El protagonismo de primer orden de EE.UU. en el magnicidio de Gaitán para consolidar su hegemonía en América Latina y fortalecerse ante la Guerra Fría

POR RAMÓN ALCIDES ÁVILA PERALTA /

Después que Harry S. Truman proclamara su doctrina el 12 de marzo de 1947, la suerte del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán quedó echada y explícito su asesinato. Comenzó a evolucionar después del anuncio de la ayuda militar a Grecia y Turquía, enfrascadas en una confrontación civil entre comunistas y los regímenes anti-soviéticos. Turquía presentaba una región estratégica para establecer bases de avanzada en el estrecho del Bósforo y los Dardanelos, similar a un canal oceánico con el fin de cerrar la navegación a los buques soviéticos ante un eventual ataque aéreo sobre territorio de la URSS, especialmente, contra los campos petrolíferos de Azerbaiyán según comunicó Winston Churchill en la carta dirigida al presidente de Turquía -Mustafa Ismet Inonu- fechada el 31 de enero de 1941:

“Nadie evitará tanto el desarrollo de la Unión Soviética, como la presencia de poderosas fuerzas de la marina y bombarderos británicos que, desde Turquía ataquen los campos petrolíferos de Bakú en Azerbaiyán.

Los soviéticos dependen del suministro del petróleo para su industria y la agricultura, el hambre hará estallar la crisis social y, el descontento la hará colapsar”. (Fuente: The Second World War, Vol.3: The Grad Alliance, 1950).

Stalin respondió ante la provocación con el anuncio de un programa militar en Panamá que permitiera influir en el control del canal. La declaración Soviética fue aprovechada por Estados Unidos para convocar una alianza continental anti-comunista, llamada irrazonablemente “Cold War” Guerra Fría– y no, Guerra anti-soviética.

La Doctrina Truman inauguró sus intervenciones en Cuba contra la Confederación de Trabajadores dirigida por Lázaro Peña, secretario general del Partido Comunista.

En Chile, el presidente Gabriel González Videla destituyó los ministros comunistas que colaboraban en su gobierno; en Brasil el presidente Gaspar Dutra ordenó el allanamiento de las instalaciones de la Unión de Jóvenes Comunistas, el cierre de 460 asociaciones juveniles y 187 centros culturales. Declaró ilegal a la Confederación de Trabajadores de Brasil y fuera de la ley al Partido Comunista.

En Venezuela se descubrió una conspiración de la CIA para asesinar al presidente Rómulo Betancourt; en Perú la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), fue declarada ilícita, sus dirigentes perseguidos y encarcelados.

A través del Departamento de Estado el gobierno de Truman convocó la Conferencia Interamericana en Rio de Janeiro con el propósito de aprobar el Tratado que unificaría los ejércitos de América. Aunque muchas naciones no asistieron a la convocatoria, el Tratado fue aprobado y abrió la brecha para que el gobierno estadounidense comenzara a enviar hacia América sus armamentos usados en la Tercera Guerra Mundial.

Brasil, Perú y Venezuela donde Estados Unidos ya había establecido regímenes de dictaduras militares, fueron los mayores compradores de armas.

Tercera Guerra Mundial. La historia debe re-escribirse

La Primera Guerra Mundial tuvo lugar en 1.492 cuando los imperios europeos invadieron el continente AbyaYala, causando el mayor exterminio de la historia. Ni siquiera el holocausto nazi junto con el holocausto de Hiroshima y Nagasaki, más el holocausto de Vietnam, pudo superar el pavoroso exterminio que aniquiló las grandes civilizaciones que habitaban en AbyaYala. Un conflicto bélico que involucró todas las naciones indígenas durante 300 años de resistencia heroica y guerrera.

A comienzo de 1948, la ofensiva anti-comunista era feroz e implacable: en Brasil se aprobó una ley que despojó del fuero parlamentario a 21 diputados y tres senadores, ocho gobernadores de Estados y 438 alcaldes, entre ellos, el de Brasilia, Rio de Janeiro y Salvador de Bahía. Luis Carlos Prestes, secretario general del Partido Comunista y organizador de la Alianza Nacional Libertadora (ANL) para combatir el fascismo y derrocar al presidente Getulio Vargas, junto con el senador Gervasio Acevedo fue detenido por la inteligencia estadounidense y enviado a prisión.

En Chile, el Tribunal de Justicia desaforó al senador Pablo Neruda bajo la acusación de traición a la patria y ordenó su detención. Los amigos de Neruda cada día lo trasladaban a casas distintas para evitar su arresto.

