A MANERA DE PRESENTACIÓN LA VIGENCIA DE CAMILO |
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Ese poderoso y exclusivo grupo tecnocrático que ha venido gobernado a Colombia desde la década de los 90 insertó al país en el esquema neoliberal con los resultados de atraso e injusticia sociales de todos conocidos. Si bien sus más conspicuos representantes han sido los únicos ganadores porque han sido muy bien compensados por su amo del norte, las grandes mayorías nacionales han visto como han ido mermando sus posibilidades por acceder a los mínimos derechos de educación, empleo, salud y vivienda básica. Dentro de este lamentable contexto, el mensaje de Camilo Torres no solamente cobra actualidad sino que constituye un estímulo para no decaer en el sueño de forjar nuevas alternativas sociales capaces de enfrentar el statu quo. Porque los índices de desigualdad, pobreza y concentración de la riqueza en poquísimas manos en Latinoamérica y particularmente en Colombia, como lo reconocen inclusive los propios organismos de crédito internacional, constituyen un escándalo y causan vergüenza y desconsuelo. Pero, adicionalmente, pocos años después de la muerte de Camilo, este desventurado país se fue desvertebrando con la aparición de flagelos como el narcotráfico, la irrupción de ejércitos privados financiados por las mafias de la droga que terminaron haciéndole la tarea de guerra sucia al Estado; la expansión de la corrupción en grado superlativo en buena parte de la clase política y en amplios sectores de la sociedad colombiana; la mentalidad del dinero fácil; la degradación del conflicto interno; la violación de los derechos humanos; y la reducción de los espacios democráticos por parte de unos sectores de derecha que detentan el poder para beneficio de sus mezquinos y oscuros intereses. Por eso es que proyectos políticos como el de consolidar un Frente Unido de los sectores democráticos y progresistas de la Colombia del siglo XXI no es solamente un imperativo y una necesidad, sino un compromiso por parte de quienes en esta época y con perspectiva histórica ven en Camilo un faro que sigue alumbrando con más fuerza que antaño la ruta por encontrar un puerto seguro en donde la igualdad de oportunidades, el pluralismo, la democracia económica y política, la convivencia pacífica y el respeto por los derechos humanos, sea el común denominador y no simplemente una quimera. La memoria de Camilo debe servir para que los colombianos que soportamos la caricatura de país que tenemos hoy por culpa de una clase dirigente corrupta, inepta y traidora de los intereses nacionales, tengamos en él un referente de honestidad y de entrega por los más caros ideales que apuestan por elevar nuestra dignidad y alcanzar un alto grado de civilidad. FERNANDO ARELLANO
ORTIZ |
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