Un serio golpe acaba de sufrir la economía
nacional. El 16 de agosto pasado, las acciones registradas en la Bolsa
de Valores de Colombia padecieron la mayor pérdida entre las
bolsas de América Latina, con una reducción de su valor
de nueve billones de pesos. El peso fue la moneda que más se
devaluó frente al dólar en el mundo, devaluación
que es la segunda mayor en la historia del país, tendieron
al alza las tasas de interés y perdieron grandes sumas los
tenedores de TES, entre ellos los fondos de pensiones y cesantías,
es decir, los colombianos rasos, porque los propietarios de dichos
fondos no ganan por tener éxito en su administración,
sino por el simple hecho de administrarlos.
Hasta los analistas del establecimiento, como Rudolf Hommes, coinciden
en alertar sobre el futuro de la economía nacional, al decir
que "lo más probable" es que los capitales golondrina
que venían a Colombia regresen al extranjero (y ya lo están
haciendo) o dejen de venir, y que ello hará más difícil
y costoso el endeudamiento externo. El Índice Embi, que mide
la diferencia entre el costo de la deuda de los países y la
tasa de los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, pasó de 95
a 201 puntos desde junio. Carlos Caballero Argáez explicó
que el país de América Latina que más depende
del crédito y la inversión extranjera para pagar sus
importaciones y su deuda externa es Colombia, con un déficit
de la cuenta corriente de la balanza de pagos que equivale al 3,2
por ciento del PIB, lo que agrava las consecuencias de los mayores
costos del endeudamiento y de la corrida de los inversionistas. Para
completar, por cada peso que sube el dólar la deuda externa
del gobierno crece 28 mil millones de pesos, y este ha subido 200
pesos en el último mes. La burbuja especulativa seguramente
llegará a su fin.
Ante semejante situación, quienes le creen a Álvaro
Uribe todos sus cuentos se estarán preguntando: "¿Será
que el Presidente decidió desmontar la 'seguridad democrática'?
¿Por qué lo haría si a ella se debía el
buen desempeño económico?". Ironías aparte,
la cara positiva de lo que ocurre es que los hechos, otra vez los
hechos, confirmaron que así como los actuales problemas del
país vienen del exterior, la causa principal del crecimiento
durante este gobierno no obedeció a la "seguridad democrática",
sino a los efectos del auge de la economía mundial, y no solo
por los mayores precios del café y de las otras materias primas
que exporta Colombia. El propio Oscar Iván Zuluaga puede dar
fe de las constancias que se le dejaron al respecto, las cuales incluyeron
la crítica a la negligencia del gobierno frente al probable
tsunami económico que se estaba gestando por fuera de las fronteras
nacionales desde hacía rato.
En junio de 2006, por otra caída de las bolsas, en esta columna
se alertó sobre el reflejo en el país de los problemas
que ya vivía la economía mundial. Además, la
actual crisis empezó con la del mercado de la vivienda en Estados
Unidos el año anterior, e incluso se enquistó desde
antes, cuando la Reserva Federal norteamericana redujo, en los inicios
del siglo XXI, la tasa de interés a casi nada, para superar
la crisis de la burbuja especulativa del Internet. Y aunque nadie
tiene la certeza de lo que pasará, sí hay consenso en
que, por lo menos, se reducirá el crecimiento de la economía
mundial, al tiempo en que aumentan los que pronostican una recesión
en Estados Unidos y en el mundo. Si así fuere, lo que se discutirá
en Colombia no será el tercer período de Uribe, sino
si terminará el segundo.
La crisis hipotecaria de Estados Unidos contagió al resto del
sector financiero de ese país y al de Europa y Japón,
pues estos también especularon con las llamadas hipotecas subprimes,
las cuales no fueron catalogadas como estafas a largo plazo porque
contaron con la bien paga alcahuetería de las supuestamente
pulquérrimas firmas calificadoras de riesgo. Afirmó
un especulador: "Los préstamos de alto riesgo (subprimes)
eran lo que llamamos préstamos de neutrones: matan la gente
y dejan intactas las casas". Pero el problema es más profundo,
en razón de que nace de la esencia misma del "libre comercio",
que convirtió toda la economía mundial en el paraíso
de los especuladores de todos los tipos, y porque el Imperio norteamericano
padece por dos cifras que están en la base de los problemas
globales: importa más de lo que exporta por 818 mil millones
de dólares al año y sus gastos estatales superan los
ingresos corrientes en 430 mil millones de dólares anuales.