ACUERDOS CON ESCOPETA


Por Juan Manuel López Caballero

Cuando estaba pequeño aprendí de mi padre que la peor manera de alcanzar algo que depende de otra persona era 'negociar con escopeta', tratar de imponerlo a las malas.

Esto que ha intentado el presidente Uribe se podría llamar buscar acuerdos con escopeta.

Es clara la contradicción que esto implica, pero a eso no se le da importancia cuando se trata de un manejo de imagen o de buscar un objetivo diferente al que en apariencia se presenta.

Acudiendo al eslogan de 'no repetir el Caguán', Uribe se ha negado a cualquier posibilidad de despeje para hablar de un acuerdo humanitario. Aún en el caso de la 'zona reducida de encuentro' en Florida y Pradera, propuesto por los países mediadores (Francia, España y Suiza) y avalado por los 12 Congresistas demócratas americanos que opinaron que era una posible solución (por solo 30 días, contra un término indefinido y una duración de tres años cuando el Caguán; en un territorio menor al 1% del aquel; y la agenda limitada a la forma del intercambio, a diferencia de entonces donde se habló de todo y habló todo el mundo).

Así el Presidente se encerró en una sinsalida, pues hoy ceder implicaría reconocer que lo padecido por los retenidos y sus familias (y por el país) durante este tiempo no tenía razón de ser diferente de su terquedad o soberbia.

Inventó ahora, con la excarcelación de guerrilleros y bajo la falsa imagen de un acto generoso (lo cual no es, porque está motivado en una expectativa de obtener beneficios), lo que algunos ven, como una jugada maestra.

La idea es que si las FARC liberan a alguien gana la política de Uribe, y si no lo hacen es prueba de la perversidad de ellas y confirma que no quieren sino el despeje; y, respecto al respaldo del G8 -logrado gracias a la gestión de Sarkozy, y del gusto que se le dio con la liberación de Granda-, si las FARC no actúan en reciprocidad, esa opinión mundial que siempre ha estado en contra del rescate armado tendría que respaldarlo.

Lo que pasa es que esa genialidad tiene varios 'peros':
Uno de ellos, que es ilegal: -Tanto la Ley de Justicia y Paz como la de Orden Público -que suponen ser la base jurídica para esta operación-, se refieren a 'grupos armados' según los define el Derecho Internacional Humanitario y no con particulares no combatientes como son los excarcelados, sean ellos afiliados, desertores o disidentes de tales grupos. La razón de esto es que tales leyes tienen por propósito autorizar acuerdos con interlocutores capaces de decidir sobre la paz, y es evidente que no es con los liberados que se cumple ese requisito; son normas excepcionales para negociar alrededor de la paz, no para justificar intentos de victorias políticas.

Otro tema es que la ayuda del Gobierno Francés no es por su amor a Colombia sino por la calidad de ciudadano francés que tiene Ingrid Betancourt; no es por solidaridad ni como respaldo al Gobierno que les interesa su liberación; cumplen con su obligación de buscar ese resultado y no lo atan a la suerte que corran los otros retenidos.

Y no será, como piensan muchos, una jugada 'inocua' porque es poco probable que las FARC reaccionen liberando a alguien: acabe o no la opinión internacional apoyando los rescates a sangre y fuego, el intento de imponer unilateralmente una solución es prescindir del dialogo y vuelve cada vez más distante la posibilidad del canje humanitario.