“Filosofía de la Renta Básica Universal radica en eliminar la pobreza material y posibilitar la participación social y cultural de cada individuo”: Daniel Raventós

Daniel Raventós

REVISTA MUGICA /

Desde España, en una entrevista exclusiva para Revista Mugica de Buenos Aires, el doctor en Ciencias Económicas y directivo de la plataforma web Sin Permiso, Daniel Raventós, brinda los principales fundamentos de lo que, considera, debe ser una propuesta progresista que tenga como eje la Renta Básica Universal (RBU).

Raventós, catedrático universitario catalán, es presidente de la internacional Red Renta Básica, connotado investigador social, es además profesor titular de áreas como Teoría Sociológica, Filosofía del Derecho y Metodología de las Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona.

Conferencista invitado tanto de universidades europeas como de América Latina y de organismos internacionales, es autor de numerosos ensayos y libros, entre los que se destacan: ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes. Renta básica contra la incertidumbre. Renta Básica Incondicional. Una propuesta de financiación racional y justa.  La renta básica en la era de las grandes desigualdades.

Renta Básica debe financiarse mediante una reforma fiscal que suponga una gran redistribución de la riqueza

Un elemento central de la Renta Básica (RB) es su condición de universal en sentido fuerte, esto es, para todos los ciudadanos y de manera incondicionada. ¿Por qué este tipo de renta sería más justa que una renta dirigida a sectores socioeconómicos desaventajados? Se lo pregunto porque intuitivamente no parecería del todo justo que el hombre más rico y el más pobre de un mismo país reciban la misma renta cuando evitando darle al más rico podría dársele el doble al más pobre.

La pregunta tiene una respuesta clara que voy a dar a continuación, pero antes es preciso decir que lo que a usted no le parece justo, en realidad nadie lo propone. Dice usted que no le parece justo que “el hombre más rico y el más pobre de un mismo país reciban la misma renta cuando evitando darle al más rico podría dársele el doble al más pobre”. No sería justo, efectivamente. En todo proyecto de financiación que en mi opinión valga la pena tener en cuenta, la RB debe financiarse mediante una reforma fiscal que suponga una gran redistribución de la renta de los más ricos al resto de la población. La confusión puede residir en equiparar el hecho de que la RB la recibe toda la población con la idea (errónea) de que todo el mundo gana. La recibe todo el mundo, pero no todo el mundo gana. Vayamos ahora a responder propiamente a la pregunta.

Los problemas asociados a la condicionalidad son diversos y su contraste con la RB son ilustrativos. Solamente voy a referirme a algunos: costos administrativos, trampa de la pobreza,  non-take-up y estigmatización.

Los costos administrativos. Los subsidios condicionados tienen unos costes de administración muy elevados. Esto es un viejo y conocido problema. Si se debe seleccionar quién “merece” y quién no un subsidio condicionado se debe controlar que las personas realmente encajen en el modelo condicionado. Costos inmensos en distintas vertientes, pero una es especialmente interesante: costos muy altos proporcionalmente a las pocas personas que perciben estos subsidios. La condicionalidad implica control, el control implica gastos de gestión y administración. La razón es muy conocida: se trata de controlar si la persona perceptora del subsidio condicionado cumple los requisitos legales y, no menos importante, si una vez que esta persona ha logrado sortear todas las condicionalidades burocráticas percibe el subsidio condicionado, sigue cumpliendo las condiciones que la continúan haciendo merecedora de la percepción. Control en el momento de conceder el subsidio y control posterior mientras se lo está percibiendo. Miles, decenas de miles, según la población y el lugar, de personas dedicadas a controlar la condicionalidad de los subsidios condicionados. Un monumento a la irracionalidad y a la ineficiencia. La RB no tendría costos derivados de la condicionalidad puesto que es incondicional y no se precisaría de un ejército de controladores para identificar quién debe y quién no debe recibir el subsidio condicionado. La recibiría toda la población, incondicionalmente. Pero los costes no solamente son para la administración, son también para los solicitantes. Aunque no formen parte de los costes administrativos, los sufren las personas que solicitan subsidios. A menudo deben desplazarse e incluso realizar algún viaje para acceder a las oficinas de prestaciones, esperar, hacer colas, rellenar formularios difíciles para determinadas personas. Y esto son costes no solamente económicos sino de tiempo: otro monumento a la irracionalidad.

La trampa de la pobreza. Este problema es muy grave. Cuando se es perceptor de un subsidio condicionado, existe un fuerte desincentivo a buscar y realizar trabajo remunerado, pues ello implica la pérdida total o parcial del subsidio. En claro contraste, la RB funciona como una base o un suelo, no como un techo: la realización de trabajo remunerado no implica la pérdida de la RB con lo que el desincentivo a la actividad desaparece. En 35 estados de EE.UU. la trampa de pobreza que surge de las ayudas condicionadas implica que las personas que reciben prestaciones en caso de aceptar un trabajo con un salario mínimo perderían dinero. Para evitar la trampa de la pobreza se han diseñado todo tipo de trucos, pero aunque puede mejorar algo determinadas situaciones, el problema de la trampa de la pobreza es intrínseco a la condicionalidad. La RB supera muy bien este grave problema de la trampa de la pobreza.

