¿El fin del capitalismo?

POR FEDERICO FASANO MERTENS

Desde las entrañas del sistema de dominación se prepara una retirada estratégica.

Siempre sostuvimos que había que buscar la chispa que encendiera el gran antagonismo y organizar simbólica y pacíficamente las batallas políticas venideras, la de empezar a sentir el estremecimiento de los cascos de la historia. Luchando por la utopía de Rosa Luxemburgo, que soñaba con un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres. La respuesta fue sarcasmo para mostrarnos como idealistas ignorantes de la realidad: el capitalismo se fortalece, ha sido el único sistema exitoso en la historia de la humanidad, superando la esclavitud, el feudalismo y el socialismo.

Pues bien, las semillas sembradas durante tantas décadas por la izquierda marxista empiezan a dar sus frutos. Y los sonidos más intensos provienen de los clarinetes de la orquesta capitalista. Ya el semanario británico ultraconservador, patriarca de la biblia neoliberal, The Economist, editorializaba preparándose para “el regreso del socialismo porque ofrece una crítica certera de todo lo que ha ido mal en las sociedades occidentales”.

Pero el gran impacto se produjo a principios de este 2023, sorprendiéndonos a todos el influyente semanario Der Spiegel, el más importante de Alemania y el más leído en Europa con más de un millón de copias semanales vendidas, que dedicó la portada íntegra de su última edición del año a la figura del genio de Tréveris, Karl Marx, vestido de activista ecológico acompañado de un titular que reza “¿Tenía razón Marx después de todo?: Bajo el capitalismo no hay destino” factible para la humanidad. El tema central de este voluminoso número es ¿el fin del capitalismo? abordado por tres columnistas bajo las firmas de Thomas Schulz, Susanne Beyer y Simon Book.

Dado su innegable interés, decidí revisarlo, con la mirada puesta especialmente en las opiniones de los altos mandos del capitalismo mundial, preparando su retirada estratégica.

El semanario alemán cita al multimillonario Ray Dalio, fundador del fondo de cobertura más grande del mundo, tenedor de 22 mil millones de dólares, afirmando que “el capitalismo ya no funciona para la mayoría de las personas, la mayoría de los ingresos han crecido poco o nada durante décadas, como los ingresos del 1 % superior casi se ha triplicado desde 1980, cuando comenzó la era neoliberal moderna.

La solución propuesta por Dalio contiene una sola palabra: REDISTRIBUCIÓN. Y el informe semanal agrega: «la riqueza y la prosperidad solo se distribuyen de manera uniforme». Unilateral, los que alguna vez fueron pobres lo siguen siendo, apenas hay rastro de igualdad de oportunidades. Dalio exige que esto se detenga. El capitalismo necesita una reforma urgente e imprescindible. De lo contrario, perecerá, y con razón. «Describe lo que está pasando dentro de las grandes empresas capitalistas preocupadas por el futuro de este sistema de dominación. Ahora el Estado debe tomar el relevo, en las empresas, desde Bosch hasta Goldman Sachs, hoy se habla de poner por fin los intereses sociales por encima de los de los accionistas». Y añade: «¿Podemos seguir con este orden económico, con un capitalismo asesino del clima que se recorta para sacar más y más; cada vez más consumo, ganancia, crecimiento y que a la vez produce cada vez más y más injusticia?”. E intenta una explicación: “En el pasado, el capitalismo industrial proporcionó una prosperidad y un crecimiento tan constante que nunca fue posible aplicar enfoques sobre cómo queremos gestionar, trabajar y compartir”.

“La historia muestra que mientras el sistema produzca suficientes ganadores, incluso sus excesos más flagrantes son difíciles de revertir. Mientras tanto, las debilidades son tan evidentes que no es necesario recurrir a teóricos como Marx o Thomas Piketty: la globalización se ha ido de las manos, casi todas las ganancias de la prosperidad acaban en manos del 10 % más rico de la población. El consumo insano de recursos está arruinando el planeta. La industria financiera se entrega a nuevos excesos”. También se hace referencia al historiador económico británico Adam Tooze en su obra ‘Bienvenidos al mundo de la policrisis’ y al joven profesor de filosofía, el japonés Kohei Saito que aportó la evidencia en su libro ‘La ecología de Marx en su crítica inacabada del capitalismo’, que constató que Marx ya había reconocido hace 150 años los peligros para el planeta, derivados del capitalismo, proponiendo que “ahora es el momento de tomar en serio las propuestas de Marx, no más crecimiento, simplemente hay que distribuir mejor la riqueza existente”. Y el profesor japonés de la Universidad Humboldt de Berlín añade: “El colapso del planeta solo puede ser detenido por un sistema poscapitalista en el que no haya más crecimiento, la producción social se frene y la riqueza se redistribuya selectivamente”.

