El general peruano Juan Velasco Alvarado y los precursores de las nuevas democracias del siglo XXI

Juan Velasco Alvarado (1910 – 1977).

POR TATIANA BÉJAR* Y LUIS VARESE /

El cientista social, catedrático universitario y excanciller Héctor Béjar Rivera relata cronológicamente todo el proceso del gobierno revolucionario del general Velasco en Perú (octubre de 1968 – agosto 1975), con una visión clara y honesta.

“Sudaremos y Sudaremos” fue la promesa que el general Juan Velasco Alvarado le hizo al pueblo peruano cuando fundó el primer y único gobierno revolucionario militar en el Perú. Y efectivamente, el libro Velasco de Héctor Béjar refleja la visión, esfuerzos, vaivenes y preocupaciones del general en una odisea política por la transformación del país.

El autor es Héctor Béjar, exguerrillero, sociólogo, abogado, escritor, artista, académico, excanciller y uno de los pocos intelectuales peruanos con una combinación de experiencias únicas que lo coloca como referente para los y las que investigan, estudian, y persisten en el camino de la justicia social.

El libro empieza con Béjar en la clandestinidad, amenazado por el gobierno de Francisco Morales Bermúdez, conocido como el “felón”, al igual que Pinochet porque traicionó al presidente que servía y debía lealtad. Personalmente, me trae los primeros recuerdos registrados de mi tío, cuando de muy pequeña con mis padres lo visitábamos a su cuarto al fondo de una casona antigua en Jesús María, donde vivió escondido a fines de los 70s.

Velasco es un libro en tapa dura, con un diseño moderno y cuidadosamente editado por Ediciones Achawata. Son 334 páginas con fotos de cartas y portadas de los diarios de la época. La curiosidad te hace escudriñarlas para reconocer a los que formaron parte del primer gabinete del gobierno revolucionario. Desde los primeros comunicados de la Junta Militar anunciando el golpe contra Belaúnde hasta fotos de Velasco erguido, sonriente y decidido, y en donde un joven alto aparece, casi desapercibido, Javier Pérez de Cuellar, embajador de Velasco en la Unión Soviética.

Con ese nivel de detalles, Héctor Béjar relata cronológicamente todo el proceso del gobierno de Velasco, con una visión “clara y honesta” como lo menciona Hugo Neira en el prólogo. Al igual que en sus otros libros, hay una parte personal que le da un tono emocional a lo contado.

Después de cinco años preso en Lurigancho por liderar la organización guerrillera Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Perú, Héctor Béjar fue liberado por una ley de amnistía, dada previa consulta con los jefes policiales, los comandantes generales y almirantes, y firmada incluso por el ala de derecha del gobierno, los generales Artola y Vargas Caballero. Béjar, al igual que muchos profesionales e intelectuales de izquierda, entró a trabajar en el proyecto revolucionario y vivió desde dentro este proceso.

El libro detalla rigurosamente el momento político que desencadenó el golpe, la reforma agraria, la toma de tierras, el proyecto de socialización y autogestión en la producción económica, la reforma en la prensa, las presiones políticas dentro y fuera del gobierno, y las conspiraciones para la sucesión de Velasco. Nombres de personajes que cumplieron un rol decisivo en este proceso, algunos olvidados, vuelven a la vida para sumergirnos en una época hasta ahora contada por los que llegaron después, esos que traicionaron el proceso. Este libro le hace justicia a esa época.

El libro Velasco es una secuela de Revolución en la Trampa, libro que Béjar escribe en la clandestinidad el cual le presenta a Velasco debilitado, casi fuera del gobierno y muy enfermo por la arteriosclerosis. Otro logro del libro es que humaniza a Velasco. Así conocemos su origen campesino, su escape de Piura a Lima a los 16 años en un barco chileno con peligro de ser descubierto, y su ingreso en el ejército peruano con el más alto puntaje.

Héctor Béjar Rivera

Velasco es la figura político-militar más importante del Perú, quien organizó y lideró a la única generación de militares nacionalistas que usaron su poder para servir al país, y no para defender intereses privados ni extranjeros. Al parecer una especie en extinción. Desde los 90s, las fuerzas armadas se han fujimorizado y sus comandantes son la antítesis de Velasco.

Gracias a Ediciones Achawata que publica libros de esta calidad y al alcance de las mayorías. Achawata inicia su proyecto editorial en el 2020 con el propósito de constituirse como una promotora cultural de investigaciones peruanas y trabajos sociales que apunten a momentos históricos relevantes del país.

