No hay duda que en los últimos
días el Senador Petro ha causado un traumatismo político,
al desencadenar una gran crisis dentro del partido del Polo.
Aparentemente estaría buscando que esa colectividad definiera
una línea política, en la cual se declarara enemiga
de las FARC.
Lo que sucede es que al no tomar posición respecto a los objetivos
que esa guerrilla "supuestamente persigue", y no diferenciarlos
de los métodos que utiliza, pretendería que se declarara
enemigo tanto de lo uno como de lo otro.
En parte se puede decir que coincide con la posición que en
su momento tuvo el M19: esa organización nunca propuso un cambio
de sistema o un modelo diferente de Estado sino simplemente un cambio
de dirigentes, supuestamente porque eran las personas que detentaban
el poder las que impedían una sociedad mejor, mientras que
si ellos llegaban al poder, su mejor naturaleza corregiría
esos defectos o fallas que el régimen mostraba.
Puede uno estar o no de acuerdo con las propuestas de un socialismo,
un comunismo, u otro modelo político, y pueden ser solo pretexto
los argumentos que la dirigencia de la guerrilla esgrime para mantener
su lucha, pero declararse enemigo de buscar la paz social, el fin
de la desigualdad, de la exclusión, de la concentración
del poder y de la riqueza, o de la injusticia social en general no
es propiamente un liderazgo progresista.
Lo que Petro está haciendo es sacrificar la posibilidad de
un partido de izquierda, que descalificando la lucha armada intente
reivindicar esas banderas dentro de las reglas de la democracia; no
hay duda que está ganando protagonismo, pero dentro de esa
habilidad e inteligencia para poner su gran capacidad destructiva
al servicio de su gran ego.
No tengo velas en el Polo Democrático y como analista he considerado
que los individuos son solo representativos de corrientes de pensamiento,
por lo que al comentar este caso me salgo de una línea de conducta,
que busca evitar opinar sobre las personas como tales.
Es sin embargo difícil no hacerlo en este caso, donde lo que
se ataca es la posibilidad misma de una alternativa de izquierda a
la lucha armada, lo cual ha sido hasta ahora una de las causas por
la cuales nuestro país no ha logrado construir un sistema político
propiamente democrático, entendido esto como con opciones diferentes
a la de la oligarquía o pseudodemocracia o democracia restringida
que todos reconocemos que nos rige, pero que no se logra que se supere.
El mismo tipo de debate se ha planteado en relación a los partidos
de la unión gobiernista: la posición de los 'rebeldes'
de la 'U' se refiere al no rechazo de unos candidatos ya elegidos
con el poder de las armas y del dinero de los paras o a las candidaturas
que desde las mismas toldas se proponen.
Que toda la clase política y dirigente se pronuncie alrededor
de las declaraciones de Petro, pero que al mismo tiempo guarde silencio
respecto a lo que sucede en el sector de los partidos uribistas, es
un efecto mas de la polarización que ha logrado el gobierno
y de hasta donde esta nos esta llevando: no es posible que entre defender
la necesidad de una opción política que renuncie a la
vía armada sin abandonar los objetivos que llevaron a ella
y aceptar partidos que nacieron y todavía giran alrededor de
masacres, fosas comunes o motosierras, todavía el país
prefiera los segundos.