LA NECESIDAD DE UNA CONVERGENCIA POLÍTICA PLURAL

POR FERNANDO GARAVITO

Hace algunos días leí la autoentrevista que firma en "El Tiempo" un sujeto aborrecible que se llama Enriquito, Pachito, Juan Manuel, Rafael (ah, y Juanita y Beto), pero que redacta de la primera a la última letra el "entrevistado". Este, Álvaro Uribe, afirma que rechaza "in-limine" la posibilidad de un tercer período, lo que traduce exactamente que ya comenzó a trabajar en ese sentido. Y no tiene nada de raro que lo logre. El 62 por ciento de los votos lo demuestran. Todo esto nos indica la necesidad de empeñarnos, con seriedad y acierto, en impedir que esa posibilidad convierta el futuro del país en algo peor que el presente que ahora mismo está viviendo.

Participo en gran medida del optimismo frente a los votos que obtuvo la oposición, pero pienso que a los de Carlos Gaviria debemos sumar los de Serpa, que pertenecen a los sectores más dignos del liberalismo, y que es necesario conservar para la construcción de una verdadera democracia. El hecho de que algunos dirigentes liberales entren en componendas con el régimen, no quiere decir que arrastren con ellos los votos impecables de quienes acompañaron a Serpa en la última contienda electoral. La época de los rebaños debe desaparecer para siempre de la política que se hace en Colombia.

Ahora bien, permítanme expresar en voz alta algunas de las dudas que abrigo. Nuestro resultado electoral le demuestra al mundo entero que la democracia puede llegar a convertirse en un sistema perverso. Las elecciones se manipulan ahora a través de los medios de información, de los mensajes subliminales, de la violencia directa… Colombia es un ejemplo perfecto.

¿Se ha hecho un análisis de los resultados en las zonas dominadas por el paramilitarismo? Creo que no, y no tengo los elementos necesarios para emprenderlo. ¿Se han planteado tareas concretas para los disidentes, dentro de la "transición [a la que asistimos] hacia la categoría de partidos políticos"? Tampoco. ¿Hay una real veeduría frente a los medios? Menos. En este último campo, nadie se ha dado cuenta del absurdo que conlleva el que el "defensor" en cada uno sea una señora nombrada a dedo.

Comencemos entonces por alguna parte. Por ejemplo, con la urgencia de arrasar el prurito de la propiedad privada frente a los servicios públicos. A todos los servicios públicos. La información es un servicio público que pertenece a los usuarios, y son estos últimos los que deben controlar su orientación y calidad. Mientras el gobierno (o eso a lo que llaman "gobierno"), se dedica a plantear sus propios temas: la firma del TLC, la reforma de la justicia, la demolición de la Carta de 1991, los acuerdos con las bancadas..., los colombianos no comprometidos con un sistema enfermo como el que nos rige deberíamos preparar nuestra propia agenda, en la cual la recuperación de la propiedad colectiva de los servicios públicos tendría que ocupar uno de los primeros lugares.

Pienso algo como eso en estos días. Descreo, por desgracia, de los resultados electorales. No tengo confianza en ellos y, poco a poco, pierdo la esperanza en
ese sistema "ideal" que nos dibujaron desde la escuela. Es increíble que el derrumbe del fujimorato del Perú haya terminado en la reelección de Alan García (quien, entre paréntesis, no me parece el tipo de corrupto tradicional que dibujan los medios). Pero no se trata de Alan García: se trata de los procesos colectivos, que terminan en nada. Con el nuestro va a pasar lo propio: nuestro fujimorato se derrumbará dentro de seis o siete años, nuestro Fujimori huirá hacia las Islas Caimán, o donde quieran recibirlo, y nosotros elegiremos a algún sugundón similar a Toledo, para reelegir cuatro años después a cualquiera de las ratas mayores que ya ocuparon la Presidencia de la República. ¿Para qué y por qué nos desvelamos por todo eso?