EL RESPALDO AL PRESIDENTE Y LAS ENCUESTAS


Por Juan Manuel López Caballero

El tema del manejo de la información tomó actualidad con lo revelado sobre las ‘conversaciones’ de Santa Fe de Ralito. Probablemente sería más correcto hablar del manejo con la información puesto que el verdadero objetivo de las diferentes manipulaciones que de ella se hacen no es estrictamente ‘desinformar’ sino informar en forma tal que se logren determinados propósitos.

Se puede intentar controlar la divulgación de aquello que se considera inconveniente (eso llevó a la renuncia del Director del Dane); o difundir datos parciales, como la cantidad de guerrilleros puestos fuera de combate en el Plan Patriota, pero sin mencionar el costo de movilizar y mantener durante 8 meses los 15.000 efectivos que suponen participar en la operación, o la situación del propio ejército; o hacer públicas renuncias protocolarias que ocultan la verdadera razón que lleva a ellas (v. gr. Fernando Londoño)... En fin, no faltan medios para que el ciudadano tenga la visión que desea suministrar quien produce la información

Nadie entendió eso mejor que Uribe, quien, según investigación de medios revelada por Navarro, ha tenido 1740 horas de exposición televisiva (un promedio de casi 2.5 horas diarias), y que dispone alocuciones como la de Acacías, ocupando todos los canales el Domingo a las 8 p.m., y obligando a los 22 millones de televidentes a oírlo o apagar el aparato. Si el mejor columnista difícilmente aspiraría a 50.000 lectores y ningún político ha tenido siquiera 20 horas ante los televidentes, es natural que la ‘opinión pública’ no sea propiamente ‘opinión’ sino refleje esa información que la abruma.

Pero como instrumento de información, y con las mismas características de estar al servicio de quien las controla, el más poderoso y más peligroso en cuanto a ‘manejo de la opinión’ son las encuestas. Éstas además de ser divulgación de información, tienen la particularidad de supuestamente ser también las que la recogen. Tienen la posibilidad así de crear una realidad virtual, y, al producir decisiones y consecuencias acordes a ella, convertirla en realidad ‘real’.

Tres instancias existen para ello: 1) al diseñar el cuestionario orientándolo a producir las repuestas que se desean; 2) al divulgar únicamente la parte de los resultados convenientes para el propósito buscado; y 3) al nivel de la interpretación que se da.

Algo de esto puede explicar el sorprendente respaldo de ‘más del 70%’ de los colombianos al Presidente Uribe, cuando tantos indicios sugieren alguna distancia entre eso que presentan las encuestas y la situación actual:

- El mayor paro de camioneros de que se tenga registro (la caída de Allende la inició un paro similar);

- Una marcha indígena de todas las etnias alrededor de cuestionamientos y protestas contra las políticas gubernamentales (fueron 80.000 en el Sur paro también se movilizaron en Valledupar, Montería, Riohacha, la Zona Cafetera, etc);

- Una manifestación nacional, presente en todas las regiones, en contra del TLC y la reelección;

- Las mismas encuestas que en lo que también han divulgado, rajan a todos los ministros menos 2;

- O las que registran una desaprobación en casi todos los aspectos del manejo gubernamental (empleo, sector social, economía), exceptuando solo el orden público y las relaciones internacionales (lo que evidentemente es resultado de la desinformación puesto que nunca el país había estado bajo un control tan grande por parte de los alzados en armas —solo que hoy bajo la férula de los paramilitares y no de los guerrilleros—; y nunca había estado Colombia tan distanciada de la Comunidad Internacional —Unión Europea, ONG’s, Naciones Unidas, Mundo Árabe, etc.—, y reducida a un solo amigo, los Estados Unidos —aunque incluso ellos ya marcaron distancias, al condicionar el apoyo a la política de reinserción de paramilitares a la extradición, la expropiación de bienes, y el castigo a los cabecillas—);
- El aislamiento de las instituciones políticas, con todo lo que son partidos oponiéndose a la Reforma Tributaria, y no logrando en el Congreso el quórum para siquiera debatir la Ley de Presupuesto;

- El desgrane de su propio movimiento donde personas relevantes como Rafael Pardo o Claudia Blum no comparten uno u otro tema, sea el humanitario, o la reelección, o el IVA;

- La renuncia de sus funcionarios y las peleas intestinas entre miembros de su administración;

- Lo que ya muchos consideran el fracaso de su política para reinsertar a las autodefensas, las cuales, aunque por razones diferentes, se sienten hoy tan incómodas con el proceso como el resto del país y el mundo exterior;

- La opinión de las mayorías que consideran que es más importante un acuerdo humanitario que la reelección, o que, cansadas de un conflicto armado —que el Presidente niega que existe y en el cual no se ve claramente como se triunfa—, y ante la expectativa de más guerra y más sacrificios, comienzan a mostrar preferencia por un diálogo que busque la paz.

- El abandono del unanimismo mediático, como se vio el domingo pasado.

No se niega la veracidad de una encuesta, sino se recuerda que es un instrumento con posibilidades de ser montado, difundido o interpretado según los intereses que sirva. El solo hecho de que quien asesora la imagen sea quien hace las encuestas que divulgan los sectores oficialistas confirma esto y señala el peligro de basarse en ellas para la toma de decisiones.

¿Será entonces válido aquello de reformar la Constitución porque las encuestas muestran apoyo a la reelección de Uribe?