En Venezuela, la Junta Militar que derrocó al presidente Rómulo Gallegos, disolvió la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) mediante el decreto de 8 de mayo de 1950 y con ella 35 sindicatos, 9 uniones sindicales de primer grado. Todos los comunistas de sindicatos petroleros fueron expulsados. Mientras avanzaba la cruzada anti-comunista, Estados Unidos, bajo el encubierto lenguaje de “democracia” enviaba más armas hacia Centro y Sur América y, entrenaba soldados latinoamericanos en técnicas de guerra contrainsurgente bajo doctrina anti-comunista.

La IX Conferencia Panamericana convocada con la finalidad expresa de aprobar la declaración anti-comunista y la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA), en un país de régimen conservador como Colombia, donde la directiva del Partido Comunista con una militancia inferior a dos mil afiliados y, enfrascado en la concepción anti-marxista de Earl Browder, limitaba el avance del comunismo.

La confrontación ideológica produjo deserción de sus bases, pero las tesis del secretario general del Partido Comunista de Estados Unidos, William Z. Foster, sumada a la carta abierta del parlamentario francés Jacques Duclos a los comunistas de América, desenmascaró la tesis de Browder desarrollada para servir a los planes de posguerra del imperialismo yanqui. Y contribuyó a realinear al Partido Comunista de toda América.

Sin embargo, Estados Unidos confiaba en que la IX Conferencia Panamericana lograría aprobar la declaración anti-comunista.

La delegación colombiana presidida por Carlos Lozano y Lozano, dejó claro que Colombia no votaría afirmativamente esa declaración anti-democrática: “El panamericanismo no tiene nada que ver con la guerra de ideologías, las tendencias ideológicas en las democracias deben coexistir. Colombia es un país de libertades, respetuoso de su fuero constitucional y celoso guardián de los principios democráticos”.

Abelardo Forero Benavides, miembro de la Comisión Sexta del Senado encargado de los asuntos políticos, reafirmó enfático la intervención de Lozano y Lozano: “Colombia no puede aceptar ningún acuerdo internacional contra un partido cualquiera que él sea, que implique un recorte de las garantías constitucionales establecidas en la carta y que venga a limitar el uso de las libertades por ella garantizada, la verdadera democracia se expresa en la libertad ideológica, expresar libremente las ideas y el pensamiento, lo opuesto a la democracia es el autoritarismo”.

Con varios meses de anticipación el gobierno estadounidense había enviado agentes del FBI y de la CIA a Bogotá con misión de investigar sobre la estabilidad política y prevenir un inexistente atentado contra su delegación.

Días previos a la IX Conferencia, la prensa estadounidense hizo circular la propaganda “descubierta” por la CIA, sobre actividades de sabotajes del comunismo contra la IX Conferencia. Afirmaba la propaganda de Estados Unidos que la URSS había financiado operaciones terroristas para efectuar atentados contra las delegaciones. La propaganda sucia buscaba crear un clima hostil y de zozobra con el propósito de favorecer la aprobación de la declaración anti-comunista propuesta por Estados Unidos.

En víspera del 9 de abril, la IX Conferencia Panamericana que debatía las tesis a fondo enfrentada a varias delegaciones, entre ellas, la delegación colombiana, ya Jorge Eliecer Gaitán, jefe único del liberalismo, había roto los acuerdos sobre Unión Nacional con el presidente Mariano Ospina Pérez, pero había aprobado la participación de delegados liberales a dicha Conferencia.

“Esta observación incidental tiene el mérito de señalar la poca conveniencia que tenía el comunismo de atentar contra la vida de los delegados liberales gaitanista y, contra el mismo Gaitán en quien, a sus condiciones de líder popular de izquierda y a su entrañable vinculación afectiva a las masas, le sumaba su influencia decisiva en la oposición de la delegación colombiana frente a la declaración anti-comunista”. (Fuente: Botero L. Iván. El Asesinato de Gaitán y la Operación X, Análisis Especial de un Crimen del Imperialismo).

La premonición de Marshall

General George Marshall (1880-1959).

Días antes del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, el general George C. Marshall, jefe de la delegación estadounidense, sin vacilación afirmó premonitoriamente la muerte del líder liberal colombiano, víctima de un plan terrorista de los comunistas. La sospechosa declaración de un asesinato anticipado, tenía implícita conocer la reacción de las masas, su indicador de rebeldía para lograr que la declaración anti-comunista se aprobara en la IX Asamblea Panamericana.

