ninguna insurrección en el mundo ha sido pacífica. Podemos remontarnos hasta Roma y siempre el pueblo, cuando se ha levantado, no ha sido pacíficamente. Carlos Marx lo dijo muy bien: la violencia es la partera de la historia. Se habla del movimiento pacifista de Gandhi, pero este fue un movimiento pacifista muy activo. Bloqueaban las vías como en Colombia, pero en lugar de camiones se colocaba la gente acostada en el suelo. Otros ejemplos, la revolución francesa, las revoluciones de 1848 en toda Europa, la Comuna de París, la revolución rusa, la revolución mejicana, la revolución boliviana, la revolución cubana, la china, la vietnamita, la argelina, la de los Comuneros en Colombia, la de los incas en Perú.
Y en toda insurrección popular el sistema económico se para, es lo normal. En Colombia las ‘gentes de bien’ hablan de que han perdido 15 billones de pesos y le echan la culpa al paro, nunca al estado mafioso. Estas pérdidas no son nada con todo lo que han perdido millones de colombianos en 200 años de opresión oligárquica. Solamente, para hablar de los 3,6 millones de desempleados en la actualidad, por cada mes que pasa dejan de recibir por lo menos 10 billones de pesos.

Los bloqueos
Los bloqueos son un arma de cualquier protesta en el mundo. Ocurren en París, Madrid, Barcelona, Lima, Santiago de Chile, Caracas, Managua, Cleveland, New York, Washington, Hong Kong y ahora en Colombia.
Cuando salen manifestaciones en las calles hay bloqueo a la movilidad, pero en el mundo no salen las fuerzas policiales a disparar a los manifestantes, excepto en Colombia. Los chalecos amarillos manifestaron durante casi un año en París y otras ciudades de Francia, hubo destrozos en los Campos Elíseos, pero la policía no mató a nadie. Ni siquiera en Rusia y China esto ocurre.
Colombia es la excepción mundial junto con Birmania en que las fuerzas armadas disparan contra sus pueblos. Esas llamadas a la autoridad y el orden de los uribistas, la derecha en general, incluyendo al ultraconservador Vargas Lleras, y los liberales derechistas como Jaime Durán, Horacio José Serpa, Miguel Ángel Pinto y otros, las manifestaciones del silencio de las clases altas nunca mencionan los muertos, las mujeres violadas, los manifestantes que han perdido un ojo, los miles de heridos y los cientos de desaparecidos de los marchantes y bloqueadores.
Para la derecha uribista y la ‘gente de bien’, orden significa fuerza militar, represión y nada de hablar, conciliar o negociar. Estos verbos no existen para ellos, sino reprimir, matar, desaparecer. Solamente mencionan los dos muertos de policías y nada de lo que ocurre con las protestas opositoras, los 50 muertos de civiles, 38 que han perdido un ojo, 30 mujeres violadas, más de 2000 heridos y cerca de 200 desaparecido, los torturados y los amenazados, todo propio de un gobierno dictatorial y asesino.
Si los bloqueos continúan es porque el gobierno no quiere negociar nada. Si todo fuera pacífico el gobierno y la derecha se burlarían de las protestas y no pasaría nada. De ahí que la calle es esencial, como se dice “la calle manda”.
Estamos porque los transportadores y jóvenes que bloquee respeten al personal médico, dejen pasar alimentos, medicinas e insumos para la agricultura. Aún más, propondríamos cesar los bloqueos para ver si el régimen negocia, y mantenerlos como una alternativa por si el gobierno se burla. Sigámosle la cuerda al gobierno, para ver que ocurre. Cojámoslo en la trampa.
Debilidades y fortalezas
Para mi la principal debilidad es la falta de una unidad de que se quiere lograr, si cumplir una serie de reivindicaciones o lograr un cambio de régimen y de sistema socio económico. Los partidos alternativos no cumplen esta función porque no son revolucionarios, ni siquiera de izquierda, pues defienden el sistema capitalista que es el culpable de todo. Sus principales líderes y precandidatos presidenciales hablan de defender un capitalismo de rostro humano, que es una contradicción, especialmente hoy después de 40 años de neoliberalismo y de capitalismo financiero.
La fortaleza de la actual insurrección es su carácter anti sistémico, su nivel cada vez mayor de organización y de independencia, su fuerza en lo que piden, su nivel de resistencia, su constancia, su resiliencia, su aguante, su desconfianza del sistema y aún del Comité del Paro que muchos dicen no los representa.
Es la unión nunca vista en Colombia de tantas organizaciones sociales, de razas, de clases explotadas, su amplitud en todo el país en cerca de 800 municipios, su alegría, la utilización de todas las herramientas de comunicación como las redes sociales, blogs, periódicos locales e independientes, carteles, volantes, camisetas, banderas, el manejo de las culturas regionales, de la música, de la cultura en todas sus expresiones. Su horizontalidad, ya organizan asambleas populares, discusiones entre los manifestantes, cambio de opiniones, participación sin distinciones de ningún tipo, su espíritu democrático. Es una verdadera revolución democrática popular y antisistema.
Y el sistema tiene miedo, y está utilizando la militarización, la estigmatización, la exageración y las falsas informaciones para debilitar esta insurrección popular. Tratan de dar a entender que la insurrección es promovida desde el exterior, desde Rusia, Cuba, Venezuela, que es un complot internacional, inventan todo tipo de absurdos y mentiras, muy característico de la derecha en todo el mundo, ya que no tienen argumentos serios y valederos.
Si resisten los jóvenes, los explotados, las clases medias en camino hacia la extinción, los obreros, todo ese conjunto de gente que se vienen expresando desde el 28 de abril, si aguantan más de quince días el sistema no resiste, los propietarios quiebran y el régimen se verá obligado a negociar de verdad. Si no lo hace, si sigue con un baño de sangre, el país se derrumba. ¿Serán inteligentes las clases dominantes y escogen la negociación o un cambio de régimen para salvarse?