Así como Velasco es imprescindible para comprender nuestra historia, lo es igualmente conocer la importancia de la toma de tierras desde 1950, que influenciaron la ejecución de la reforma agraria, una de las más radicales de la región. Líderes campesinos como Eduardo Sumire, quien fundó la Federación Campesina del Cusco, organizador, innumerables veces torturado y preso, merecen un lugar en nuestra historia.

Periodo de profunda transformación democrática del Perú

Han pasado 50 años desde el inicio del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada en el Perú, presidido por el general Juan Velasco Alvarado junto con los entonces coroneles Leonidas Rodríguez Figueroa, Jorge Fernández Maldonado Solari, Rafael Hoyos Rubio (años más tarde, siendo general fue asesinado en un “accidente” de aviación en las mismas semanas y condiciones que Jaime Roldós y Omar Torrijos) Enrique Gallegos Venero y Arturo Palacios Valdez y los civiles que se incorporaron desde un inicio a ese movimiento como Alberto Ruiz Eldredge, Efraín Ruiz Caro y Javier Pérez de Cuéllar, quien luego fuera Secretario General de las Naciones Unidas.

El segundo párrafo del Manifiesto Revolucionario leído el 3 de octubre de 1968 dice a la letra: “Poderosas fuerzas económicas, nacionales y extranjeras, en complicidad con peruanos indignos, detentan el poder político y económico, inspiradas en lucrar desenfrenadamente, frustrando el anhelo popular en orden a la realización de las básicas reformas estructurales, para continuar manteniendo el injusto orden social y económico existente que permite que el usufructo de las riquezas nacionales esté al alcance sólo de los privilegiados, en tanto que las mayorías sufren las consecuencias de su marginación, lesiva a la dignidad de la persona humana”. Parece que no hubiera pasado el tiempo y el manifiesto sigue vigente para el Perú.

Encuentro de Velasco Alvarado y Fidel Castro.

“Ese 9 de octubre de 1968, el Contralmirante Esteban Zimic Vidal, un marino de la estirpe del héroe nacional Miguel Grau, encabezaba la ocupación del yacimiento petrolero de la Brea y Pariñas en manos de la International Petroleum Company, en Talara, dando inicio a una etapa de la historia republicana donde la soberanía y la dignidad volvían a ser bandera en el país”. (Luis Varese 9 de octubre 2013. alai.net)

El Gobierno encabezado por el general Velasco Alvarado inició un periodo de profunda transformación democrática del país. Si en su forma fue una dictadura militar, en su práctica se concretó como el mayor esfuerzo de democratización y rescate de la dignidad ciudadana en el Perú. Nacionalización del petróleo y expulsión de la misión militar estadounidense por intromisión. Reforma Agraria en un país donde los patrones en el Cuzco aún se hacían llevar en andas entre la casa hacienda y la capilla o donde en Andahuaylas y Ancash aún se usaban cepos para “castigar a los indios que no obedecían”. Nacionalización de la gran Minería; transferencia de la prensa de manos de los dueños del Perú a los sectores populares organizados y nunca hubo una prensa tan concientizadora y culta como la de aquella época.

Reforma de la educación; reforma de la industria dando hasta un 49% de las acciones y los beneficios a los trabajadores y creando la comunidad industrial; creación del sector de propiedad social en manos autogestionarias de los trabajadores; ley de comunidades nativas de la selva amazónica. Algo fundamental, el reconocimiento del quechua como idioma oficial, lo que obligaba a que los juicios fueran en castellano y quechua si el acusado era quechua hablante o si así lo solicitaba.

Profundas reformas que democratizaban al país, lo trasladaban del feudalismo al Siglo un XX con un estado fuerte y benefactor. Ocho años después, en 1976, aprovechando de la enfermedad del general Velasco, mientras comenzaba a institucionalizarse el proceso, el Imperio y la oligarquía hacían todo lo posible por destruir cualquier avance democrático, un personaje funesto, llamado el felón por el historiador Jorge Basadre, el general Francisco Morales Bermúdez, daba un contragolpe y lograba en poco tiempo el desmontaje de las reformas. (Trae a la memoria tristes reediciones cercanas).

Los EE.UU., la Marcona Minning Company, la empresa Minera de Toquepala la Peruvian Copper Corporation, (similares nombre de los que asesinaron a Allende) los sectores antinacionales dentro de la Fuerza Armada, una oligarquía incapaz de aceptar los avances indispensables para la modernización del país y la ausencia de organización popular efectiva alrededor del Proceso, facilitaron las condiciones para ello.