El temerario anuncio del general Marshall tenía antecedentes históricos: el 9 de abril de 1948, la revista americana U.S. News and World Report, dio a conocer en horas de la mañana, el siniestro informe sobre la operación X del FBI, ideada después que Harry S. Truman ordenara dos ataques nucleares contra Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945.

“La estrategia no es promover revueltas y asesinatos en territorio soviético. El dinero puede servir para financiar periódicos anticomunistas o para comprar enemigos de Rusia. Para pagar servicios de periodistas que difundan lo que nosotros queremos que la gente oiga. Los Fondos Secretos de los Estados Unidos se necesitan para la operación, el Congreso americano aprobó 30 millones de dólares para financiar una escuela de preparación en Washington y en el exterior para el desarrollo de la operación X, a fin de que pueda actuar dentro de la cortina de hierro con tácticas similares a las empleadas por la Oficina de Servicios Estratégicos durante la guerra. Esta escuela enseñará los métodos violentos, incluyendo el asesinato en caso necesario para recuperar las zonas controladas por el comunismo y, financiar movimientos clandestinos en Estados satélites de Rusia…Bajo este plan, agentes formados en la doctrina y dirección americana combatirían la violencia comunista con la violencia. El asesinato de líderes será la estrategia clave de la operación X para perseguir el comunismo donde quiera que represente amenaza real o potencial contra la política de los Estados Unidos de América”. (Fuente: Revista U.S. News and World Report. 9 de abril de 1948).

A principio de 1948, desde el Teatro Municipal de Bogotá, con aforo lleno cien por cien, Jorge Eliecer Gaitán habló sobre los avances económicos y logros del sistema socialista en la Unión Soviética, e hizo una crítica severa a la política armamentista de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, un grupo de diputados comunistas y liberales gaitanistas realizaban una manifestación contra el imperialismo norteamericano.

Políticamente Gaitán, si no había logrado crear una transformación de conciencia, las masas populares le seguían con entusiasmo, era la figura más relevante de la escena política y social, representaba el cambio y la vida digna de los colombianos, lo que tenía en jaque al Partido Conservador y al oficialismo liberal reaccionario. Durante los primeros días del mes de abril de 1948, los diputados gaitanistas convencidos del futuro triunfo electoral llamaban a las masas:

“…Invitamos a los liberales y comunistas a estar listos a la orden de marchar hacia el Palacio de la Carrera”. Confiaban en la victoria electoral de Gaitán como líder político elocuente y seductor, pero el Departamento de Estado lo consideraba amenaza de su política exterior y la oligarquía criolla veía amenazado sus privilegios pactados entre conservadores y liberales oficialistas para prolongar el régimen hasta el año 2000, según afirmaba el ministro de Educación Nacional, Joaquín Estrada Monsalve, quiene junto a Gilberto Álzate Avendaño, fundaron el movimiento de tendencia fascista, “Acción Nacionalista Popular” con la consigna: “el comunismo en Colombia no tiene lugar; el comunismo se detiene aquí”.

Esta última consigna copiada por Acción Nacionalista Popular, fue estampada desde la post-guerra por las Fuerzas de desembarco aéreo de Estados Unidos: “Communism stops here”.

La creciente fuerza de masas animadas ante las expectativas cifradas en Gaitán orientadas hacia la izquierda, se interponía a los planes políticos y anti-comunista del imperialismo inglés-americano.

Para Estados Unidos era evidente, que sólo las circunstancias que condujeron  la suerte ocurrida a Rafael Uribe Uribe en momentos que preparaba una expedición armadas para recuperar la provincia de Panamá y, un proyecto para reformar la ley laboral violada por las compañías norteamericanas como la United Fruit Company; a Mahatma Gandhi, líder del Movimiento de Independencia de la India; al líder azucarero cubano Jesús Meléndez, al belga Edgar Lalmand; al líder obrero japonés Kyuichi Tokuda; a Palmiro Togliatti en Italia, al francés Maurice Thorez y, el que pudiera correr Juan Domingo Perón que influía con su discurso social y nacionalista  en la conciencia de las masa creando reacción hostil hacia Washington, podría favorecer la aprobación de la declaración anti-comunista.

El 9 de abril de 1948, el anticipado asesinato de Gaitán afirmado por el general Marshall, pasó de la retórica a la acción real ejecutada por la operación X y la CIA en Bogotá.

Objetivos de la Operación X

Ante el asesinato de Gaitán atribuido al comunismo, la declaración anticomunista fue aprobada por unanimidad, además, se aprobó la Resolución 35 de la llamada Carta de Bogotá, por medio de la cual se hizo el reconocimiento de todas las dictaduras militares del continente.

