«Gobiernos no se atreven a poner tope al consumo de combustibles fósiles para enfrentar colapso climático por lo que se requiere un modelo de decrecimiento sostenible por el bien común»

Miguel Pajares

POR ELISENDA PALLARÉS /

El antropólogo español Miguel Pajares denuncia la hipocresía de las grandes corporaciones y varios gobiernos en el ensayo de reciente publicación ‘Bla-bla-bla. El mito del capitalismo ecológico’ (Rayo Verde).

Pajares (Palencia, 1950) es licenciado en Ciencias Biológicas y doctor en Antropología Social. También es presidente de honor de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado. Seguramente es esto último lo que más ha agudizado su empatía. Preocupado por la crisis climática y el sufrimiento que ya inflige, publicó Refugiados climáticos en 2020. Ahora, parafrasea a Greta Thunberg y en su nuevo ensayo denuncia la hipocresía de las grandes corporaciones y los gobiernos en un tema tan sensible y complejo como lo es la transición energética.

El autor señala que los ejecutivos no van en la dirección correcta para frenar el calentamiento global. La bibliografía en la que se apoya es tan extensa que la editorial la ha publicado en su página web. Las emisiones de gases de efecto invernadero crecieron un 6% en el 2021, por destacar un dato. Pajares señala que no debe verse a las energías renovables como sustitutas de los combustibles fósiles, que se necesita un cambio de modelo. Propone un decrecimiento sostenible por el bien común. Atiende esta entrevista en el centro de Barcelona, una ciudad de la que piensa que sí ha dado pasos en el camino correcto.

No hay compromiso para reducir emisiones de efecto invernadero

La Unión Europea tiene como objetivo reducir un 55 % las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 respecto a las del año 1990. ¿Cree que se conseguirá?

En el libro hago un repaso de todos los compromisos que se están asumiendo, tanto por los gobiernos como por las empresas, para resaltar que son muy llamativos y les dan mucha publicidad. Ahora mismo parece que los compromisos de los gobiernos europeos, de Estados Unidos y otros son muy fuertes. Además, las grandes corporaciones, una tras otra, se han ido sumando a los compromisos climáticos. Parecería que ya estamos en el buen camino, creo que mucha gente lo piensa así. Se oye que se destinan fondos Next Generation para la transición energética, se ve todo lo que se está invirtiendo en las renovables… Y también ven a las automovilistas que solo publicitan los coches eléctricos, aunque luego venden los otros.

Sin embargo, la sorpresa que tendremos en el 2030 es que no se habrán reducido las emisiones. No solo no se habrán reducido a la mitad, sino probablemente no se hayan reducido en absoluto o incluso hayan aumentado. Esto requiere una explicación. ¿Si hay tanto compromiso cómo es que no habrán reducido las emisiones? No lo digo yo, lo dice Naciones Unidas.

¿Cree que se están destinando el grueso de los fondos Next Generation a transformar los modelos productivos y favorecer la transición energética?

Una parte de los fondos se utiliza para la rehabilitación, la eficiencia energética, para poner placas solares en escuelas, etc. Pero el grueso de los fondos se lo están llevando las grandes corporaciones, entre ellas las de los combustibles fósiles, porque son las que están presentando los mayores proyectos de energía eólica, solar e hidrógeno. Los de energía solar y eólica se llevarán a cabo. Los de hidrógeno encierran una trampa mortal porque se va a emplear una cantidad de dinero enorme en algo que no va a dar resultado.

El hidrógeno no es un combustible alternativo

El hidrógeno requiere mucha energía, ¿por qué se invierte tantos recursos en él?

Los gobiernos no ponen topes al consumo de combustibles fósiles y como no hacen esto, tienen que hablar de un combustible alternativo que lo va a sustituir. Yo no trabajo analizando el rendimiento del hidrógeno, pero una de las cosas que cuento es que el hidrógeno aporta el 30 % de la energía que se ha gastado para producirlo. Solo ese dato ya muestra que no puede ser alternativa a nada. ¿A qué queremos dedicar la energía eólica y solar? Se debería utilizar para sustituir todos los procesos que están gastando combustibles fósiles y que puedan electrificarse. ¿Tenemos suficiente energía eléctrica para eso? No, no la tenemos. Por tanto, el hidrógeno no es un combustible alternativo, pero los gobiernos lo tienen que decir porque no se atreven a poner tope al consumo de combustibles fósiles. Ni en las COP [cumbres del clima] se habla de ello. A lo más que se ha llegado es a hablar del carbón. Limitar el petróleo y el gas es lo único que nos llevaría a reducir las emisiones.