Luego, en 1977, un gran paro nacional impulsado por fuerzas sindicales, populares, obreras y campesinas y con gran influencia velasquista y de la izquierda organizada, obligaron a Morales Bermúdez a llamar a una Asamblea Constituyente. Pocos años después surgen Sendero Luminoso y luego el MRTA y el Perú entra en un conflicto interno que lo lleva hasta el punto de una situación de equilibrio estratégico, cuya solución se resuelve en favor de los sectores dominantes con todo el apoyo de las fuerzas imperiales y de los servicios bien prestados por la CIA y el Mossad.

Hoy tenemos como resultado un país entregado a las transnacionales con la pesquería en manos principalmente chilenas (Sebastián Piñera, presidente de Chile, resulta ser uno de los propietarios de los recursos del mar peruano entre otros bienes de aire, mar y tierra); la Minería y la extracción maderera en manos multinacionales, y; la agricultura con el retorno de latifundios mayores a los de 1968 y con un régimen de servidumbre neoliberal copiado del esclavismo de nuevo tipo.

Con un crecimiento económico sostenido a nivel de récord mundial y una economía interna que no se redistribuye. Una burguesía cuyo amor a la Patria se reduce a la comida peruana y a la selección de fútbol, y que piensa solamente en enriquecerse sin compartir nada de la riqueza acumulada, aunque sea en los servicios básicos. La corrupción en sus más altos niveles, el estado como botín (en el Perú del libre mercado extremo, todo se compra, todo se vende) y una representatividad política incompetente e incapaz de realizar las mínimas reformas indispensables para modernizar y hacer avanzar al país e incorporar a sus sectores más pobres, ubicados justamente donde están las grandes empresas mineras. (Como nunca perdemos la esperanza, tal vez los patriotas y los más jóvenes impulsen al Presidente Vizcarra para que logre encabezar un camino diferente, por lo menos más democrático y menos corrupto).

Las reformas hechas hace 50 años impactaron notablemente en América del Sur. Hoy muchas de ellas se realizaron en los países de las nuevas democracias e igualmente entramos en el proceso de destrucción de lo avanzado. Los dirigentes de estos movimientos del Siglo XXI, están siendo destruidos políticamente utilizando las fake news y el lawfare (falsificación de las noticias y utilización política del poder judicial) y los movimientos populares que colocaron legítimamente a través del voto, a mujeres y hombres encargados de hacer profundas reformas y de enfrentar al Imperio de la Banca, de una manera frontal y organizada, se ven desarmados ante la ofensiva de los medios de comunicación y la mentira institucionalizada.

Ha pasado medio siglo de esas profundas reformas. Fue el tiempo de Juan Velasco Alvarado, de Omar Torrijos, de Salvador Allende, de Juan José Torres y de Cámpora en la Argentina. Fue el tiempo de la Teología de la Liberación, de Mayo del 68 y de la Revolución Popular Sandinista. Fue también el tiempo de la criminal guerra contra Vietnam, fue el tiempo del genio político y diplomático de Ho Chi Mihn y del genio militar de Nguyen Von Giap. Fue un tiempo de frescas primaveras para nuestros pueblos a las que el imperialismo estadounidense y las vergonzosas oligarquías locales respondieron con las asesinas dictaduras de los gorilas.

Hoy personajes sacados del fondo del averno como Jair Bolsonaro resucitan en nombre del Ordem e Progresso para entregar y devolver a las grandes corporaciones, nuestras riquezas y la mano de obra barata de nuestros pueblos. Hoy somos más conscientes, pero más débiles frente a los medios de comunicación. Sólo resisten quienes han sabido ligarse y organizar efectiva y profundamente a las mayorías, como los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Venezuela o Bolivia y soportan el embate furibundo del imperio de las corporaciones.

Ha pasado medio siglo de desde las reformas hechas por Velasco en el Perú y una de las más premonitorias fue la creación de una prensa y televisión estatal con fines revolucionarios. Fue un tiempo de confrontación frontal con los poderes oligárquicos y solamente sobrevivió y se fortaleció Cuba con su proyecto profundamente particular y revolucionario. Cada una de las reformas hechas en el Perú de esa época requiere un análisis y este año del cincuentenario del inicio de la Segunda Independencia del Perú, habrá mucho que investigar, publicar y desempolvar.

*Para total transparencia de esta reseña, el autor del libro Velasco es tío de Tatiana Béjar, quien suscribe la primera parte de este texto.