Colombia, Brasil y Chile rompieron relaciones diplomáticas con la Unión Soviética.

Los objetivos de la Operación X y el asesinato político de Gaitán, fueron coincidentes ante los sistemáticos atentados y asesinatos contra líderes populares en el resto del mundo con incriminación al comunismo.

Ejemplo clásico: el 22 de enero, de 1948, tres meses antes del asesinato de Gaitán, el líder y parlamentario cubano, Jesús Meléndez, fue asesinado por un capitán del Ejército de Carlos Prío Socarras en el interior del tren que viajaba desde Manzanillo hacia La Habana; el 30 de enero de 1948, en circunstancias similares al asesinato de Gaitán, Mohandas Gandhi fue asesinado a la salida de una reunión.

Ese mismo año estalló una huelga convocada por la Confederación General Italiana del trabajo en respuesta al atentado contra el líder comunista Palmiro Toglietti; Maurice Thorez, secretario general del Partido Comunista Francés y vicepresidente del Consejo de Estado, fue asesinado en el interior del buque cuando navegaba sobre el Mar Negro en su visita a la URSS.

El 16 de septiembre de 1955, la CIA, los comandos civiles integrados por la oligarquía de extrema derecha, junto con la Marina de Guerra y el fascismo católico, derrocaron al mandatario argentino Juan Domingo Perón.

Entre las víctimas de la Operación X y la CIA también se encuentra, Edgar Lalmand, miembro del Politburó de Bélgica y Secretario General del Partido Comunista Flamenco.

Por su ideología comunista Kyuichi Tokuda, líder y miembro del Partido Comunista Japonés, fue encarcelado durante 18 años acusado de traición a la patria y, semanas previas al asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, fue víctima de un atentado terrorista con dinamita.

Todos los crímenes fueron imputados al comunismo por el gobierno de Washington como si se hubiesen declarado la guerra de exterminio entre ellos mismos.

Así se inició la “cacería de brujas”, cuya persecución justificaba toda clase de asesinatos contra los partidos progresistas del continente, se desencadenó un rápido proceso de golpes de Estado de tipo militar, la mayor parte de los gobiernos democráticos en Centro y Suramérica fueron derrocados.

Con el apoyo del Departamento de Estado, que ya había establecido dictaduras militares en América Latina para perseguir y reprimir toda aspiración democrática, identificada ideológicamente con el comunismo, se sumó la Operación X.

El partido político Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR) que había fundado Gaitán representaba un gran problema tanto para la oligarquía liberal-conservadora colombiana como para los planes del imperio estadounidense. La IX Conferencia Panamericana, que nada tenía que ver con el supuesto punto 4 de la agenda, motivo central de la convocatoria para impulsar el desarrollo y la prometida ayuda económica para América Latina, había sido incluido en la agenda como señuelo para lograr la asistencia a la Conferencia de Bogotá, sin embargo, el objetivo real y concreto era obtener la aprobación de la Declaración anticomunista.

Cuatro días antes del magnicidio -lunes 5 de abril de 1948-, el señor Marshall en la sesión preliminar exploró opiniones en relación con la Declaración Panamericana contra el comunismo. “Señores delegados, ¿ustedes consideran que una cuestión sobre represión de movimientos subversivos de origen foráneo en América debe examinarse como un tema nuevo con relación a la agenda?”

La insinuación de Marshall dejó perpleja a todas las delegaciones por cuanto, esa propuesta no estaba incluida en la agenda. La delegación colombiana intervino para afirmar: “No entendemos porqué una propuesta que no figura en la agenda tenga que ser aprobada sin antes haber sido consultada, pero Colombia no votaría ninguna declaración doctrinaria, ni contra el comunismo, ni contra ningún otro partido político. Fuimos convocados con el propósito expreso de debatir sobre los programas económico y fomento del desarrollo industrial de América Latina”.

La actitud de Marshall fue considerada inamistosa y hostil por la prensa soviética, y un abuso para las delegaciones americanas al pretender imponer una proposición que nada tenía que ver con el propósito de la IX Conferencia Panamericana. Los diarios oficiales de Moscú, entre ellos: el periódico del Partido Comunista Pravda (La Verdad), y Kràsnaya Zvezdà (Estrella Roja), órgano oficial de las Fuerzas Armadas y del Ministerio de Defensa de la URSS, criticaron la insinuación anti-soviética.