Los tres autores del informe insisten: hasta hace poco, una solución a todos estos problemas era que el mercado lo resolverá. Pero, ¿quién lo cree seriamente hoy en día todavía? Sobre todo considerando el gran multiplicador de todas las distorsiones, el clima de crisis. Durante años en los países industrializados ha habido una ira palpable contra el capitalismo. No por razones ideológicas, sino porque los alquileres se están disparando, porque la propiedad se ha vuelto inasequible. ¿Por qué aceptar una máquina de prosperidad que devora recursos si ya no produce prosperidad para todos? La controvertida investigación publicada por Der Spiegel sostiene que “en las estrellas jóvenes más pequeñas está surgiendo un cambio de emociones: frustración, resignación, ira y un nuevo amor por las ideas socialistas”. La congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez, de 32 años, es una estrella con más de 20 millones de seguidores en las redes sociales y exige un impuesto a la renta del 70 % para los de mayores ingresos.

Der Spiegel encargó al Instituto de Estudios de Opinión (CIVEY) la realización de una encuesta para conocer la opinión de los alemanes sobre la causa de la crisis climática. La mitad de los alemanes atribuyen al sistema capitalista.

El informe señala que la portavoz de Fridays for Future en Alemania, Carla Reemtsma, de 24 años propone que “nosotros como sociedad deberíamos volver a cuidar las cosas de forma colectiva. En el transporte, en lugar de subsidiar los autos individuales, el Estado debe promover el auto compartido, la expansión ferroviaria y las ciclovías en las que todos se benefician”. Y agregan una declaración sorprendente de Glen Hubbar, quien fue el principal asesor económico del entonces presidente de los Estados Unidos, el ultraconservador George W. Bush: “Un sistema económico permanentemente exitoso debe elevar el nivel de vida del mayor número de personas. Parece cuestionable que el capitalismo actual permita amplias ganancias de prosperidad, mientras que en cambio trae mucha prosperidad a unos pocos”.

El prestigioso semanario alemán también acudió a difundir en el citado reportaje, las propuestas de Mariana Mazzucato, ítalo-estadounidense, nacida en Roma y criada en EE.UU., profesora de Economía en el University College London, «convertida ahora en la economista más influyente del el mundo hoy”.

Mariana Mazzucato

La presenta así: “Mazzucato no tiene en mente ni una economía socialista planificada, ni una política industrial proxeneta en la que los funcionarios del ministerio manejen empresas. Pero sí, sostiene, que el mercado por sí solo no tiene ninguna posibilidad en la lucha contra los desafíos del siglo XXI. ¿Te imaginas un Estado emprendedor que anime a las empresas a invertir su dinero en objetivos de mayor nivel, lo que está haciendo el ministro de Hacienda alemán, Habeck, con iniciativas sacadas directamente del manual de Mazzucato? Pero, ¿cómo hacerlo? El economista simplemente dice, no solo guiar cuidadosamente a empresas y sectores industriales enteros en esa dirección, sino forzarlos; incentivos como un impuesto al CO2 son muy buenos pero sería más eficiente si se obligara a la industria a usar sólo cemento verde y el Estado ayudaría financieramente al cambio. El culpable dice que Mazzucato es una gran falla de diseño del capitalismo de acciones moderno que permite a las empresas invertir sus ganancias no en innovación, sino en transacciones financieras y recompra de acciones, de las cuales solo se benefician los inversionistas”.

Los editorialistas se preguntan si es posible un poscapitalismo sin crecimiento. Y explican que en marzo de 1972 se publicó Los límites del crecimiento, el primer estudio exhaustivo sobre las consecuencias de la incesante expansión humana. Fue encargado por el Club de Roma, organización sin fines de lucro que trabaja por un futuro sostenible desde 1968. En ese momento, dice el informe, los científicos utilizaron nuevos modelos informáticos y llegaron a una conclusión clara: los recursos del planeta no permitirían un crecimiento constante de la economía y la población más allá del año 2100. El estudio fue fuertemente criticado y sus conclusiones rechazadas categóricamente por muchos opositores, incluso en las décadas siguientes, aunque los cálculos fueron confirmados una y otra vez.

 

La opinión de Robert Solow, galardonado con el mal llamado ‘Premio Nobel de Economía’ por su brillante investigación. Solow dice: “Básicamente, nada depende del tamaño absoluto de una economía. Así que si la mayor parte de una población decide reducir su huella ecológica consumiendo menos bienes materiales y contribuyendo más al ocio y los servicios, desde el punto de vista económico no hay absolutamente nada que lo detenga”. Sin embargo, advierte Solow, “hay que convivir con las consecuencias durante un período de transición, comenzando con el aumento del desempleo y terminando con la disminución de los ingresos. Por eso, -añade-, muy pocos economistas quieren prescindir del crecimiento y piensan en cambio en una retirada más suave, lo que significa, sobre todo, separar el crecimiento correcto del incorrecto; por ejemplo, crecer masivamente en energías renovables pero recortar en la industria petrolera, o sustituir las siderúrgicas por start-ups digitales”.

Por su parte, la investigación añade que, de hecho, cada vez más empresas intentan encontrar su propio camino hacia el poscapitalismo, el poscrecimiento. Hace tres años, las 200 empresas más grandes de Estados Unidos declararon en un comunicado colectivo que en el futuro ya no estarían comprometidas solo con sus accionistas, sino con todos los stakeholders, clientes, empleados y socios comerciales, es más con la sociedad en su conjunto. . Este fue un gran paso para la ‘Business Roundtable’, la más poderosa del mundo con numerosas grandes empresas desde Apple hasta Goldman Sachs. Hasta ahora solo se habían comprometido con sus accionistas. Allí se aplicó el famoso eslogan neoliberal de Milton Friedman: «La responsabilidad social empresarial aumenta tus beneficios». Cerrando este número, los 3 escritores advierten que “está por ver qué es un galimatías de relaciones públicas y qué es grave. No todas las empresas se comportarán de manera tan sostenible como el gigante estadounidense de artículos deportivos, Patagonia, que destina todas sus ganancias a la protección del medio ambiente. Pero los pequeños pasos ayudan. Su competidor Adidas, por ejemplo, ha decidido dejar de usar poliéster nuevamente en la producción de todos sus zapatos deportivos y textiles a partir de 2024 y usar solo plástico reciclado”.

El reportaje que publica Der Spiegel como tema central de su edición es bastante alentador para la humanidad, sobre todo porque explora los cambios culturales que se están dando en los círculos dirigentes del capitalismo mundial, no por su generosidad, que siempre se han quedado cortas, pero fuera del espíritu de supervivencia. El miedo alimenta al intoxicado, diría Mujica.

Así concluye: “Es probable que la era del neoliberalismo que ha durado décadas, finalmente haya llegado a su fin. Desde principios de la década de 1980, la creencia de que los mercados son más sabios que el Estado había unido a todas las facciones políticas, décadas de mercados descontrolados llevaron directamente a la crisis financiera de 2008, que también anunció el fin del neoliberalismo. Las intervenciones estatales masivas que salvaron a la economía del colapso en ese momento deben entenderse como el heraldo de un nuevo orden que reemplazó al neoliberalismo como afirma el historiador económico Tooze. Quizás el último clavo en el ataúd fue la pandemia. Una vez más, los gobiernos tuvieron que intervenir para evitar lo peor. Existe la sensación de que hemos llegado a un punto de inflexión”.

El excelente informe que nos trae Der Spiegel con datos extraídos del riñón de los defensores del capitalismo, nos traslada al capitalismo primitivo de Adam Smith cuando afirmaba sin imaginar el futuro de su sistema, que «no puede haber una sociedad floreciente y feliz», cuando la mayoría de sus miembros son pobres y miserables». Platón ya lo proclamó a los atenienses hace 2.500 años: “entre los ciudadanos no debe haber ni pobreza extrema ni riqueza excesiva, pues ambas engendran grandes males”. ¿Qué dirían Platón y Adam Smith, el padre del capitalismo?

Las cifras de oprobio son escalofriantes. En el mundo capitalista de la abundancia, una persona muere de hambre cada tres segundos y hay 800 millones de hambrientos. 10 mueren cada año Millones de niños menores de cinco  años, y la mitad de esos niños mueren de desnutrición. Doce millones de niños mueren cada año a causa de enfermedades curables, mil millones de seres humanos viven con un dólar al día y otros mil millones no llegan a los dos dólares al día. El 45% de la población mundial no tiene acceso a agua potable y 2.600 millones no tienen saneamiento, mientras que 115 millones no tienen acceso a educación primaria. Veamos la otra cara de esta moneda. 80 personas poseen la riqueza de 2.300 millones de hombres y mujeres.

En 2008 había 1.200 súper ricos, diez años después se redujeron a 80 y ahora 5 años después 26 personas poseen lo mismo que 3.800 millones de seres humanos, según Oxfam internacional. Desde 2010, el 75 % de la riqueza producida en el mundo es captada por el 1% de sus habitantes, mientras que el 99% de la humanidad solo recibe el 25% de la riqueza restante.

En Estados Unidos, país que se considera el pontífice de las democracias y la igualdad de oportunidades para todos los norteamericanos, el 1% de su casta privilegiada se apropiaba del 34,9% de la enorme riqueza de ese país. Su presidente Ronald Reagan ya había defendido esa posibilidad en la década de 1980 cuando declaró sin rodeos que “los ricos producen riqueza, los pobres la usan”. Quizás estaba siguiendo el consejo del financiero estadounidense Bernard Baruch quien años antes argumentó que el gerente de una empresa debe ganar 50 veces el salario de un trabajador.

La realidad del capitalismo lo superó. Hoy ganan 500 veces más en EE.UU.

La estampida que se está produciendo en la dirección del capitalismo mundial es una buena noticia, pero nada se logrará sin el despertar de los pueblos, cuando aún persisten sectores de pobreza que creen en las bondades del sistema que les ofrece la posibilidad de consumismo irracional. Cuanta razón tenía Albert Camus cuando descifraba: «ellos gobiernan porque obedeces». Ahora recuerdo aquel pensamiento de Eva Perón: «triste el pobre que por oler estiércol se cree dueño de las vacas». Completemos la idea con el pensamiento de Voltaire: «si los pobres se ponen a razonar, todo está perdido».

Somos más y nuestras ideas son mejores. No debemos desperdiciar la situación tan especial que la historia nos ofrece hoy. El poscapitalismo ya está en la agenda.

@ffasanomertens

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