LA CORRUPCIÓN: ¿POR LO SABIDO SE CALLA?

POR OCTAVIO QUINTERO


El miércoles 9 de diciembre se conmemoró en todo el mundo el Día Internacional de lucha contra la Corrupción, estatuido en el 2005 por la ONU, justo hace 10 años.

No se hizo mucha bulla sobre el particular porque, al menos en Colombia, la corrupción se ampara bajo la falsa premisa de que "la ropa sucia se lava en casa", y cuando por cualquier circunstancia, generalmente de tipo vindicativo, se hace pública, entonces se ampara bajo el extenso y ancho manto de la impunidad.

Ese día la ONU expidió un comunicado que tampoco vimos muy difundido por los grandes medios de comunicación:
… "La nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que constituye nuestro plan para poner fin a la pobreza y asegurar una vida digna para todos, reconoce la necesidad de luchar contra la corrupción en todos sus aspectos y pide una reducción significativa de los flujos financieros ilícitos y la recuperación de los activos robados".

¿Qué lectura haría de este párrafo la Fiscalía General, por ejemplo, que precisamente ese mismo día de conmemoración de la lucha internacional contra la corrupción condecoró a Natalia Springer, protagonista de un escándalo por haber recibido millonarios contratos que ni la Fiscalía ni ella misma han podido justificar ante la opinión pública? Sencillamente fue una clara afrenta al país.

Ese mismo "parrafito" del mensaje del secretario general de la ONU insta a los países a poner toda la voluntad posible en "la recuperación de los activos robados".

Pues, también le cae el guante a la Fiscalía General que hace pocas semanas logró hacer meter a la cárcel a dos altas funcionarias de la Contraloría General, aparentemente en retaliación a la multa que le impuso a SaludCoop el ente fiscalizador por el llamado "robo a la salud" en el que, la mencionada EPS tenía como asesor estrella, a cuenta de fabulosos honorarios, al actual fiscal general, Eduardo Montealegre.

Y el par de ejemplos apenas son eso: un par entre miles de pares de actos de corrupción que pueblan el mundo público y privado de Colombia.

Caiga usted en cualquier escenario: el político, por ejemplo. Un tipo tan ponderado como el exmagistrado Carlos Gaviria (q.e.p.d), decía, pocos días antes de su deceso, en una conferencia en la Universidad de Antioquia, que "se calcula que el 38 por ciento de toda la votación en Colombia es comprada"; y el escritor y periodista, también de larga y reconocida trayectoria, José Miguel Alzate, afirmaba, con respecto a las pasadas elecciones locales, que "los ríos de dinero para comprar conciencias son un distintivo de las campañas políticas (El Tiempo, 30 de octubre).

Todavía no cerramos el capítulo del escandaloso "carrusel de la contratación en Bogotá" ni, por supuesto, el de SaludCoop y Caprecón, cuando se nos advierte de otros escándalos iguales o mayores en Antioquia y el Valle (también dos ejemplos al azar), sin contar el de Cundinamarca y su infeliz gobernante Álvaro Cruz…

Otro capítulo de corrupción "como para alquilar balcón", se esparce como mancha de petróleo en mar abierto en la Policía Nacional… Y en la Procuraduría en donde se sataniza todo lo que no sea pertinente al Santo Oficio; y, ¿qué tal lo de las universidades? (la San Martín de Bogotá y Rafael Núñez de Cartagena -otro par de ejemplos); y en lo del ICBF o la "bobadita" de 15 billones de pesos que se esfumaron del sector eléctrico a cuenta del "cargo por confiabilidad" que pagan los consumidores dizque para garantizar el suministro en tiempos de escasez.

Y pare de contar porque, ahí sí, literalmente hablando, nos haríamos interminables si nos adentramos, aunque fuera superficialmente, al nivel de corrupción en lo local (departamentos y municipios)… Por ahí le están arrimando la candela al rabo del gobernador de Antioquia, entre otros y de alcaldes, ni se diga. Su corrupción es tal que ya la gente no vota por el más honrado sino por el menos ladrón.

La conclusión es que en Colombia, la corrupción tiene capturados los procesos electorales y pervertida la justicia (Montealegre y Pretelt -otro par de ejemplos).

No es cierto, como dice la declaración de la ONU, que…"gobiernos, el sector privado y medios de comunicación están uniendo fuerzas para combatir este delito". Por el contrario, con su aquiescencia, por acción u omisión, la corrupción en Colombia crece como verdolaga en playa, y cualquiera podría confrontar la realidad comparando la sensación de corrupción que se tenía en el 2005, cuando se estatuyó el Día Internacional de lucha contra la corrupción, y hoy. Uno a mil a que es mayor hoy.

14 de diciembre de 2015.