Los diarios de Moscú afirmaban que el Secretario de Estado pretendía convertir la IX Conferencia Panamericana convocada a fin de discutir los planes de desarrollo económico e industrialización para aliviar el hambre y la pobreza en América, en un congreso de la política anti-soviética. Mientras los anuncios hechos en la prensa de Estados Unidos afirmaban que el fin primordial de la Conferencia era acordar un vasto programa de crédito, una ayuda de Estados Unidos para América Latina con el propósito de impulsar su desarrollo mediante un extenso programa agrícola e industrial.

La delegación estadounidense estaba integrada por Marshall que la presidía; Willard L. Beaulac, embajador en Colombia; Pawley, embajador en Brasil; Valter J. Donnelly, embajador en Venezuela; John W. Sneyder, secretario de Hacienda; W. Averall Harriman, secretario de Comercio; Norman Armour, subsecretario de Estados para Asuntos Políticos; Charles F. Brannan, subsecretario de Agricultura; William Mc Martìn, gerente del Exporta and Import Bank -Eximbank- de Washington y, el Director de la Oficina de las Repúblicas Americana.

La presencia de singulares personajes hacía presumir el interés de Estados Unidos en revelar una robusta agenda sobre el desarrollo económico para América Latina, convenios sobre cooperación de carácter económico con el objetivo de impulsar el desarrollo e industrialización, pero los delegados desconocían que esa no era prioridad de la IX Conferencia Panamericana, tampoco imaginaban que allí se hallaban reunidos representantes de los gobiernos corruptos, falsos políticos saqueadores, oligarcas venales y emisarios de regímenes sanguinarios.

El general Marshall desplazó de la agenda la aspiración latinoamericana de ayuda económica oficial y supuesta industrialización para su desarrollo. Al ser interrogado sobre si esa ayuda económica se produciría, se limitó a decir despectivamente: “Si, habrá esa economía por parte del capital de los Estados Unidos, pero no en forma de préstamos directos de gobierno a gobierno, sino por la participación en la economía latinoamericana de nuestras compañías de capital privado”. Por su parte, el señor Mc.Cloy en una pregunta similar a la formulada al general Marshall, respondió con arrogancia e ironía: “no traje mi chequera en el bolsillo para comenzar a repartir dólares”.

Hace 74 años, con ocasión del ‘Bogotazo’, como se conoce el magnicidio del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, una multitud protesta al frente del edificio donde tuvo lugar su asesinato. (Archivo Fotográfico de Sady González, Biblioteca Luis Ángel Arango).

La desilusión se exteriorizó en las calles de Bogotá, las fuerzas de Policía y del Ejército se vieron casi impotentes para controlar la protesta de las multitudes, que rodeaban el Palacio de la Carrera portando carteles con esta leyenda: outside Marshall. Al mismo tiempo, la prensa internacional manifestaba serias dudas sobre la aprobación de la Declaración anti-comunista, no así el general Marshall, quien ni siquiera se mostró perturbado, sabía que la resistencia colombiana a la declaración, lo mismo que el descontento continental por la negativa estadounidense de ayuda económica, pondría ser superada mediante una jugada siniestra que creara una atmosfera de histeria y pánico colectivo. Para algo había sido ideada la Operación X, cuya experiencia había sido eficaz.

El Departamento de Estado y el general Marshall recibían informes de los agentes del FBI destacados con anticipación en Bogotá, conocían el ambiente político de Colombia y sabían cómo actuar contra un hombre que desafiaba los intereses de Estados Unidos.

Después de la masacre de las bananeras en la población de Ciénaga, en el departamento del Magdalena, ordenada por los agentes estadounidenses representados en la compañía United Fruit Company y el gobierno colombiano del ultraconservador presidente Miguel Abadía Méndez, Gaitán, con sus irrefutables debates anti-imperialistas y contra la oligarquía anti-nacional en la Cámara de Representantes, alcanzó trascendencia a escala nacional e internacional y había logrado despertar sentimientos de patria. Pero su relevancia correría la misma suerte de Rafael Uribe Uribe y de todos los que se atrevieron a desafiar lo capacidad agresiva del imperio inglés-americano.

Una política anticomunista continental

La IX Conferencia Panamericana se instaló el 1 de abril, ocho días después, el señor Marshall aún no había logrado centrar el debate sobre la Declaración anti-comunista.  A la oposición de la delegación colombiana se sumaba, aunque con un rango de timidez, la solidaridad de las demás delegaciones ante la negativa de ayuda económica para la cual fue convocada la IX Conferencia Panamericana.

El 9 de abril un mercenario reclutado de un barrio pobre de Bogotá, fanático de la oligarquía conservadora y fascista, asesinó a Jorge Eliecer Gaitán. Las consecuencias del magnicidio generaron un estallido social de alcance continental llamado “El Bogotazo”.