Usted habla de «engaños de los compromisos climáticos». Uno de ellos es la captura de carbono. ¿Hay demasiado tecnoptimismo?

Mientras no reducen las emisiones, la perspectiva que dibujan es que las van a  capturar de la atmósfera. Entonces tenemos que invertir también en eso, aun a sabiendas que no funciona. Creo que los gobiernos no pueden ser tontos y estar tan carentes de los estudios que se hacen sobre el tema. Menciono a Robert Watson que fue presidente del IPCC, la máxima autoridad mundial del clima reconocida por los gobiernos, y dice que el cero neto «es una trampa para engañar al mundo». Es la incapacidad para hacer cosas reales que lleven a una reducción real de las emisiones lo que les está llevando a todo esto. Al final se capturará algo de carbono de la atmósfera por métodos tecnológicos, pero no será en 2030 y, además, se hará con un gran coste económico.

No se reducen las emisiones y, además, hay un mercado donde comprar derechos de emisiones. ¿Esto provoca una deslocalización de empresas?

Exacto. Bueno, es uno de los motivos, también se deslocalizan empresas para evitar impuestos y para pagar salarios más bajos. Pero sí, se puede comprar el derecho a emitir más gases a otros países.

«Las entidades financieras están muy apoyadas en los combustibles fósiles»

¿Se puede llevar a cabo la transición energética necesaria sin perjudicar los intereses corporativos de las petroleras y de las entidades financieras?

No. Las entidades financieras están muy apoyadas en los combustibles fósiles. El mundo está muy financiarizado. Los verdaderos dueños de las grandes empresas ahora son los bancos. Hablo de las petroleras, de las automovilísticas, de las agroindustriales. También explico en el libro lo importante que es la alimentación en la lucha contra el cambio climático por la agroindustria y la ganadería industrial. Estas empresas dependen de los bancos y de los grandes fondos de inversión. Si pones límites reales a estas empresas, a su volumen de negocio, que sería lo único que nos llevaría a reducir las emisiones, te estás enfrentando al sector financiero.

¿Qué gobierno quiere hacerlo? Muy pocos. En Latinoamérica han salido gobiernos que hacen cosas así, en Europa no. La experiencia más cercana a eso fue Syriza en Grecia, y el ataque por parte del sector financiero fue tan brutal que tuvieron que recular. Necesitamos gobiernos que estén dispuestos a enfrentarse al sector financiero.

Sin embargo, su ensayo denuncia que Canadá batió su récord de producción de petróleo en 2021. 

Sí. Además, lo produce con arenas bituminosas, que es un petróleo pesado muy contaminante y con una tasa muy alta de emisiones. También podemos hablar de Noruega, que destaca por sus políticas ‘verdes’, sus bicicletas y su movilidad, pero es uno de los mayores productores de petróleo mundial y ahora está incrementando esa producción. Cuando parecía que empezaban a entender que no había que buscar nuevos pozos en la zona ártica de Noruega, ahora se ha olvidado con la crisis de la guerra en Ucrania. El Reino Unido también quería destacar como campeón climático y, sin embargo, está haciendo lo mismo.

«Necesitamos gobiernos que estén dispuestos a enfrentarse al sector financiero»

También aborda la problemática de la minería. Cuenta que la extracción de litio y el uso intensivo del agua para la actividad minera está arruinando la agricultura en Argentina. ¿Cómo se puede conjugar la transición energética con no dañar los ecosistemas?

Son las paradojas de la transición energética. Una vez más, en el mundo rico quieren hacerse las cosas, buscar un nuevo desarrollo económico sobre otras fuentes energéticas, siempre a costa del mundo empobrecido. La energía eólica, la energía solar y las baterías –estas son las tres claves de la transición, ya que se necesitan baterías para almacenar las energías porque no funcionan de manera continua como pasa con una central eléctrica de carbón o una nuclear– requieren metales.

Habrá gente que cuando lea el libro esto le sorprenderá. Parece mentira que haya articulistas en los periódicos que digan que podemos tener toda la energía solar y eólica que queramos. No hay energía solar y eólica sin unos metales que son escasos.

