"La legitimidad acumulada por el Movimiento al Socialismo (MAS)
permitió iniciar un proceso de cambios que intentaba dar respuesta
a una grave crisis del Estado", enfatiza Jorge Komadina, prestigioso
analista político boliviano del Centro de Estudios Superiores
(CESU) que depende de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).
Sin embargo, ese mismo día, recuerda el analista, en las elecciones
de Prefectos de Departamentos -una suerte de cantón o provincia-
el MAS perdió en seis de las nueve regiones del país.
Y, adicionalmente, la oposición política ganó la
mayoría en la Cámara de Senadores.
Siete meses más tarde, a inicios de julio del 2006, la elección
para nombrar una Asamblea Constituyente dio la victoria al partido de
Evo Morales, pero sin lograr el 2/3 de los delegados necesarios para
aprobar las reformas constitucionales.
En ese mismo momento, los departamentos de Santa Cruz -centro financiero
del país- , Beni, Pando y Tarija, aprobaron un referéndum
autonómico que fortaleció al actual movimiento que se
opone frontalmente a Evo Morales.
En suma, "las elecciones de diciembre del 2005 - y los acontecimientos
políticos de los meses posteriores- ha creado una figura de gobierno
dividido, que podría tornarse en una situación de poder
dual en caso de profundizarse la actual tendencia" señala
el analista.
Dos bloques enfrentados
Lo que caracteriza la actual realidad boliviana, en síntesis,
" es la existencia de dos proyectos políticos confrontados
que se disputan el poder político y el dominio de los recursos
naturales" enfatiza Komadina.
Por una parte Evo Morales - reforzado por su propio carisma y liderazgo-,
el MAS, y una serie de sectores populares y de clase media, que apoyan
al actual proceso de cambio. Por otro, la oposición política
encabezada por los partidos PODEMOS y Unidad Nacional; los sectores
privilegiados, especialmente terratenientes, que históricamente
han detentado el poder económico y el denominado Movimiento cívico
regional, que desafía cada vez más al Gobierno Morales
apropiándose de la bandera autonómica.
"Ambos bloques cuentan con legitimidad electoral, con respaldo
social y están investidos de legalidad". Se consta una especie
de "empate" en la relación de fuerza a nivel nacional,
precisa.
Empate marcado por un hecho no menos esencial: "la violencia simbólica
y la estigmatización del otro, del rival, del adversario político,
ha profundizado cada vez más el antagonismo en la vida nacional".
En ese marco, el laborioso proceso de la Asamblea Constituyente, impulsado
durante más de un año, acaba de llegar a su fin con un
nuevo texto de Carta Magna, aprobado sin haberse logrado un real consenso
nacional y desconocido por los sectores anti-Morales.
Lo que conduce a la Bolivia actual a un callejón sin salida,
donde la convocatoria de nuevos referendos, tanto para la Constitución
como para las autonomías departamentales, aparece como una posibilidad
cercana. Sin asegurar, sin embargo, que los mismos puedan relajar el
tenso clima político que podría dar lugar a explosiones
y nuevas confrontaciones a corto o mediano plazo.
Hacia el futuro
Si de analizar la compleja situación actual se trata, "constatamos
que Bolivia vive un momento de transición histórica. El
ciclo neoliberal (1985-2000) está agotado, pero el nuevo orden
no termina de nacer". Con el agravante, que el proceso de reforma
política se "encuentra bloqueado", enfatiza Komadina.
Esos dos proyectos de poder se "disputan el sentido y la orientación
de las transformaciones y la lucha por el poder político es intensa",
acota. Y aunque las fuerzas en disputa son equilibradas, "ninguna
de ellas puede someter o seducir a la otra".
Y en este marco, mirando al futuro cercano, el estudioso universitario
diseña dos escenarios posibles: el de la confrontación
o el del acuerdo político.
El primero, si la actual lógica política sigue imperando.
Si los dos bloques -Gobierno y oposición- se acusan mutuamente
de ilegalidad y si, en caso de concretarse los referendos previstos
para mayo próximo, los departamentos de Santa Cruz, Pando, Beni
y Tarija aprueban sus estatutos autonómicos.
El segundo, el de la negociación, en el caso en que el Gobierno
y la oposición lograran un acuerdo político e intentaran
compatibilizar el proyecto constitucional con los estatutos autonómicos.
Realizándose una votación simultánea que logre
un amplio respaldo de la ciudadanía.
Y si, en ese mismo marco, el Congreso -parlamento- lograra consenso
para reorganizar la Corte Electoral y el Tribunal Constitucional, dos
importantes poderes del Estado hoy casi infuncionales.
"Escenario difícil si se analiza la actual dinámica
que vive el país", argumenta Jorge Komadina. Pero vital
para asegurar una opción negociada que excluya la confrontación
violenta. La iniciativa de Evo Morales en la tercera semana de marzo
de solicitar la mediación de la jerarquía católica,
perfila un esfuerzo adicional para destrabar la crisis.
El significativo y explícito apoyo de la mayoría de los
gobiernos latinoamericanos - desde Cuba y Venezuela, hasta Ecuador,
Brasil y Argentina- a Evo Morales constituye otro elemento de peso en
esta delicada coyuntura.
Momento complejo, laberinto de difícil salida, donde, sin embargo,
parece continuar habiendo, espacio para un relativo optimismo. "Sigo
siendo optimista desde la voluntad, aunque no siempre se puede ser demasiado
optimista desde la razón" y desde el racional análisis
político, concluye Jorge Komadina.
"La Constituyente. Un espacio propositivo"
"El proceso constituyente ha brindado un escenario ideal de construcción
de ciudadanía para muchos sectores sociales postergados y entre
ellos para las mujeres", enfatiza Cecilia Estrada, Directora del
Instituto de Formación Femenina Integral (IFFI).
Desde la diversidad, "nos hemos apropiado de un conjunto de prácticas
y conocimientos valiosos", enfatiza, desmintiendo el argumento
de sectores opositores "que quieren hacer creer que la nueva constitución
es sólo el resultado de una creación del MAS".
Una de las realizaciones más significativas de ese proceso acumulativo,
fue la creación del Movimiento de Mujeres Presentes en la Historia,
que reunió a casi una cincuentena de organizaciones femeninas
y feministas. Del debate a su interior nacieron numerosas propuestas
en defensa de los derechos de las mujeres, las que se desparramaron
a lo largo del nuevo texto constitucional.
"Casi un 90 % de nuestras propuestas fueron integradas a la nueva
Constitución...lo que implica una importante victoria para nosotras",
explica Cecilia Estrada.
Sin embargo, la batalla no está totalmente ganada. El hecho que
"se hayan convertido en texto no significa que luego serán
realmente respetadas en la vida cotidiana". Con el riesgo adicional,
siempre presente, "que en momentos de tensiones y negociaciones
políticas, todo lo que hace a nuestras reivindicaciones de género
pase a ser considerado como de importancia secundaria".
"Nos queda claro que hay un largo trecho a recorrer hasta lograr
que los derechos y planteos consignados en la nueva Constitución
no se limiten a su expresión formal y encuentren condiciones
para ser activamente ejercidos...", concluye.
Revista Pueblos
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