Ese mismo día se interrumpieron los debates. Las delegaciones abandonaron la sede de la Conferencia Panamericana que se realizaba en el Palacio de la Carrera –hoy, Casa de Nariño y en el Capitolio Nacional-, escoltadas por el Ejército y la Policía que casi no podían evitar la amenaza de linchamientos, Marshall huyó hacia la embajada estadounidense.

Después de varios días feroces y sangrientos de represión militar que dejó centenares de asesinados y heridos, el jefe de la delegación estadounidense apoyado por los jefes conservadores y liberales oficialistas de Colombia, en pleno debate reanudado el 14 de abril,  acusó al comunismo internacional del asesinato y promotor de la revuelta de las masas e, involucró a los estudiantes cubanos Fidel Castro y Rafael del Pino, como agentes infiltrados al servicio soviético que, en esos días asistían como delegados al Congreso Estudiantil Latinoamericano reunido en Bogotá.

Sin embargo, las masas y los sectores afines al gaitanismo atribuyeron el magnicidio a la CIA y al FBI, a la delegación estadounidense y a las oligarquías bipartidistas del régimen colombiano. Señalaban directamente al general Marshall y a los representantes del fascismo en Colombia:  el mandatario Mariano Ospina Pérez, el canciller Laureano Gómez, presidente de la IX Conferencia Panamericana y futuro candidato presidencial y miembros de la mística Orden de la Rosa-Cruz (AMORC), sustentada en un fundamentalismo filosófico imperialista y anti-comunista.

También acusaron al dirigente liberal Alberto Lleras Camargo, al comandante de la Tercera Brigada en Cali, coronel Gustavo Rojas Pinilla y al senador conservador Guillermo León Valencia.

El magnicidio fue la coartada de las oligarquías criollas y de los delegados estadounidenses, para denunciar una inexistente conspiración del comunismo internacional supuestamente ejecutada por los comunistas colombianos, y así, polarizar la política dentro del contexto continental.

La Conferencia anti-comunista y la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que veladamente yacía incluida en la misma agenda, como por ensalmo surgió como as debajo la manga “para plagar de miseria las naciones de América en nombre de la democracia”. En nombre de la democracia capitalista, burguesa y militar, fueron aprobadas y adoptadas por las delegaciones a la IX Conferencia Panamericana, que tuvo como consecuencia propiciar la penetración de la Guerra Fría en América.

Móviles del magnicidio

Juan Roa Sierra, el asesino material del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán.

Según el acta procesal, Juan Roa Sierra, asesino material de Gaitán, estaba vinculado al Partido Conservador de tendencia fascista, liderado por un dirigente retardatario que azuzaba la violencia como Laureano Gómez.

El operativo de allanamiento policial encontró en su habitación abundante material de propaganda fascista.

Durante la etapa de investigación preliminar, la propaganda conservadora de los periódicos El Siglo y El Colombiano de Medellín, reafirmaban apasionadamente la versión oficial y la del general Marshall sobre la autoría comunista. El 14 de abril, Gilberto Vieira, Juan Francisco Mújica, Álvaro Sanclemente, Jorge Regueros Peralta, miembros de la Dirección Central del Partido Comunista fueron encarcelados durante tres meses.

La ligereza de la imputación oficial al comunismo como autor del asesinato, tuvo como finalidad impresionar las delegaciones a la IX Conferencia Panamericana anti-comunista, con la existencia de un peligro quimérico que indujo la aprobación.

Sin más discusión sobre la declaración anti-comunista, se justificó por parte del gobierno, el rompimiento de relaciones diplomáticas con la URSS.

Sin la tragedia de un crimen imputable al comunismo, las delegaciones americanas no habrían aprobado las aspiraciones de Estados Unidos. Lo que sugiere dentro del ámbito de la hipótesis que, el asesinato de Gaitán, no obedeció a una reacción unipersonal acumulada, sino a un plan maestro, cuidadosamente elaborado dirigido a determinar consecuencias políticas y animar la sicosis anticomunista para impedir el triunfo democrático del pueblo al gobierno del Estado.

La falta de rigor en la investigación inicial, fundamental de la regla elemental de la criminología, privó conocer los indicios de coautoría impropia, el grado de participación de quienes intervinieron en el asesinato para concluir que Juan Roa Sierra, adoctrinado en ideas conservadoras de tendencia fascista y fundamentalista, obró al servicio de personas pérfidas y calculadoras convencidas de que el asesinato de Gaitán en circunstancias violentas como se produjo, tendría consecuencias favorables tanto para los intereses imperialistas, como para las aspiraciones de la oligarquía colombiana a permanecer más de medio siglo en el poder.

