ELECCIONES EN ESPAÑA POR JUAN DIEGO GARCÍA |
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El tema central en las elecciones de este domingo 26 de junio en España no es otro que la vigencia o desmonte del modelo neoliberal. El PP ha aplicado las reformas neoliberales que dejaron como estrategia central los gobiernos anteriores del PP y del PSOE, solo que con un énfasis mayor, para beneplácito de los banqueros alemanes y de la derecha europea en general. El resultado ha sido un descontento ciudadano generalizado que se expresa en la crisis del sistema político y en la aparición de fuerzas nuevas tanto a derecha como a izquierda. La nueva derecha (Ciudadanos) es esencialmente neoliberal y en algunos aspectos va mucho más allá, en coincidencia plena con las grandes empresas nacionales y extranjeras, convencidas de la necesidad de buscar un relevo al Partido Popular muy agotado por los mil escándalos de corrupción que protagoniza. El PSOE, la socialdemocracia tradicional, no renuncia en lo fundamental
a las políticas neoliberales que ha impulsado tanto en España
como en las instancias de la Unión Europea, generando un descontento
creciente en sus bases obreras (sobre todo entre el proletariado tradicional). Las tendencias electorales registradas a menos de una semana de las elecciones mostrarían que esta alternativa de izquierdas es posible. En un escenario en el cual Ciudadanos y PP parecen estancarse y hasta retroceder en apoyos populares, queda en manos del PSOE asumir el reto, una incógnita habida cuenta del control férreo de la vieja guardia del partido que oscila entre quienes apuestan por una coalición con el PP y quienes prefieren favorecer un gobierno de derechas quedándose en la oposición. El escenario político se caracteriza sobre todo por la incertidumbre y todo depende de la gestión que los partidos (y los centros del poder) lleven a cabo en lo que resta de campaña. El proyecto de la nueva izquierda es perfectamente realizable: revisar a fondo la reforma laboral, volver a los necesarios controles de la actividad financiera, reformar el sistema electoral (diseñado para favorecer al bipartidismo), combatir a fondo el despilfarro y la corrupción (pública y privada), restablecer los servicios públicos básicos (deteriorados por las políticas neoliberales), una nueva política de endeudamiento y de fiscalidad y comenzar el debate sobre el cambio substancial del modelo económico para superar la enorme dependencia de la construcción y el turismo. El programa del PP pretende mantener las fórmulas que han fracasado
(al menos para las mayorías sociales) con vagas promesas de mejoramiento
de la gestión pública, poco creíbles dados los
casos de corrupción de su partido que inundan los medios de comunicación
un día sí y el otro también. Sorprende sin embargo que en ninguno de los programas ni en los debates aparezca la difícil coyuntura por la que atraviesa la Unión Europea: la posible salida del Reino Unido, las muy malas perspectivas económicas mundiales para el año que se avecina, la equivocada apuesta de la UE por la estrategia bélica de Estados Unidos contra Rusia que en manera alguna favorece los intereses europeos, el drama creciente de la inmigración, el crecimiento preocupante del racismo, la xenofobia y el nacionalismo excluyente y debilitador del proyecto comunitario, todo ello cristalizado en el resurgimiento de una extrema derecha tan similar a las fuerzas siniestras del fascismo de antaño. 20 de junio de 2016.
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