ALIANZA DEL PACÍFICO: REEDICIÓN IMPERIALISTA
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POR ALFREDO SERRANO MANCILLA La cumbre de la Alianza del Pacífico (AP) realizada entre el 8 Y 10 de febrero en Cartagena de Indias acabó tal como se esperaba. Ni más ni menos. Lograron tener un significativo papel mediático pero no tan exagerado para eclipsar el éxito de la Celac. La AP continúa su camino para conformar una versión mini del intento fallido del ALCA en América latina. Esta reedición imperialista tomó buena nota del fracaso del pasado y, esta vez, el presidente de los Estados Unidos ya no aparece en la foto de familia. La AP, a diferencia del ALCA, presenta una imagen más latinoamericanista, aparentemente independizada -al menos en la escenografía- de los países del Norte. Esta nueva apuesta táctica del eje Pacífico
obedece a varias razones. Una, Estados Unidos ya no es el país
tan valorado favorablemente por las mayorías populares en estos
países. Dos, la Unión Europea tampoco puede ser considerada
como ejemplo de éxito económico en estos últimos
años. Tres, la AP no puede obviar a sus vecinos latinoamericanos
porque tienen una elevada dependencia económica con éstos.
El Pacífico sabe que no debe romper abruptamente con esta región
tan vigorosa económica y socialmente en el nuevo mundo multipolar
en transición. Cuatro, al Norte le interesa que sea el eje Pacífico
quien asuma la entera responsabilidad de frenar y torpedear al bloque
progresista en América latina. No hay mejor idea que dividir
el Sur desde el Norte pero con control remoto, con la apariencia políticamente
correcta de ser respetuoso -y no injerencista- con los asuntos ajenos.
En definitiva, la AP es más sutil que el ALCA como instrumento
para que el Norte siga teniendo presencia en el nuevo Sur en América
latina. La AP parece no haber aprendido de la decadente desintegración de la Unión Europea. En vez de construir una base de economía real sólida, han preferido regresar a los dogmas del libre arancel; en vez de apostar por una integración con rostro humano, se han decantado por un mercado único de Bolsas financieras; y en vez de crear un consejo social para los pueblos (como sí sucede en el ALBA), han decidido un Consejo de Empresarios. Las consecuencias de la Unión Europea ya las conocemos todos: un modelo de acumulación de desarrollo desigual con una exacerbada concentración de riqueza para unos pocos con socialización de pérdidas para las mayorías. La AP parece haber decidido este Norte salvo que su Sur consiga imponer lo contrario. Página/12, Buenos Aires, 13 de febrero
de 2014. |