Es factible para un estudiante de una facultad de Derecho sin que aún no haya alcanzado el nivel académico requerido, saber que detrás de la comisión de un crimen, las 24 horas subsecuentes son cruciales para adelantar un resultado eficaz de la investigación.

Es un patrón básico de investigación criminal. Sin embargo, la diligencia preliminar no se cumplió, pero dejó evidente que detrás del asesino material de Jorge Eliecer Gaitán, había autores intelectuales, el sicario fue sólo un instrumento manipulado. Los coautores en el crimen embrollaron el asunto desde el principio para complejizar la investigación y desviar las pruebas hacia un personaje solitario en lo intelectual y en lo material.

En contrario, la investigación habría concluido mediante una resolución judicial declarando extinguida la acción penal contra Juan Roa Sierra. Después de medio siglo esa sentencia judicial no se ha proferido.

Las evidencias muestran que Roa Sierra no actuó por iniciativa propia ni por fundamentalismo político, sino por influencia de terceros.

De no haber sido así, habría escogido otra circunstancia de modo, tiempo y de lugar, no la 1:30 de la tarde en pleno centro de Bogotá entre Av. Jiménez y Carrera Séptima, hora de mayor aflujo de público que le hubiese evitado un potencial linchamiento de las multitudes.

Además, el dinero con que compró el arma y el malgastado a sus amigos horas antes del magnicidio y sin justificación de la procedencia, concluye un indicio grave de que fue utilizado como sicario mercenario y copiosa remuneración.

Actuando bajo el rigor de la verdad jurídica en indagatoria de José Ignacio Rincón, amigo íntimo de Roa Sierra, confesó: “el 7 de abril, Roa me encargó un revólver. Me dijo que viajaría a las minas de Soacha en busca de oro, invitado por dos ‘místeres’. Esperaba volver de la selva más rico que los políticos de Bogotá, pero las montañas eran muy peligrosas por las fieras y ladrones de camino, el revólver lo necesitaba para no viajar desarmado. Ese mismo día fui al barrio Ricaurte a la calle 17 Sur Nº 16-52. Le hablé a mi hermano Luis Eduardo sobre el negocio del revólver. En horas de la tarde mi hermano y Roa se encontraron en el barrio Santander para ensayar el Smith & Wesson y acordaron negociar en la suma de 75 peso. Luis Eduardo recibió un billete de 50, dos de 10 y uno de 5. En ese barrio pasamos toda la noche bebiendo cerveza a cuenta de Roa. Al despedirse nos dijo: ‘me voy mañana o pasado mañana viernes y, cuando regrese rico, si es que las fieras no me comen, haremos una rumba criolla antes de irme con los místeres para Estados Unidos’”.

María Teresa Forero de Salamanca, amante de Roa Sierra durante el interrogatorio declaró:

“Él estuvo aquí dos días antes de la muerte del doctor Gaitán para hablarme de un tal viaje invitado por dos forasteros altos y de pelo mono. ¡Ese viaje nos cambiará la vida, mi ratoncita!, compraremos una buena casa en Estados Unidos, me dijo”.

La investigación posterior no estableció quiénes eran esos personajes extraños que animaban a Roa Sierra, ofreciéndole la oportunidad de rápido enriquecimiento y viaje al extranjero.

Sólo la CIA y el FBI podrían desclasificar los documentos para identificar esas personas que hablaron con el sicario, por cuanto la diligencia de investigación sobre muerte violenta para asignarla al proceso judicial no se adelantó de conformidad a los procedimientos exigidos por el sistema procesal.

El procedimiento judicial, aunque violó las normas prevista en el Protocolo de Investigación, da a entender la posibilidad de una confabulación del asesino con personas extranjeras que han podido ser el vínculo entre Roa Sierra y una operación internacional.

Jorge Eliécer Gaitán, yace muerto en la sala de operaciones de la Clinica Central de Bogotá, en la fatídica tarde del 9 de abril de 1948.