El non-take-up (NTU) o tasa de solicitud de prestaciones condicionadas: la fracción de las personas que no solicitan una prestación a pesar de cumplir todos los requisitos de elegibilidad y tener derecho, por tanto, a ser perceptores. Las proporciones de las personas que no solicitan las prestaciones son de unos porcentajes impresionantes, en algunos casos llega al 60%. Las razones son de distinto tipo: personales, de diseño del tipo de subsidio, de gestión, etc. Pero que un 60% de las personas potencialmente beneficiarias no pidan los subsidios condicionados es un grave problema. Para una RB no es necesario apuntar que el fenómeno del NTU desaparece.

Estigmatización. Esta lacra está asociada a los subsidios condicionados: la obligación a la que se enfrentan los candidatos a perceptores de tener que significarse, en las ventanillas de la administración, como “pobres” o como “enfermos” para no decir como directamente “culpables” de ser unos “fracasados” o “extremamente” pobres. Los subsidios condicionados comportan a menudo preguntas intrusivas, incluso sobre las relaciones personales más íntimas de las personas solicitantes, que pueden ser complementadas con controles de visitas en el domicilio. A veces la administración burocrática parece tratar a las personas solicitantes de los subsidios condicionados como si se tratase de delincuentes potenciales a punto de defraudar a la menor ocasión. Este trato, qué duda cabe, estigmatiza. La RB no estigmatiza por una razón muy evidente: la recibe toda la población del área geográfica que se implante. Se estigmatiza a colectivos sociales o personas determinadas, no se puede estigmatizar a toda la población. No hay nada estigmatizador por el hecho de recibir una RB que se otorga a todos los miembros de la sociedad.

La Renta Básica no es necesariamente una propuesta de izquierda. De hecho hay sectores de derecha que son parte de una tradición que va desde Friedman hasta Murray y que encuentra en ella la posibilidad de acabar con el Estado de Bienestar. ¿Cuál es la diferencia entre las propuestas de izquierda y de derecha respecto a la Renta Básica?

Las propuestas y apoyos de la RB provienen de posiciones políticas, académicas y sociales muy diversas. Algunos partidos de derechas y otros de izquierda han defendido en algún momento la RB en distintos lugares del mundo. Hay partidos que circunstancialmente coquetean con la RB y la defienden durante un tiempo. Una de las razones de la brevedad temporal de la defensa de la RB por parte de algunos partidos está en lo que podríamos establecer como “ley de la lejanía del poder” que puede ser anunciada así: la RB tiene más apoyos por parte de partidos políticos cuando más alejados están del poder. O también: la RB recibe menos apoyos cuando más cerca están los partidos del poder. A ello se refieren Van Parijs y Vanderborght cuando hablan del “apoyo barato” de algunos partidos a la RB cuando están muy lejos del poder. Y la falta de apoyo cuando están cerca.

Pero aún así, sigue siendo cierta la afirmación de que algunos partidos y académicos de derechas, así como otros de izquierda han defendido en el pasado o defienden en la actualidad la RB. Esta realidad ha comportado que algunas personas se hayan sentido perplejas ante lo que este “prodigio” supone: ¿derechas e izquierdas defienden algo tan especial como la RB de forma común? No, no hay tal prodigio. Las diferencias más importantes entre las propuestas de RB de derechas e izquierdas pueden agruparse en los siguientes ítems.

En cómo se financia la renta básica. O, lo que es lo mismo, qué parte de la población gana y qué parte pierde. Para las propuestas claras de izquierda, la financiación de la RB significa una reforma fiscal que suponga una redistribución de la renta de las decilas más ricas al resto de la población. La derecha pretende otros objetivos, no precisamente una redistribución de la renta de los más ricos al resto.

