LO QUE ES UN ESTUDIO SERIO


Por Juan Manuel López Caballero

Difícil un estudio más profundo y al mismo tiempo más claro y concluyente que el de José Fernando Isaza y Diógenes Campos Romero. Hace cerca de 4 años para dictar un curso sobre modelos matemáticos habían desarrollado uno que mostraba los resultados según las variaciones en el uso de los recursos dedicados a combatir la guerrilla.

El análisis mostraba que el costo de reclutamiento para el ejercito podía ser del orden de 100 veces mayor que el de la subversión, y que, como el negocio de la droga daba a ella una capacidad infinita de conseguir nuevos efectivos, el Estado no podría derrotarla porque ningún presupuesto sería suficiente; la alternativa sería el 'encarecimiento' del reclutamiento para la guerrilla, ofreciendo opciones mejores a la población, y hacerlo con programas que al mismo tiempo fueran políticas sustitutas de la simple persecución al narcotráfico (puesto que ésta en últimas lo estimulaba); conclusión, sería más eficiente reorientar parte de los dineros del presupuesto militar a programas de ingreso para la población rural como guardabosques, cultivos alternos, y macroproyectos generadores de empleo en el campo.

Ahora nos ofrecen una actualización aún más interesante.
Tomando solo las fuentes oficiales el número total de guerrilleros dados de baja o capturados o desmovilizados bajo la Seguridad Democrática es 50.464 (son las cifras que más reivindica el Gobierno)
También de acuerdo las mismas fuentes los efectivos de las guerrillas (FARC + ELN) bajaron de 20.600 en el 2002 a 13.799 en 2006 y a 12.499 estimados en 2007(otra cifra de la cual se precia).

Esto implica que por cada 100 subversivos que el Gobierno logra retirar, la guerrilla logra reclutar 84. O en otras palabras, que para la disminución efectiva de un hombre en armas es necesario lograr el retiro de 7.

Si se toma que del presupuesto de las Fuerzas Militares solo el 30% (5.9 billones) se destina a este propósito, y que en el año 2006 (el más 'exitoso') el total entre capturados, abatidos, y desmovilizados fue de 9.565 (sin discriminar los 'falsos positivos' ni otras distorsiones), el costo para retirar un guerrillero sería superior a 600 millones (en los años 2002 y 2003 era de 293 millones).

Y si se toma la reducción efectiva -teniendo en cuenta el reclutamiento- la cifra real de disminución de la guerrilla sería 1.042 hombres en armas, o sea un costo de cerca de seis mil millones (5.662 millones el año pasado) por disminuir en un hombre la fuerza guerrillera.

Todos estos datos deben tener correcciones, pero todos agravarían la situación (entre los desmovilizados se cuenten falsos desmovilizados; entre los abatidos se incluyen los 'falsos positivos'; la guerrilla puede tener más efectivos, la proporción que se destina a la guerra debe ser más del 30%; no se incluyen las ayudas extranjeras).

Consecuentemente el presupuesto militar subió vertiginosamente superando las proyecciones que ya para el 2005 con un 5.2% se consideraba riesgoso para la estabilidad fiscal del país llegando al 6.32% del PIB en el 2007, cuando entre 1926 y 1998 tuvo un promedio de 1.8% del PIB sin superar nunca el 3.2 % (en 1970 cuando se compraron los Mirage). Simultáneamente se pasó de 4.9 miembros de las fuerzas militares por cada armado ilegal a 15.5 hoy en día. (Esto se explica porque la supuesta relación no era Fuerzas Oficiales vs. fuerzas irregulares (guerrilla + paramilitares), sino lo que quedó claro con la reinserción paramilitar o sea que era Fuerzas Oficiales + paramilitares vs. subversión).

El gobierno probablemente no conoció tal estudio pero su diagnóstico coincidía en que la guerrilla depende de sus ingresos y que estos lo constituyen mayormente el tráfico de drogas; al concretarlo únicamente a esto, limitó su conclusión a que por lo tanto era necesario acabar el narcotráfico y se confundieron los presupuestos contra las dos guerras; logró incluso vender esta idea a los americanos y por eso en el apoyo al 'Plan Patriota', a diferencia del 'Plan Colombia' que lo antecedió, sí incluía la posibilidad de que se usaran los recursos para enfrentar la subversión.

Lo que pasa es que, aún si en verdad esta solución fuera una opción, la evolución de esta otra guerra parece tener similares características.

El informe de Naciones Unidas dice que en el 2003 había 86.000 hectáreas de coca y que en el 2006 había bajado a 78.000, una disminución de 8.000 hectáreas. Es el período en que se incrementa la 'guerra al narcotráfico' con las fumigaciones: entre el 2002 y el 2006 se asperjan 710.533 hectáreas para una disminución efectiva de 24.000 (se fumigan 30 para erradicar 1). Pero los resultados en producción son aún más decepcionantes: el mismo informe da, como producción de Colombia, 580 toneladas para el 2003 y 610 para el 2006, pues el aumento de productividad compensó con creces la disminución del área sembrada. Por algo el precio del clorhidrato de cocaïna en Colombia ha variado solo menormente (US$ 1.565 en 2003 y US$ 1.752 en 2006) a pesar del aumento de la persecución y el retiro de la actividad -aunque sea parcial- de los paramilitares.

Tiene razón el Presidente al afirmar que el paramilitarismo como fuerza armada política ilegal ya no existe. Los comandantes verdaderamente paramilitares se 'reinsertaron' porque su visión y su propósito coincidía con el proyecto de Uribe y por eso aceptaron dejar no solo las armas sino el negocio del narcotráfico, y que el Estado asumiera su proyecto político a cambio de una propuesta de cuasiimpunidad (teniendo en cuenta la rebaja por 'buena conducta' ya ningún paramilitar cobijado por la ley de 'Justicia y Paz' tendría que cumplir más de dos años más de prisión). También es verdad, como señalan Isaza y Campos, que el guerrillero raso más que estar en el ideal de la revolución (o igualmente el soldado respecto a los 'ideales patrióticos' o la defensa del Estado) está motivado porque el arma confiere seguridad y poder a quien ha sufrido maltrato y humillaciones.

Pero por eso ni con la reinserción o cooptación del paramilitarismo ni con una eventual o ilusoria derrota absoluta de la guerrilla desaparecerán los ejércitos ilegales. El hecho es que como no se cambian las causas que generan nuestros conflictos (pobreza, desigualdad y la política antidrogas que se sigue) el fenómeno de grupos ilegales armados seguirá subsistiendo. Hoy las llamadas 'aguilas negras' y similares son ejércitos de desempleados que se autosostienen alrededor del negocio del tráfico de drogas.

Tal vez lo más concluyente y acertado del estudio es el resumen, que llaman una voz de alarma, al citar el libro 'La lógica del fracaso' de Dietrich Dörver, donde advierte que la secuencia de los Gobiernos que manejan mal una crisis es:
-Disminución de los controles, o sea rechazo a la crítica y reducción de la autocrítica.
-Incremento de las políticas no eficaces, o sea, más de lo mismo.
-Reducción de los estándares éticos.

… e invitan a reflexionar sobre nuestra situación.