MÉXICO: INEQUIDAD Y MASOQUISMO ECONÓMICO



POR DIEGO PETERSEN

Gerardo Esquivel Hernández, el gran experto mexicano en temas de pobreza y desigualdad, puso el dedo en la llaga cuando mostró que la inequidad en este país tiene nombre y apellido, que los cuatro más ricos, los cuatro grandes capitales, pasaron de tener 4% del PIB hace una década a 9 puntos porcentuales del Producto Nacional a finales de 2014. Esto es, los últimos 10 años la lucha contra la pobreza ha dado como resultado que la riqueza esté cada vez en menos manos. Felicitémonos.

Como resultado de los gobiernos (el periodo de referencia involucra a las administraciones de Fox, Calderón y Peña Nieto) es verdaderamente vergonzoso, muestra claramente que México se gobierna con la élites y para las élites, que el Estado está amenazado por la violencia, es cierto, pero cooptado por los grandes capitales. En la lógica perversa de mantenimiento del poder las cúpulas políticas terminan trabajando para la concentración del capital.

La concentración de la riqueza nos afecta a todos, pero de manera directa y particular a los empresarios; todas las empresas que no pertenecen a los cuatro hombres más ricos de este país terminan pagando tributo no sólo al Estado, como es debido (y al que evaden cada vez que pueden) sino a estos cuatro consorcios que monopolizan el PIB nacional. La gran contradicción es que los empresarios no sólo no gritan y protestan contra los monopolios, sino que a través de sus organismos cupulares terminan apoyando, defendiendo y lo que es peor, admirando a sus depredadores. Es claramente una relación sadomasoquista en la que los empresarios se someten a quien más los afecta, los domina y les impide crecer.

Decía Federico Arreola que no hay nada mejor que el sexo, excepto el monopolio. No tengo idea del placer que pueda producir el monopolio, pero me queda claro que la aspiración de toda empresa, aunque sea sólo como deseo inconfesable, es dominar el mercado. En un sistema político económico inmaduro como es el nuestro, la admiración por los dominantes es parte sustancial de la enfermedad del sistema.

No es gratuito que los cuatro hombres más ricos de México tengan como base de su riqueza las concesiones del Estado: dos están en telecomunicaciones, y dos están en la minería. Evidentemente que no todo el problema de la desigualdad está ahí, es más profundo y complejo, hay más actores y elementos. Pero, mientras, por razones distintas, el Estado y los empresarios sigan aplaudiendo y se rindan frente a los monopolios, el combate a la desigualdad quedará en una, por demás inútil, política púbica de combate a la pobreza.

El Informador, México, septiembre de 2015.