Es verdad que Juan Manuel Santos traicionó
a Álvaro Uribe. Se cumplió la advertencia de Daniel Coronell
cuando en la campaña electoral dijo que Santos era el único
uribista capaz de traicionar a Uribe, hecho que explica su estrellón.
Pero está por aclararse que ese pleito es por razones de forma
y no de fondo, lo que no elimina la traición, porque el acuerdo
que llevó a Uribe a elegir a Santos fue sobre qué promover
desde el gobierno, pero también sobre cómo hacerlo. ¿Si
el candidato Santos le hubiera advertido al presidente Uribe que iba
cambiar la manera de promover los "tres huevitos", habría
sido el jefe del Estado? ¿O si le hubiera anunciado que cambiaría
el estilo de enfrentar al gobierno venezolano y a las Farc?
Por ruido que haga esa disputa, ello no significa que sea, realmente,
de fondo. Porque puede demostrarse que Santos y Uribe son bastante más
parecidos y coincidentes que diferentes y contradictorios, si se miran
a profundidad las cosas. Para comprender mejor esta riña, de
cómo lo agudo de una controversia no debe confundirse con su
profundidad, los colombianos tienen a la mano peleas incluso violentas
entre compadres por un partido de fútbol o las de Lleras y Turbay,
Ospina y Gómez o Pastrana y López, al igual que un caso
dramático en extremo: la violencia liberal-conservadora provocó
cuatrocientos mil muertos, pero los jefes de ambos partidos la terminaron
con el simple acuerdo de aplicarle el tapen-tapen a ese horror, repartirse
poder político, burocracia y contratos al cincuenta por ciento
y continuar con las mismas orientaciones económicas y sociales
en las que coincidían desde antes de la matanza.
En lo que tiene que ver con la estructura económica, social y
política imperante, Santos y Uribe, al igual que Gaviria, Samper
y Pastrana, siguen las fórmulas del Consenso de Washington, que
determinan, para mal, toda la vida del país. Por ejemplo, es
innegable que los une el respaldo a los tratados de libre comercio,
aun cuando el ministro de Agricultura tenga el descaro de lavarse las
manos presentando a su gobierno como una víctima de la administración
anterior en este aspecto. Y Santos y Restrepo continúan con la
política agraria de Uribe y Arias, exceptuando la restitución
de tierras, que no tiene poder suficiente para modificar el modelo Carimagua
en aplicación, y menos si no se cumplen, como no se cumplirán,
las promesas de restitución de Santos (http://db.tt/Em9mKTgW).
En cuanto a las relaciones con Venezuela, tan no son estratégicos
los cambios, que cuentan con el respaldo de Washington, que tiene a
Santos como su mejor espolique contra los gobiernos rebeldes del continente.
Y cómo no respaldarlo si, ya como Presidente, confesó:
"Yo soy pro estadounidense" (Semana, Feb.12.11). De otra parte,
Santos ha insistido en que no adelanta el proceso de paz con las Farc
para entregarles el poder o acordar transformaciones de fondo en el
país, sino para que cese la confrontación armada.
Que se hagan votos para que concluya con éxito el proceso de
paz no debe llevar a respaldar a Santos ahora ni en su reelección.
Porque es el jefe máximo de las concepciones que históricamente
le han impedido a Colombia liberarse del anquilosamiento productivo
y la pobreza, con una particularidad también repudiable: son
tantas sus destrezas en el arte de engañar, que engatusó
a Uribe y confunde a quienes no entienden el verdadero alcance de sus
políticas, al tiempo que les brinda coartadas tramposamente progresistas
a unos que sí saben cuál es el fondo de sus astucias.
Colombia solo podrá superar sus gravísimos problemas una
vez las mayorías ciudadanas decidan respaldar una opción
de transformación democrática profunda y dejen de escoger
entre quienes defienden las políticas que mantienen un statu
quo inicuo, así sea con matices diferentes. Como su propuesta
de convergencia y salvación nacional es la única capaz
de empezar a sacar a Colombia de la gravísima crisis en la que
se debate, el Polo no caerá en la trampa de respaldar a Santos
tras el señuelo de contener a Uribe.
Coletilla: Contundente la demostración de Manuel Sarmiento sobre
la conspiración del santismo contra la tutela en salud (http://db.tt/15Qj3Xe6).
El consejo de ministros debe declarar impedido a Alejandro Gaviria para
la reforma a la salud (http://db.tt/qj1lKPpT). Escandaliza el roscograma
del santismo con las EPS (http://db.tt/IrLKl2D8).
Bogotá, 12 de abril de 2013.