En las medidas de política económica que adicionalmente se proponen junto a la RB. La izquierda asume la defensa de la sanidad y la educación públicas, y en general, del Estado de bienestar. La derecha no. Los defensores de derechas pretenden desmantelar el Estado de bienestar (o lo que queda en algunos lugares del mismo) “a cambio” de la RB —sería el caso por ejemplo del que usted cita, Charles Murray (Milton Friedman no defendía una RB, defendía un impuesto negativo sobre la renta también a cambio de desmantelar el estado de bienestar), el economista que defiende la RB en las páginas del Wall Street Journal: el título de uno de sus libros, de 2006, es suficientemente explícito In Our Hands: A Plan to Replace Welfare State.—, persiguiendo sus clásicos objetivos de “adelgazamiento” del Estado —excepto la policía, el ejército y los tribunales de justicia, significativamente— y de reducción de la presión fiscal a los ricos. La izquierda no concibe la libertad de forma independiente de las condiciones materiales de existencia. Para la izquierda, una RB podría, y debería, ir acompañada de más y mejores servicios públicos. La Red Mundial de Renta Básica (BIEN por sus siglas en inglés) que fue fundada en 1986 y que ahora tiene secciones en todos los continentes, es clara en este aspecto, afirmando en una resolución aprobada en la Asamblea General de la BIEN en Seúl en 2016, que su versión de la RB es:

“estable en cantidad y frecuencia y lo suficientemente alta como para ser, en combinación con otros servicios sociales, parte de una estrategia política para eliminar la pobreza material y posibilitar la participación social y cultural de cada individuo. Nos oponemos a la sustitución de derechos o servicios sociales si esa sustitución empeora la situación de personas relativamente desfavorecidas, vulnerables o de ingresos bajos”.

Los defensores de izquierdas de la RB también entienden que aumentaría el poder de negociación de los trabajadores. Cuando la relación laboral es tan institucionalmente asimétrica aunque los contratos entre una multinacional o gran empresa y cualquier trabajador tomen legalmente a ambas partes como “iguales”, no es complicado ver cómo una RB mejoraría la posición de la parte más vulnerable, que al menos tendría un ingreso por encima o al menos igual al umbral de la pobreza sobre el que apoyarse. El aumento del poder de negociación de los trabajadores y de las mujeres que supondría la RB, según defiende la izquierda, no es admitido como bueno o deseable por la derecha. Adicionalmente, la derecha prefiere cantidades pequeñas de RB por debajo del umbral de la pobreza para “incentivar” el trabajo remunerado. Sobre el cada vez más desarrollado porcentaje de “trabajos de mierda”, como los catalogaba el recientemente fallecido David Graeber, la derecha es insensible a la cuestión puesto que justifica que siempre se han tenido que desarrollar trabajos desagradables y poco interesantes para hacer posible el crecimiento.

En la neutralidad del Estado. Para la derecha la neutralidad significa que el Estado no intervenga en las negociaciones y disputas de los distintos agentes y sectores sociales. Para la izquierda  significa que debe intervenir activamente para impedir que los grandes poderes privados, como las multinacionales gigantes, impongan su voluntad privada a los Estados, con el ataque a la libertad de la mayoría no rica que eso supone. Con una defensa de una renta máxima, por ejemplo. Un Estado republicano debe intervenir activamente para que la neutralidad sea un hecho, y no una superficial consigna de “equidistancia entre los distintos proyectos de buena vida”. Republicanamente, se presupone que el Estado deba ser equidistante entre las distintas concepciones de la buena vida, pero, cuando grandes poderes privados disponen de la capacidad de imponer a la ciudadanía su concepción privada del bien, cuando la constitución oligopólica de los mercados permite el secuestro del Estado por parte de los inmensos imperios privados, la neutralidad republicana significa intervención activa, no tolerancia pasiva y que gane el más fuerte.

En las medidas que deberían acompañar a una RB. La RB sería una medida propia de la esfera de la política económica, pero no es una “política económica” por sí sola, como ya se ha explicado. La diferencia entre las propuestas de izquierdas y de derechas también se hace evidente por la cantidad y tipo de medidas adicionales que éstas implican en el campo de la política económica. Por ejemplo, gravar con impuestos a los ricos para que éstos de hecho paguen la RB del resto de la población es inadmisible para la derecha. Para la izquierda republicana gravar de forma severa a las grandes fortunas sería una medida muy necesaria. El hecho de que tres personas en los Estados Unidos –Jeff Bezos, Bill Gates y Warren Buffett– poseían en 2017 más riqueza que la que tenía en conjunto la mitad más pobre del país es tout court inadmisible republicanamente.

¿Cómo se podría financiar un programa de Renta Básica? ¿Están pensando en algún tipo de impuesto progresivo en particular? ¿Acaso un impuesto sobre las grandes fortunas? 

Junto con Jordi Arcarons y Lluís Torrens llevamos años exponiendo con detalle algún modelo de financiación de una RB para el conjunto de la población del reino de España. Explicarlo aquí con detalle sería muy largo. Puede ver por ejemplo varios de los análisis ingresando al siguiente enlace: https://www.sinpermiso.info/textos/nuevos-modelos-para-financiar-una-renta-basica-incondicional-y-universal Lo que sí puedo es resumir los resultados. Es posible financiar una RB para todas las personas adultas que residen en el reino de España de 7.500 euros al año (cantidad que puede sufrir pequeñas modificaciones al alza o a la baja en el resultado final que estamos elaborando, pero que serían insignificantes) y del 20% a los menores de edad.