Para investigar el asesinato de Gaitán, se asignó una misión inglesa, compuesta por cuatro agentes de la Scotland Yard expertos en pesquisas de crímenes políticos, la presencia de la Policía Judicial facultada para adelantar la investigación. Después de casi 80 años sigue siendo un enigma, su servicio no fue contratado ni pagado por el Estado colombiano, lo que indica que la misión judicial extranjera para investigar el crimen fue contratada por otro gobierno que se reservó la obligación de entregar sus conclusiones al funcionario instructor y al representante de la parte civil para anexar al sumario el informe de la misión británica. La usurpación jurisdiccional por parte del Estado que contrató los servicios de la Scotland Yard violó la soberanía jurídica que asiste a todo país de adelantar su autónoma investigación.

La reserva sumarial constituyó flagrante lesión a la soberanía colombiana al confiarle a una misión extranjera el expediente criminal. Lo que sugiere que esa investigación se ocultó deliberadamente, no halló prueba contra la imputación del asesinato que el gobierno colombiano y Estados Unidos atribuían al comunismo, en contrario el gobierno estadounidense y la oligarquía colombiana habrían promovido una incesante y apasionada campaña de propaganda anti-soviética.

Además, el Departamento de Estado de Estados Unidos se ha negado a suministrar las pruebas que demuestren la veracidad del jefe de la delegación norteamericana y de los rumores que la propaganda estadounidense abierta y directamente imputó al Partido Comunista como autor del asesinato.

Tampoco ha sido posible la colaboración del Departamento de Estado en la recolección y aducción de las pruebas recogidas por la Scotland Yard, para anexar al proceso penal acusatorio la correspondencia que Roa Sierra sostenía con la Antigua y Secreta Orden de la Rosa-Cruz (AMORC) y de la Cruz Dorada de California, creada como organismo de adoctrinamiento fascista, penetración imperialista y anti-comunista. A esa hermandad pertenecían algunos miembros de los partidos Conservador y Liberal, que pueda ayudar a establecer las causas de la conducta fundamentalista de Roa Sierra, cuyo comportamiento según declaró su amante María Teresa Forero de Salamanca: “El día que estuvo aquí, cuando entré a la habitación lo encontré desnudo parado frente al espejo, tenía una esperma de cera encendida en cada mano, estaba rezando y después dijo: ‘Soy la resurrección del general Santander, soy su chispa celestial, él está en mi cuerpo como una chispa divina. Yo soy el general Santander, pero Gaitán se cruza en mi camino’”. Esta es una oración que evoca los fundamentos de la legendaria orden secreta Rosacruz a la cual pertenecía el régimen fascista de Ospina Pérez y Laureano Gómez.

La acusación estadounidense reiterada por la oligarquía colombiana y la prensa norteamericana que difundía institucionalmente la posición fascista de Estados Unidos, atribuyendo el asesinato al Partido Comunista, fue incendiaria con el propósito de instrumentalizar distintas formas de violencia como único método para aniquilar el comunismo en Colombia. El general Marshall recurrió a una táctica de violencia para exacerbar el odio y el caos.

Sin confirmación, sin comprobación y sin constatación ninguna, las delegaciones acreditadas ante la IX Conferencia Panamericana fueron sometidas a creer los infundios del delegado del imperio estadounidense. Aprovechado de la ingenuidad de los delegados americanos contribuyeron al caos del “Bogotazo”.

Los objetivos logrados por EE.UU. y la oligarquía colombiana

El plan de Estados Unidos y la Operación X dejó al descubierto los intereses políticos y económicos esperados, tanto por el imperio inglés-americano como por las oligarquías conservadoras y liberales de Colombia:

  • Se aprobó la Declaración anti-comunista propuesta por el imperio inglés-americano.

  • Se adoptó la Resolución 35 de la Carta de Bogotá, mediante la cual se reconoció la legitimidad de todas las dictaduras de América Latina y gobiernos de facto.

  • Se logró el rompimiento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética.

  • Se declaró la guerra de baja intensidad dirigida a combatir los movimientos revolucionarios emergentes y gobiernos democráticamente constituidos, opuestos a la política externa de Estados Unidos.

  • La fuerza militar colombiana que el 9 de abril de 1948 sólo ascendía a 10.000 hombres, aumentó súbitamente mediante el llamamiento de reservas, a 60.000 y once meses después a 280.000.

  • Facilitó el avance de la política exterior intervencionista de Estados Unidos.

  • Desarrolló el proceso de militarización del continente con el doble propósito de fortalecer la defensa hemisférica y, ampliar el mercado de consumo de armas sobrantes de la “Tercera Guerra Mundial”.

  • Colombia, por ejemplo, negoció más de 90 millones de dólares sobre compras de armas y equipos militares, mientras las esperanzas de ayuda económica fueron relevadas por la compra de armamentos para fortalecer un régimen oligárquico que ha consolidado su despotismo después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán.