¡Cuidado con la oligarquía colombiana!

POR FRANKLIN GONZÁLEZ

«Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme». (El Escorpión a la ranita).

Se ha anunciado que la frontera con Colombia progresivamente se irá abriendo. Se dijo que desde hace unos meses sendas comisiones de Venezuela y Colombia, elaboraron y suscribieron un documento contentivo de los tres puntos para abrir la frontera: 1.El pase de los 4.300 niños venezolanos que estudian en Colombia (que ya se cumplió). 2. La apertura gradual y parcial comercial (comenzó a cumplirse). 3. El paso peatonal masivo (pautado para noviembre).

Las razones que se han esgrimidos por quienes han negociado esa decisión y se encuentran in situ, tienen que ver con propósitos muy loables, como responder a los intereses de los productores de café, de hortalizas, ganaderos, agricultores, de Ureña, San Antonio y en general de todo el pueblo tachirense.

A riesgo de que se me acuse de practicar eso que el sociólogo y filósofo de origen polaco Zygmunt Bauman, llamaría, en esta era de las redes sociales, el «activismo de sofá», que significa un frenético activismo que ocurre desde la comodidad de la casa y la silla donde se descansa y escribe, haré algunas apreciaciones al respecto de esa decisión.

Como primera declaración decimos que, como venezolano de pura cepa, no practicamos el chovinismo ni la xenofobia. La segunda es que lo anterior no nos obnubila de ver la realidad. Lo tercero, es que la frontera es ciertamente una realidad local, que debe tomarse en cuenta, pero es mucho más que eso; con Colombia es una realidad nacional y sobre todo es un tema de geopolítica global. Por tanto, intentamos trascender el funcionalismo que ponen el énfasis en las partes, en este caso en lo en lo local, y aplicar más bien el análisis integrado de la totalidad que pone énfasis en la geopolítica que está en juego.

Uribe, Santos, Pastrana y Samper, los impresentables y cuestionados expresidentes de Colombia que tienen en común haber sido elegidos gracias al fraude y la corrupción, así como ser bribones y cipayos de la decadente y criminal oligarquía de este país, convertido hoy en una ‘narcocracia’.

La realidad habla por sí sola

En Colombia no manda su pueblo, manda su oligarquía y esta ha decidido ponerla al servicio de los intereses de los «poderes facticos» o el «Estado profundo» que gobierna en Estados Unidos.

Algunos analistas llegan a calificar a Colombia como el Israel de América y eso tiene una significación de grandes dimensiones. El Medio Oriente es quizás la zona de mayor inestabilidad política del mundo.

Venezuela, dicho por ellos mismos, es un objetivo político para Estados Unidos y Colombia juega un papel importante en las tácticas y estrategias diseñadas para lograr alcanzar los propósitos buscados.

Los enemigos de la revolución bolivariana son visibles y están bien identificados. Uno es el verdadero dueño del circo, el gobierno de EE.UU., y el otro, el que ha prestado su territorio para armar la agresión contra nuestro país, el gobierno ultraconservador de Iván Duque. Contra la República Bolivariana de Venezuela se desarrolla lo que se conoce como una «guerra híbrida», de la cual hemos comentado en otros artículos.

El territorio de Colombia se ha convertido como en la segunda casa para el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de EE.UU., quien siempre declara que se reúne con su «aliado vital y confiable en seguridad» y durante su presencia en suelo neogranadino ocurren acontecimientos «imprevistos» como «la flagrante violación del espacio aéreo venezolano» por parte de un dron tipo Hermes, perteneciente a la Fuerza Aérea Colombiana.

Pero también ocurren eventos que han alterado la cotidianidad de la población y que llaman poderosamente la atención, como la explosión en una subestación eléctrica en el estado Aragua y el «ataque cibernético» al Banco de Venezuela.

El cuestionado y deslegitimado presidente colombiano, Iván Duque, pidió a Estados Unidos que declare a Venezuela país promotor del terrorismo porque, según él allí se protege a las guerrillas del ELN y a disidencias de las FARC.

El señor Duque, de manera descarada, abierta y aviesa ante el 76° Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, utilizando a Venezuela como «enemigo externo», buscando con ello echarle la culpa de los males internos que aquejan» a su país, afirmó que «los diálogos entre el gobierno interino de Venezuela, que encarna la resistencia democrática, y la ‘narcodictadura’, si bien dan alguna esperanza, no nos permiten ser ingenuos. El único desenlace efectivo de ese encuentro es la convocatoria cuanto antes de una elección presidencial, libre, transparente y con una minuciosa observación internacional».

También dijo que «El fin de la dictadura es el único camino viable para el bienestar del pueblo venezolano y debe ser el propósito de la acción internacional» y como quien tira piedras y esconde la mano dice: «Nosotros no estamos conspirando contra nada, nosotros lo que estamos pidiendo es que haya reverdecer de la democracia en Venezuela».

El mismo personaje vacuo rechazó la participación del presidente venezolano, Nicolás Maduro, en la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Y ahora, una vez que se informa de la apertura de la frontera, anuncia la creación de un comando especial militar que funcionará en Norte de Santander, departamento fronterizo con Venezuela, que tendrá la misión de aumentar el control territorial y combatir el crimen organizado, que estará integrado, nada más y nade menos, que por 14.000 militares de diferentes batallones del Ejército, los cuales realizarán acciones conjuntas con la Policía y recibirá apoyo de la Armada Nacional y de la Fuerza Aérea Colombiana.

Diría un abogado: «a confesión de partes, relevo de pruebas».

Alerta máxima

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha dicho que Iván Duque, encabeza una «conspiración» contra la estabilidad de su país y el nuevo proceso de diálogo entre el Gobierno y el sector radical de la oposición en México.

El mismo presidente venezolano ha alertado sobre las acciones de Colombia contra nuestro país y ha realizado llamados a ubicar a las TANCOL (Terroristas Armados y Narcotraficantes Colombianos) que el EE.UU. ha ido infiltrando en el país para ejecutar sus planes. De allí que se hable de que no son simples grupos de «guarimberos» o pequeños «elementos violentos», sino de una estructura terrorista tipo Estado Islámico (ISIS) preparados para el asalto final. Son mercenarios, narcos y muchos de los cuales han sido traídos desde Afganistán. Según el presidente Maduro, eso constituye una situación muy delicada, por la que pidió nuestro apoyo, antes de que sea tarde.

Mientras tanto, en diversas ocasiones, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de Venezuela (FANB) ha denunciado que desde Colombia se ejecutan permanentemente actos de «injerencismo y provocación».

Diría Simón Bolívar, «la verdad sea dicha» por tanto, concluimos con lo siguiente:

-Cuidado con esos miles de afganos preparados para la guerra y para los asesinatos en serie.

-Con la oligarquía colombiana, parafraseando al Che Guevara, debe decirse «ni un tantito así».

-Preguntamos. ¿Seguiremos hablando de Colombia como la «hermana república» de Venezuela?

-Recordar siempre que la ingenuidad se paga muy caro y los arrepentimientos luego no son la solución.

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