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No obstante que su gobierno se caracteriza por ser totalmente obsecuente a los dictados de la Casa Blanca, el presidente-banquero Guillermo Lasso Mendoza paulatinamente viene siendo cercado por Washington: primero el embajador estadounidense en Ecuador, Michael Fitzpatrick en una clara injerencia en asuntos internos sanciona a unos cuantos altos oficiales de la fuerza pública quitándoles la respectiva visa y calificándolos de “narco-generales”, al tiempo que este 10 de enero anunció igual procedimiento para un número no determinado de jueces de la República.
Aprovechando la profunda crisis institucional del Ecuador, la Embajada estadounidense recurre al argumento de la corrupción generalizada para seguir interviniendo en los asuntos internos, acorralando a un débil mandatario como el banquero Lasso, quien está seriamente comprometido en el caso de la fuga de buena parte de su cuantiosa y opaca fortuna a guaridas fiscales, tal y como quedó al descubierto gracias a la investigación de los denominados Papeles de Pandora.
Dentro de este contexto, Lasso con su rabo de paja requiere sostenerse en el sillón presidencial de Carondelet ante su debilidad política y deslegitimación popular por lo que necesita que Washington no se lo mueva sacando a relucir sus cuentas offshore. Por tal razón el banquero, como ya lo ha dejado entrever, está dispuesto a someterse aún más a la Casa Blanca a costa de la soberanía ecuatoriana.
¿Plan Ecuador en marcha?
Por ello es que el pasado mes de noviembre durante la cumbre climática en Glasgow, en entrevista con la BBC News, sostuvo sin ambages que “es hora de un Plan Ecuador” tutelado y concebido por Washington para enfrentar los problemas de narcotráfico.
El Plan Ecuador del que habla Lasso hace referencia al cuestionado, fracasado y de ingrata recordación Plan Colombia, la estrategia liderada por Estados Unidos para supuestamente combatir a los carteles de la droga en esta nación suramericana entre 2000 y 2015, hoy convertida en un narco-estado, secuestrado por clanes político-mafiosos. Los resultados de dicha estrategia militar que no dio mayores resultados dejó una estela de graves violaciones a los derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales, desplazamientos masivos y procesos judiciales muy lentos para quienes cometieron actos criminales de manera generalizada.
Un programa similar como el que busca implementar Lasso en Ecuador llamando para su coordinación al Comando Sur de los Estados Unidos tendría la misma concepción al que se desarrolló en Colombia en el sentido de que lo que prima es un fuerte componente militar y policial, lo que ha significado un rotundo fracaso, pues ahí están los resultados negativos de la lucha contra el narcotráfico que ha dado Washington en América Latina. A Colombia el Comando Sur y los eufemísticamente denominados “contratistas” y “asesores” norteamericanos (léase mercenarios) le ocuparon siete bases militares y sin embargo no se logró reducir la producción de coca en un solo gramo. ¿Por qué habría de esperarse que lo hicieran en Ecuador?, es la pregunta que se hacen algunos analistas de este país.
Espiral de violencia
En los ocho meses que va a cumplir de gestión gubernamental Lasso Mendoza ha sido incapaz de enfrentar la deteriorada situación de orden público en Ecuador. Por el contrario, lo que se evidencia es una espiral de violencia. En efecto, el aumento de este fenómeno en el país ha mostrado una trayectoria ya conocida: la presencia de más cocaína significó más dinero en efectivo y más armas para las pandillas dedicadas al tráfico de estupefacientes como Los Choneros, los Chone Killers y Los Tiguerones, principalmente. El gobierno, enfocado en controlar la pandemia de Covid-19, no logró contener el creciente conflicto, especialmente en el hacinado sistema penitenciario del país. La diferencia en Ecuador durante 2021 fue que todo esto sucedió más rápido que en cualquier otro lugar del continente.
Las últimas cifras de muertes violentas publicadas por el Ministerio de Gobierno dan cuenta de 2.331 homicidios intencionales con corte a 14 de diciembre. Muerte en las calles y muertos en las cárceles. Cuatro escalofriantes y violentas masacres con un saldo de 329 fallecidos con saña dentro de los centros penitenciarios han sido, quizá, el mayor problema que ha enfrentado el gobierno de Lasso.
A este panorama se suma el alto nivel de corrupción en el sistema carcelario ecuatoriano hasta el punto que múltiples publicaciones han hecho informes periodísticos denunciando que el personal y los funcionarios de las prisiones son totalmente corruptos y los criminales recluidos son quienes las dirigen.
Diáspora ecuatoriana
A la crítica situación de inseguridad social, se suma el fenómeno de la salida de millares de ecuatorianos buscando mejores oportunidades de sobrevivencia en otros países ante la deteriorada realidad socioeconómica.

De acuerdo al periódico digital Primicias, entre enero y agosto de 2021, 111.672 ecuatorianos salieron hacia México y solo volvieron 42.591. En el mismo período de 2019, antes de la pandemia, viajaron 72.427 personas. Es decir, hubo un incremento del 54,19%. Las historias de niñas, niños y adolescentes ecuatorianos abandonados en el desierto mexicano intentando pasar la frontera son escalofriantes y las de muertes también.
El 2022 la gestión de Lasso inicia con un país endeudado: su gobierno no tiene plan alguno para enfrentar el déficit fiscal. Los rezagos de la pandemia siguen, el trabajo informal aumenta y las cifras de desnutrición infantil, según cifras de Unicef son sumamente preocupantes. De acuerdo a los reportes de este organismo de Naciones Unidas, uno de cada cuatro niños y niñas menores de cinco años sufre desnutrición crónica. La situación es más grave para las niñas y niños indígenas: uno de cada dos niños la padece y cuatro de cada 10 presentan anemia. La pobreza por ingresos en Ecuador, considerado un país de ingreso medio alto, alcanzó los mismos niveles del 2010 con el 32,2 % de los ecuatorianos que son pobres: toca sobrevivir con menos de 84,70 dólares al mes, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Como se observa, el panorama económico, social y político es complicado: un laberinto en el cual el país aún no encuentra salida.
Lasso, entre tanto, ha asumido una actitud arrogante para enfrentar el descontento generalizado de la gente con su improvisada gestión. Es una manera de mostrarse fuerte en medio de su debilidad política y de aparentar firmeza, cuando lo cierto es que tiene un gran temor a la protesta social tipo octubre de 2019, y ha tratado de deslegitimarla por todos los medios, inclusive condenando, ya por el solo anuncio de movilizaciones, y anunciando mano fuerte para reprimirlas en caso de que llegaran a realizarse.
Mirar hacia Washington
En esta crítica coyuntura Lasso negocia en el plano interno con los bloques en la Asamblea Nacional bajo la mesa para comprar apoyos políticos; y en el externo está mirando hacia Washington esperanzado en poder implementar un Plan Ecuador de impredecibles consecuencias. Con esta realidad conflictiva es incierto el 2022 para esta pequeña nación andina.