UN PAÍS ENFERMO
Por Juan Manuel López Caballero

Produjo la Corte Suprema dos decisiones que pueden servir de diagnóstico del país. En una sentenció al ex senador Álvaro García a 40 años de prisión; y en la otra dictó auto de detención contra el ex senador Mario Uribe.

La culpabilidad que encontró la Corte es algo mucho más grave que el constreñimiento del voto, pues no se limita a lo que significó en el campo electoral: en términos simples en el caso de García se estableció que fue determinador en una matanza, y en el de Mario Uribe se le sindica de que utilizó el mismo amedrentamiento para adquirir predios a las malas o a precios irrisorios.

Los analistas han estudiado el significado de esto en diferentes aspectos:

Por un lado están quienes destacan lo que sucede como si fuera del campo de la política, algunos para proponer que más que una decisión jurídica su origen es de esa naturaleza, otros para señalar lo que puede representar en las relaciones entre el ejecutivo y el poder judicial, o entre el poder uribista y la actitud tomada por la Corte ante él.

También se ha tocado el tema de la imagen que se proyecta del país en los escenarios internacionales y cómo ven esto en otras partes. Poco entran en consideración los aspectos anteriores y lo que se ve desde afuera es una situación muy precaria y muy peligrosa cuando los mecanismos democráticos llevan a este tipo de casos.

Estamos ya no solo ante la parapolítica (el paramilitarismo al servicio o en coyunda con la política) sino ante la variante de que el conjunto de política y paramilitarismo se ponen al servicio de otros propósitos en los que tanto los objetivos como los medios configuran otros delitos.
A lo que menos atención se ha prestado es a lo que significa en sí mismo que se presente tal comportamiento en las más altas dignidades del Estado. Nos concentramos en aspectos del contexto pero sin detenernos a pensar en lo central. Estamos ante algo parecido al alcohólico que cuando toma busca y encuentra explicaciones para justificar porqué lo hace, pero siempre negándose a aceptar que lo que tiene es una enfermedad.

Solo hasta que reconoce eso y decide afrontarlo comienza su curación.

En el caso de nuestra sociedad no hemos logrado ese paso. Por el contrario, al Gobierno que tenemos se le ha aceptado que fue legítimo el subir al poder de la mano de la misma alianza; se le ha aceptado que gobierne con ella; que se busque descalificar y se trate como antipatriotas enemigos del Estado a quienes esto denuncian, o que se trate el tema como si fuera cosa de simple oposición política.

Cuando la Corte se pronuncia así, está cumpliendo la función del médico que revela al paciente la verdad de su estado. Nuestro Congreso esta infectado o contagiado por la filosofía de extrema derecha que hoy defiende el Gobierno: la del 'todo se vale', la de 'el fin justifica los medios', la de 'voten mientras los llevan a la cárcel'... Hoy 107 Congresistas son enjuiciados o investigados por lo que conocemos como parapolítica. En el estudio de León Valencia aparecen otros tantos que, vinculados a los anteriores, aspiran a ser elegidos.

Como para el alcohólico la abstinencia total de licor es la cura, para el país el remedio para la enfermedad es abstenernos en forma absoluta de votar por listas con candidatos identificables con esa filosofía.

Febrero 25 de 2010.