ATANDO CABOS POR OCTAVIO QUINTERO |
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El presidente Santos dice
que las críticas al nuevo ministro de Agricultura, Rubén
Darío Lizarralde, "son eminentemente políticas".
Claro que son políticas porque provienen de un político: el senador del Polo, Jorge Enrique Robledo. En ese enunciado del presidente se esconde la falacia de hacerle creer a la gente de que por ser políticas no son ciertas. Con el mismo cuento de la acusación política trató de defender a su embajador en Washington "Pero los hechos son tozudos", como dice el mismo Presidente, agregando: "no pudimos conseguir un mejor ministro para estos momentos" ¿Cuáles momentos, Presidente? ¿Los de su reelección? Ojo que está dando pistas sobre el talante de su próxima campaña a través de un ministro cuyo prontuario político y empresarial, si esa es su intención, ciertamente resulta insuperable en el ejercicio de una democracia que un alto Tribunal, el de Medellín, acaba de cuestionar así: "¿Cómo es posible que el régimen político colombiano haya conservado una apariencia democrática, a pesar de padecer una de las tragedias humanitarias más graves del orbe en los últimos 30 años, y sin lugar a dudas, la más grave de América Latina en ese período? ¿Y cómo el gobierno ha seguido funcionando con elecciones aparentemente libres, con cambios de Presidente y alternación de los partidos y promulgación y vigencia de las leyes, como cualquier régimen democrático, a pesar de vivir las más graves violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario a todo lo largo y ancho de la geografía nacional?". Para responder la pregunta al Tribunal Superior de Medellín, hay que ir a la génesis del paramilitarismo; las causas que lo produjeron; los gestores políticos, económicos y militares que lo promovieron; las alianzas de diversos sectores -incluyendo el narcotráfico- que hicieron posible la transformación de autodefensas a paramilitares y su expansión en todo el territorio nacional. Un botón basta de muestra: Lizarralde 11 de septiembre de 2013. |
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