DE LOS PÁJAROS Y LAS ESCOPETAS


Por Juan Manuel López Caballero

Las críticas de los amigos de Uribe al retiro de Venezuela del CAN tienen algo de 'los pájaros tirándole a las escopetas'. Si algo desencadenó ese final de 'una muerte anunciada', fue la decisión de Colombia y Perú de dar preferencia al TLC con Estados Unidos. Vale la pena analizar en quien recae la responsabilidad de este infortunado paso y quien sufre las consecuencias.

Es claro que no fue esta una consideración comercial sino una consecuencia de planteamientos geopolíticos. Chávez y Uribe se identifican en muchos puntos en el modo de gobernar, y mal podría eso distanciarlos; en cambio son radicales contradictores en cuanto a la orientación de sus gobiernos: tienen ambos visiones y métodos afines al totalitarismo pero para extremismos opuestos, el uno de izquierda y el otro de derecha.

Esta situación se refleja en lo interno y lo externo: se da un paralelo (y algún vínculo) con el caso de las guerrillas y los paramilitares en el contexto nuestro, donde no son los métodos (de subversión, de delincuencia, y de barbarie) lo que distingue esos grupos, sino el modelo de Estado y de Sociedad que proponen y defienden, el cual coincide respectivamente con las simpatías de cada uno de esos gobernantes. Y en lo externo coincide con la polarización alrededor de las políticas neoliberales ('el gobierno del mercado, por el mercado y para el mercado') y 'antiterroristas' de Bush, las cuales Uribe ve como 'redentoras' y Chávez considera imperialistas. Es como consecuencia de esto que el mandatario de Venezuela considera que son opciones excluyentes las que desarrollan uno u otro modelo.

Dentro de la famosa 'libre determinación' de cada país, no compete a los habitantes del uno calificar al mandatario del otro. Pero en cambio si evaluar los pros y los contras de la situación creada en el propio.

En lo geopolítico es solo un paso más que aleja a Colombia de sus vecinos. Semeja algo a la situación de Israel en la que entre más enfrentamiento tiene con el vecindario más ayuda recibe y más se amarra a los Estados Unidos. Como según la vieja máxima quien no conoce la historia está sentenciado a repetirla, no es de descartar que la simpatía de Chávez con la propuesta ideológica de la guerrilla y su confrontación con Bush, y/o la afinidad de Uribe con la visión de los paramilitares y la adhesión al mandatario americano, lleven a confrontaciones mayores. Al fin y al cabo, como lo han destacado casi todos los analistas, el gobierno colombiano es el esquirol con el que el Gobierno americano trata de oponerse a la rebelión que empieza a caracterizar lo que era 'el patio de atrás'.

Como son modelos opuestos, es relativamente natural que lo que uno ve como bondad en el TLC el otro lo ve como negativo. Lo que no es correcto es argumentar en falso para evadir las responsabilidades y la realidad de los resultados.

En ese sentido, la presentación de que Chávez solo busca un pretexto porque Colombia tomó en consideración los intereses venezolanos puesto que se beneficiarán de las importaciones americanas (como lo defiende la página Web de nuestro Mincomercio) es falaz en cuanto hace caso omiso de la apreciación que ese Gobierno y ese pueblo -y la inmensa mayoría de la población latinoamericana- tienen de esos tratados. Y asegurar que al negociar no se olvidaron los compromisos con el resto del CAN 'porque se contó con la autorización de la resolución 598' es mentir, puesto que ella misma contemplaba "resguardar los valores, principios y ventajas de las integración andina", "tomar en cuenta las sensibilidades comerciales de los otros socios andinos", y "mantener un apropiado intercambio de información y consulta", requisitos que evidentemente no se cumplieron (y que por ejemplo en el caso de la soya motivan el distanciamiento de Bolivia).

Como si fuera poco, el artículo 9 de nuestra Constitución dice: "la política exterior colombiana se orientara hacia la integración latinoamericana". Y además debemos recordar que el viaje de Uribe no fue a tratar de convencer a la contraparte americana que cediera en sus imposiciones, sino a negociar con los voceros nacionales unos subsidios para que fuéramos nosotros quienes las aceptáramos.

Las consecuencias aún no las sabemos, pero el primer socio comercial actual para Colombia es en últimas Venezuela, pues supera largamente a EE.UU. en productos no tradicionales, los cuales son el objetivo de la apertura y la globalización. Las condiciones naturales de vecindario y de país consumidor -gracias al ingreso petrolero- hacen que tienda a la importación de bienes básicos e intermedios como los que Colombia tiene la vocación de producir. Las economías complementarias y la frontera y los lazos comunes (entre otros la inmigración colombiana allá) nos dan ventajas comparativas sobre cualquier posible competencia. El crecimiento de las exportaciones (el último año 600 millones de dólares o un 30%), los canales ya creados y su volumen (las exportaciones hacia Venezuela son del orden del 15% de las ventas al exterior), y la mínima porción que en relación al ingreso de ellos significa (menos del 3%) indican el potencial y la dinámica que ya tiene este mercado y muestran un potencial más inmediato y más concreto que la ilusión del mercado americano, en el cual nos tocaría ganarle a países que en comparación con nosotros tienen grandes ventajas para competir (v.gr. México o China).

Y si el perjuicio en el comercio con Venezuela puede ser grande, proporciones guardadas esto se repite para toda la CAN, de la cual Colombia es el principal partícipe pero sobre todo el primer beneficiario, representando el 48% del total de sus operaciones y más del 25% de nuestro comercio exterior (sobre todo en productos no tradicionales).

Aún en el caso de que el presidente venezolano estuviese equivocado en su modelo, o que sus argumentos fueran solo pretextos para echar a otros la culpa, es innegable que quien más tiene para perder con su retiro del CAN es Colombia (independientemente de pájaros o escopetas).