La Agencia Internacional de la Energía dice que habría que multiplicar por 42 la producción actual de litio para no pasar de los 2 °C [de aumento de temperatura respecto a la era preindustrial]. Solo doblar la producción de litio supondrá unos daños medioambientales brutales. Y el litio necesita mucha agua. En Argentina, Bolivia y Chile se están secando los cultivos donde hay litio.

«Este modelo de transición energética lleva a una destrucción brutal del medioambiente»

El periodista Xavier Aldekoa nos explicaba hace unos días que los minerales como el cobalto son un lastre para el Congo.

Sí, también lo cuento en mi novela El legado. El Congo es uno de los países más pobres del mundo en renta per cápita y, sin embargo, es el país más rico en minerales. Los minerales empobrecen a estos países, pasa con el cobalto, con el zinc o con las tierras raras imprescindibles para los coches eléctricos. Los desastres medioambientales que provoca la minería de tierras raras en China son brutales. Pero no se quiere depender de China y se quiere desarrollar la minería aquí, como en Extremadura. Este modelo de transición energética lleva a una destrucción brutal del medioambiente.

Un estudio apunta que para tener la misma energía con renovables que tenemos con el petróleo, el carbón y el gas, se necesita dedicar la tercera parte de la superficie terrestre a la minería. Es espeluznante. Y, además, no es rentable; si los minerales están dispersos nadie los va a sacar.

Si no se puede sustituir el volumen de energía que producen los combustibles fósiles por el de las renovables, ¿es la reducción del consumo la única salida?

Esa es la principal conclusión. Al final, cuando ves todo lo que supondría la minería y que no es rentable, sólo hay una alternativa: reducir el consumo. Reducir el gasto energético sólo es posible si reducimos el consumo, nuestra principal huella de carbono está en las cosas que compramos.

Pero falta regulación para evitar, por ejemplo, que a una persona un seguro le dé un móvil nuevo en lugar de reparar el que ya ha comprado. ¿No?

Sí, al final todo nos lleva a lo mismo. Si queremos poner topes a la producción de determinados combustibles fósiles, automóviles y los objetos más contaminantes, necesitamos gobiernos que quieran hacerlo. Si queremos que la producción de cualquier objeto tenga unas reglas que digan que tiene que poder ser reparado, desensamblado, que queda prohibida la obsolescencia programada, necesitamos gobiernos que se enfrenten al sistema.

«Vivir consumiendo menos no significa vivir peor, significa vivir de otra manera»

Indica que si no se frena el crecimiento económico vamos a un aumento de temperatura de 3 °C. ¿Cree que la mayoría de la población entiende que decrecer no significa vivir peor sino sostener la vida?

Vivir consumiendo menos no significa vivir peor, significa vivir de otra manera. Acostumbrarse al transporte público, al consumo de proximidad, a hacer las vacaciones cerca y a coger el mínimo de vuelos necesarios. Para la gente que tenemos ingresos entre 1.000 y 3.000 euros al mes no supondría grandes cambios. Sí para la minoría de los superricos. El 10 % de la población mundial emite el 50 % de los gases de efecto invernadero. Es el consumo de la gente rica el que hay que atacar, aunque todos tenemos que cambiar.

Hay mucha gente que ya se organiza en comunidades que desarrollan la soberanía energética, alimentaria, etc., y eso es muy importante porque nos da una ciudadanía concienciada. Pero quiero resaltar que si no cambiamos los gobiernos, el sistema macroeconómico, no llegaremos. […]

«Es el consumo de la gente rica el que hay que atacar, aunque todos tenemos que cambiar»

En España estamos en año de elecciones. ¿Qué ciudades cree que van en el buen camino?

Sí. Es importante mantener ciertos gobiernos como el de Barcelona, el de Ada Colau. Habrá cometido errores, pero es un gobierno que tiene una apuesta clara por la transición ecológica y energética. Creó una empresa de energía nada más empezar, está haciendo las zonas peatonales, apostando por la bici. Lamentablemente, la oposición que tiene es brutal. Cada día leo La Vanguardia y la campaña contra ella es una cosa exagerada.

La gente debería saber que lo que nos estamos jugando es demasiado importante como para perder este tipo de gobiernos que van en la dirección correcta.

@EliPallares_

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