
POR HÉCTOR PEÑA DÍAZ
«El código común de conducta era la corrupción del elector».
CSJ*
No puede ser, me digo en voz alta, mientras escucho las denuncias de Aida Merlano en la entrevista de dos largas horas que una reconocida periodista le hizo en Caracas. Tomo papel y lápiz, anoto las líneas gruesas de lo que dice. Ella, da la impresión de estar herida y humillada por los secuaces en quienes confió, y como Tommaso Buscetta, el mafioso italiano que traicionó a la Cosa Nostra, parecería dispuesta a romper esa ley no escrita en los códigos mafiosos y criminales: la ley del silencio (en el caso de la mafia siciliana: la omertà).
Aida Merlano fue condenada por la Corte Suprema de Justicia a la pena de quince años de prisión por concierto para delinquir agravado, corrupción al sufragante y tenencia de armas de fuego. Este hecho es relevante para entender el asunto. No sé cuántos colombianos que descalifican o dan por ciertas las denuncias de Merlano han leído la sentencia del alto tribunal. Me leí las 195 páginas de la providencia y voy a echarles una mano para ilustrar quizás a esa opinión informada y ecuánime.
La Corte deja en claro «Que existía una organización, jerárquicamente organizada para cumplir los fines criminales establecidos por sus organizadores, que de tiempo atrás venían ejecutando esta labor para obtener resultados electorales favorables», pero circunscribe el objeto de su juicio a una pieza pequeña de una gran maquinaria y en lugar de ampliar su pesquisa al complejo y extenso aparato criminal que trasciende Barranquilla y la costa Caribe para extender su red de corrupción a todas las regiones donde la clase política tradicional ejerce su influencia, se limita (en un tiempo récord de dos meses) a corroborar el dicho de dos testigos y el informe de policía judicial sobre el allanamiento a la “casa blanca” donde se encontró la prueba del delito.
La Corte sigue su rastreo y nos cuenta, de acuerdo con un experto en temas electorales: «que en la campaña del 11 de marzo de 2O18, la aforada pudo haber invertido más de siete mil millones de pesos en la compra de votos». Además que «de la parte administrativa, logística y del dinero para los gastos de la campaña se encargaba JULIO GERLEIN».
Ahora bien, la Corte es clara en afirmar que «la estructura criminal a la cual perteneció MERLANO REBOLLEDO fue constituida por medio de las distintas coaliciones existentes entre las familias del Departamento del Atlántico, conocidas como los clanes GERLEIN, CHAR y NAME, los cuales han liderado y ocupado por lustros los principales escaños de orden político». Y no duda en señalar que «la mayoría de estas personas fueron financiadas económicamente por el empresario barranquillero JULIO GERLEIN ECHEVERRÍA, quien presuntamente haría parte del entramado criminal, y que entre otros propósitos, tenía el de lograr que su hermano ROBERTO permaneciera en el poder, ya que venía ocupando el cargo de Senador de la República desde hacía varios períodos constitucionales”. Sin embargo, como dije, la Corte no saca las consecuencias de esta constatación y como tienen la presa en la jaula, no se ocupan de los pájaros mayores, que vuelan libres en pos de otras alturas, y firma la sentencia condenatoria.
Merlano era una ficha, lo sabemos. Y en ningún momento durante el proceso acusa a los Gerlein o los Char de nada indebido, les cuida la espalda y niega los delitos de los que se le acusa. ¿Qué pasó entonces? No se sabe, pero se puede inferir que al verse condenada a quince años sin que sus cómplices de arriba (sus “protectores”) hicieran nada por sacarla del berenjenal jurídico, se sintió abandonada y optó, o por lo menos, lo intentó según ha dicho, colaborar con la justicia para un tratamiento más benigno. Entonces, ahí viene la fuga y el guión de una película de aventuras que parece todo lo que ha sucedido. Luego, vienen las dos declaraciones de Aida Merlano; la primera ante una autoridad venezolana y la segunda, la entrevista al semanario colombiano. Ella denunció que un guardia que la cuidaba después de la fuga, abusó sexualmente de ella y ni un lamento ni una condena sobre ese crimen se leyó o escuchó en los medios. Pero vamos a la relación que quiero establecer: lo que ella denuncia en dicha entrevista no es una especulación como la que podría conjeturar un periodista que investiga, sino una experiencia, nos cuenta algo que vivió en carne propia. Cuando por ejemplo, dice: Julio me llamó y me dijo tal cosa de una reunión o que con Duque estoy haciendo una gran inversión (aquí se habla de que Julio Gerlein y Faisal Cure entregaron seis mil millones a la campaña de Duque), se está refiriendo a un hecho concreto, algo que sucedió realmente.
