Bamiyan, Babilonia, Palmira, Notre-Dame

POR PEPE ESCOBAR

Los Budas de Bamiyan fueron destruidos por una secta intolerante que pretendía ser seguidora del Islam. El budismo en toda Asia estaba de luto. Pero, en Occidente se lo registró tibiamente.

Lo que quedaba de las ruinas de Babilonia y del museo Nabucodonosor fue ocupado, saqueado y destrozado por una base de US Marines durante la operación Shock and Awe [Choque y Terror] en 2003. Occidente no se refirió al respecto.

En Palmira, un oasis legendario sobre la Ruta de la Seda, vastas partes de la ciudad fueron destruidas por otra secta intolerante que pretendía ser seguidora del Islam, bajo la protección de ciertos «servicios de inteligencia» occidentales. Allí otra vez el Occidente no hizo mención alguna.

En Siria, docenas de iglesias católicas y ortodoxas fueron totalmente quemadas por la misma secta intolerante que pretendía ser seguidora del Islam, protegida y armada, entre otros, por los USA, Gran Bretaña y Francia. Occidente no le prestó ninguna atención.

Nôtre-Dame, que puede ser considerada desde varios puntos de vista como la Matriz de Occidente, fue en parte consumida por un incendio teóricamente accidental.

Sobre todo el techo: cientos de vigas de roble, algunas de ellas del siglo XIII. Desde el punto de vista metafórico, el hecho podría interpretarse como el incendio del techo que cubre la cabeza colectiva de Occidente.

¿Mal karma? ¿Finalmente?

Vayamos a lo concreto.

Nôtre-Dame pertenece al Estado francés, que había totalmente abandonado esta joya del arte gótico que perduró ocho siglos.

Fragmentos de arcadas, de quimeras, bajorrelieves y gárgolas caían constantemente al piso para luego ser conservadas en un depósito en el fondo de la catedral.

El año pasado, Nôtre-Dame recibió un cheque de 2 millones de euros para la restauración de la flecha, la que se quemó durante el incendio y luego cayó.

La restauración entera de la catedral habría costado 150 millones de euros, según el más grande experto mundial de Nôtre-Dame, que resulta ser un estadounidense, Andrew Tallon.

En los últimos tiempos, hubo una guerra entre los conservadores de la catedral y el Estado francés.

El Estado francés recibía, por lo menos, 4 millones de euros por año y obligaba a los turistas a pagar una entrada para visitar las dos torres gemelas (campanarios), pero solo gastaba 2 millones de euros para el mantenimiento de Nôtre-Dame.

El rector de Nôtre-Dame se negó a obligar a pagar la entrada a la catedral –como ocurre, por ejemplo con el Duomo de Milán.

Nôtre-Dame sobrevive esencialmente gracias a las donaciones, que sirven para pagar los salarios de tan solo 70 empleados que deben, no solo asegurar el control de las hordas de turistas, sino también organizar ocho misas por día.

Lo que propone el Estado francés para tornar menos penosa la tarea: organizar una lotería de beneficencia. Claramente, privatizar lo que en verdad es de competencia, responsabilidad y obligación del Estado.

Entonces sí: Sarkozy y Macron y sus gobiernos en su totalidad son directamente e indirectamente responsables del incendio.

Y ahora es la hora de Nôtre-Dame de los millonarios.

Pinault (Gucci, St. Laurent) se comprometió a aportar 100 millones de euros de su fortuna personal para los trabajos de restauración. Arnault (Louis Vuitton, Moët Hennessy) duplicó la oferta y se comprometió a donar 200 millones de euros.

Entonces ¿por qué no privatizar este soberbio conjunto inmobiliario, a la manera del «capitalismo del desastre»? Bienvenida al condominio Nôtre-Dame, departamentos de lujo, hotel y centro comercial incorporado.

Traducido por Cristina Santoro.

Editado por Fausto Giudice (Tlaxcala).