LO QUE DEJAN LAS ELECCIONES
Por Juan Manuel López Caballero

Fue un gran triunfo de Santos y de Uribe. También un éxito de Vargas Lleras y Cambio Radical. Y el paso de Mockus a segunda vuelta, aún si fue con una votación mucho menor de lo esperada, se puede ver como un reconocimiento a sus planteamientos.

El Polo a su turno reivindica como un logro el superar la votación de las parlamentarias (a pesar de que su candidato no llegó a la mitad de los votos del anterior).

Y aunque los azules en los comicios desaparecieron, su doctrina queda triunfante y con ello su cuota burocrática bastante asegurada.
Todos ellos ganaron algo con esos resultados. No así el Partido Liberal.

La lógica y la decencia señalan que la dirigencia del PL debe entregar la dirección a quienes no compartieron la línea que llevó a esta catástrofe: a quienes no están en el neoliberalismo y el apoyo a los TLC; a quienes se han opuesto a los 'acercamientos al centro' y la búsqueda de puntos de acuerdo con quienes respaldan los horrores y los discutibles resultados producidos por las políticas seguidas bajo este gobierno; a quienes han defendido los postulados de la socialdemocracia que están inscritos en los estatutos; a quienes acepten e implementen los cambios aprobados en la Constituyente Liberal haciendo que los sectores sociales tengan tanto peso como los parlamentarios; a quienes no comparten la orientación y el manejo de las relaciones internacionales. En una palabra devolver el Partido a su esencia, y a esa masa popular que lo abandonó porque no veía que respondiera a lo que esperaban de él.

La dificultad es que, más que reconocerse como sepulturero, el Gavirismo siga como quinta columnista buscando alinear al partido con el pensamiento y los lideres con quienes coincide (Santos y Uribe); de la otra -aún más grave- que no aparecen en el sector progresista uno o varios líderes con la jerarquía evidente para ejercer ese cargo y esa representación.

La tarea del Partido y de Pardo como su director -a pesar de ser más una víctima que el responsable de la situación- debe ser adelantar un proceso para seleccionar unos voceros que puedan asumir tal función.

Queda abierta la gran pregunta de si Colombia queda entre los ganadores o los perdedores.

Respecto a la coyuntura se abre mucho a la discusión, en cuanto a la conveniencia o no del continuismo de las políticas internacionales, de Derechos Humanos, de inversión (o ausencia de inversión) social, de la misma 'seguridad', y en general de la orientación que se le ha dado y se le dará al país.

En cuanto lo más permanente y más relevante, o sea la evolución o avance del país hacia unas condiciones de desarrollo mejores, hay menos ambigüedad.

Se confirmó por un lado que en nuestras reglas del juego no es requisito ni la honestidad, ni la legalidad, ni la lealtad y que todos horrores sucedidos bajo este gobierno (lo más que conocidos: cohechos, falsos positivos, chuzadas, relaciones indeseables, etc.) no producen sanción social o política alguna.

Por otro, que quedamos en las manos de una voluntad personal, sin modelo de desarrollo que sirva de referencial para tomar y valorar lo apropiado de la medidas que se tomen.

Y por otro que la institucionalidad política de partidos que encauzan y representan los intereses de sectores poblacionales queda derruida y sustituida por la capacidad de un individuo de promoverse por cualquier medio, o por todos los medios.

Junio 3 de 2010.