Aida denuncia lo que siempre se ha dicho: que se compran votos, que se roban las elecciones, que el dinero sale de las coimas de los contratos, que se venden los cupos indicativos, pero que lo diga alguien de ellos, que ha militado en el Partido Conservador, es lo que es verdaderamente subversivo, en el sentido, que el Establecimiento le ha dado a esta expresión. Hay cierta expiación en su denuncia, paradójicamente, al estar en Venezuela siente más libertad para decir lo que ha dicho, por muchísimo menos más de uno en Colombia ha sido asesinado.
Ella está en el nudo de algo complejo: la alianza pragmática de dos sectores de la derecha que por ningún motivo quieren perder las riendas del poder y que están comprometidos hasta los tuétanos con los intereses de los ‘cacaos’. La reacción ha sido quitarle hierro a las graves denuncias, minimizar su impacto y satanizar a Merlano. El presidente (es un decir) fabula: “mi campaña siempre tuvo por delante la decencia”, como si se tratara de eso; los medios, una de dos: embolatan o silencian. La Corte hace lo que le corresponde y con base en las denuncias abre una investigación contra el senador Char, pero no hay que olvidar que en la sentencia la misma Corte había dicho que «del acervo probatorio estudiado por la Sala se da cuenta de la presunta realización de conductas punibles por parte del senador ARTURO CHAR…, se compulsarán copias para que se les investigue penalmente ante la Sala de instrucción de la Corte Suprema de Justicia a quienes tiene fuero constitucional y a la Fiscalía General de la Nación a los demás integrantes de la organización».
El Fiscal general Barbosa nos habla modestamente de su grandeza y se va por las ramas, como si su obligación no fuese investigar y resolver de modo práctico los obstáculos que impidan la investigación. Se ha perdido una oportunidad de oro para iniciar una purga general, para adelantar una especie de “maxiproceso”, como los que se adelantaron en Italia contra la mafia en el que un grupo de jueces y fiscales concentraron las investigaciones y golpearon duramente esas estructuras criminales o aun como el proceso “manos limpias” que develó la corrupción de los principales partidos políticos italianos de la posguerra en contubernio con grandes empresarios e industriales de la península.
Todo hiede, ¿cuál es el aire moral que respiramos? Los miembros de la clase política en vez de poner sus barbas a remojar, siguen en las mismas y nos dejan ver ‘conejos’ en sus declaraciones de renta, eso sin hurgar mucho y dado que el papel aguanta todo, parecen una pobre viejecita sin nadita que comer que no tienen con qué pagar los impuestos que le correspondería. Alguien dice con sorna: aquí no pasa nada porque pasa todo y nos reímos porque el cinismo echó raíces profundas y se transformó en un árbol que le hace sombra a la verdad de las cosas.
Como a Casandra que profetizó la ruina de Troya, muchos dicen que no hay que creerle a Aida Merlano, pero ante tanta bellaquería e ilegitimidad de los que nos gobiernan, el río subterráneo de la indignación busca su cauce y tal vez algún día nos liberemos de las condenas a las que estamos predestinadas la estirpes de Macondo.
*Las citas están tomadas textualmente de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia SEP 0010-2019, Radicación No 52418
https://www.elheraldo.co/archivo/este-es-el-texto-integro-de-la-sentencia-aida-merlano-665970
Voto, m. (Colombianismo) Moneda de curso forzoso electoral. Llave maestra de la corrupción. «Tú me ayudas, yo te ayudo, tú me apoyas, yo te apoyo»