LAS ELECCIONES DE ESTE AÑO
Por Juan Manuel López Caballero

Los 'análisis electorales' coparán seguramente los periódicos este año.
Infortunadamente eso ocultará el hecho ya aceptado y 'notorio' que lo que se pretende no es escoger entre unas propuestas, unas orientaciones y unos programas definidos y diferentes, para ver cuál es el que más conviene y más aceptación tiene en el país, sino la competencia es alrededor de cómo se puede y quién logra alcanzar el poder: lo que motiva a los candidatos -con muy escasas excepciones- no es el servir al país y a la población sino el ser importante y poderoso; pesa más la ambición y la vanidad que la vocación de servicio.

La democracia, por ser un sistema de elección por votos, tiene el peligro y la tendencia a que se puede acabar escogiendo simplemente a los más hábiles y capacitados para conseguir votos y no los más idóneos para los cargos.
A esto se adicionan las condiciones locales, donde la violencia generalizada se ha convertido tanto en causa como en instrumento de las luchas políticas, lo que hace que se desfigure aún más el voto ciudadano como expresión de las necesidades del votante.

Y el funcionamiento natural del patrón de orden social actual hace que éste se aplica también al proceso político con el sistema y modelo de mercado, y se convierte en lo que llaman corrupción y clientelismo, o sea la compra de votos (con billetes o en especie) y la expectativa de quienes financian a los candidatos de recibir beneficios por ello.

Los jefes políticos que solo por ver mayores posibilidades de salir elegidos salieron de los partidos tradicionales a crear nuevas organizaciones sin orientación ideológica alguna, sin reglamentos o estatutos, y que no presentaban programas concretos -o sea que de partidos políticos no tenían nada-, hoy por la misma razón se reagrupan.

Por eso hay tanta coincidencia respecto a lo que se espera sucederá: analistas económicos y políticos ven como obvio que se darán unas alianzas de Cambio Radical y el Partido Liberal Oficialista (no el del pueblo) de un lado, y entre la 'U' y el Partido Conservador del otro, quedando un Partido Verde y un Polo Democrático Alternativo un poco como incógnitas y a la deriva.

El cómo salir elegido a título personal es lo único que motiva a cada candidato. Y si hay lealtades o adhesiones es a otras personas -normalmente porque con ellas han logrado puestos o poder y se crean lazos de reciprocidad-.

Lo grave es que es desde la máxima dirigencia del país que esto se ha propiciado; primero con los acuerdos del Frente Nacional por parte de quienes defendieron y aún defienden la idea de que los pactos entre los partidos -tal vez la hoy 'unidad nacional'- es la que garantiza la paz (así los resultados hayan demostrado que solo se logra la paz de los partidos políticos, y a costa de una represión y una injusticia social muy grandes); y más recientemente por el supuesto modelo ´comunitario´ implementado por Uribe (con las consecuencias no solo de acabar con los partidos políticos y los procesos que con ellos se desarrollan, sino con todos los 'efectos colaterales' que hoy tanto lo cuestionan).

Lo paradójico es que lo que hace falta son líderes de partido que no estén tan interesados en ganar elecciones como en defender posiciones; que antes que saber cómo llegar al poder tengan la respuesta a '¿el poder para qué?'

Enero 13 de 2011.