Para la financiación en España de esta RB, además de lo recaudado hasta ahora, es decir, sin tocar ni un euro de ninguna otra partida actual (sanidad y educación públicas no se tocarían, por si alguien tiene alguna duda) excepto las prestaciones monetarias que fueran redundantes con la RB, el dinero saldría de una reforma del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).

La gran mayoría de la población declarante actual en el IRPF y no declarante saldría ganando respecto a la situación actual. Solamente las decilas superiores perderían con la reforma propuesta. Un porcentaje cercano al 80% de la población situada en los niveles inferiores de renta por debajo del 20% más rico saldría ganando con la reforma. Quien realmente ganaría más de forma proporcional sería quien no tiene nada absolutamente: 7.500 euros anuales de RB que no quedarían sujetos al IRPF. Así que la reforma propuesta significa una gran redistribución de la renta de los sectores más ricos al resto de la población. Es decir, lo contrario de lo que se ha producido a lo largo de las últimas décadas, especialmente en los últimos años.

El índice de Gini pasaría de ser uno de los más desigualitarios de Europa a convertirse en uno de los más igualitarios del mundo.

Más allá de que la estructura y la presión impositiva varían en cada país, ¿han calculado cuánto más deberían aportar los sectores más aventajados para que el modelo sea sustentable?

En los modelos de financiación de una RB que anteriormente he resumido sus resultados, no se incluye una carga impositiva específica a las grandes fortunas. Si se implantase un impuesto del 10% a la decila de mayor riqueza de la población del reino de España (sin contar su vivienda de residencia por lujosa que fuera), podrían obtenerse más de 96.000 millones de euros. Exactamente sería aplicar un recargo al cruce de la decila de mayor patrimonio (riqueza) y de la decila de mayor renta, que según la Encuesta Financiera de las Familias del año 2014 acumula las nada despreciables cifras de más de 0,085 billones de euros de renta y de 0,96 billones de euros de patrimonio (descontando la vivienda habitual). La cantidad de 96.000 millones supone mucho más dinero que todas las pensiones de jubilación. Y solamente se trataría del 10%. Un 20% al 10% más rico patrimonialmente recaudaría claro está el doble, es decir, 192.000 millones. Aun así, este 10% de la población seguiría siendo rico en patrimonio, sin lugar a dudas. Otro ejemplo: también podría implantarse un impuesto según el nivel de riqueza, tal como propone Piketty en su último libro Capital e ideología: a quien disponga de 100 veces el patrimonio medio, se le aplicaría un tipo del 10%; a quien lo tenga de 1.000 veces, del 60%; a quien lo tenga de 10.000 veces, del 90%.

Hay otros recursos, claro está. Como por ejemplo los vergonzosos 11.000 millones que anualmente el Estado español, formal que no realmente laico, aporta a la iglesia Católica. En fin, posibilidades hay más de una, por supuesto.

En general, las perspectivas liberales afirman que las rentas o subsidios brindados por el Estado, sean universales o a través de una discriminación positiva, quitan incentivos y promueven valores poco encomiables para la vida en sociedad. Si la renta básica es ambiciosa y pretende garantizar vivienda, comida y ocio en el marco de un Estado de Bienestar que paralelamente garantiza salud, seguridad y educación, ¿qué tipo de incentivos de mayor productividad encontrarían los beneficiarios? 

Esta crítica es habitual. Con una RB la gente no trabajaría, acostumbran a decir algunos de sus críticos. Los experimentos realizados en distintos lugares del mundo a lo largo de los últimos años (en Namibia, India, Barcelona, Finlandia…) muestran que esta crítica no se basa en hechos sino en perjuicios. En cualquier caso, acostumbra a preocupar a algunos críticos de la RB que los pobres puedan “perder los incentivos” para buscar otras fuentes de renta, en cambio los ricos, por mucho dinero que tengan, parece que nunca pierden estos incentivos. O  bien los ricos son más virtuosos, o bien tienen un amor al trabajo superior al resto, o bien los pobres son unos viciosos, o bien unos vagos casigenéticos… pero lo que sirve para unos no sirve para otros, parece ser. Sabemos que precisamente en los experimentos mencionados las personas, liberadas de la angustia vital para encontrar un trabajo aunque sea de mierda, por utilizar una muy buena y académica expresión del ya mencionado David Graeber, trabajo que en ocasiones no se llegará a lograr, se consideran capaces de emprender actividades que sin la RB no se veían capacitados o con ánimos de emprenderlas. Curioso: las evidencias no corroboran que con una RB las personas sean menos activas laboral y económicamente. En realidad, tienden a serlo más. Pero para algunos críticos de la RB si la realidad les lleva la contraria, peor para la realidad. Manera poco científica de evaluar la realidad.

Revista Mugica, Buenos Aires.