LAS SORPRESAS DE LAS ELECCIONES EN ARGENTINA
POR JULIO C. GAMBINA

Los resultados de las elecciones de renovación presidencial vinieron con sorpresas. La mayor de ellas es el triunfo del PRO en la provincia de Buenos Aires. Algo que no estaba ni en las encuestas, ni en el imaginario social. Evidentemente, existe una dinámica sociopolítica en la Argentina que merece ser analizada y discutida. Aun puede resultar prematuro sacar conclusiones de lo que ocurre, pero, gane quien gane el 22 de noviembre, tenemos la certeza que vamos a tener una ciudad de Buenos Aires y una provincia de Buenos Aires gobernadas por el PRO, lo que supone un escenario inimaginado hasta hace muy poco. A ello debe sumarse un gobierno en Córdoba con escasa afinidad con el oficialismo actual; un gobierno socialista en Santa Fe y radical en Mendoza. Los distritos de mayor dimensión económica y de población serán gobernados por proyectos críticos u opositores a la hegemonía expresada por el kirchnerismo en estos años. El resultado del balotaje debe mensurarse en esta situación, lo que incluye una nueva composición del Parlamento, sin mayoría kirchnerista en Diputados.

Son todos elementos que nos permiten analizar el escenario político del futuro cercano en la Argentina. La soRpresa incluye el impacto entre las principales fuerzas en disputa, el kirchnerismo y el macrismo, por lo que es necesario estudiar y analizar el sentido del voto. Una primera observación que compartí a los pocos minutos de conocer los resultados, es que hay novedades en el marco de la crisis política, ya que hay dos identidades políticas relativamente nuevas que están en el debate político de la Argentina. Ya no son el peronismo y el radicalismo, procesos vigentes con fuerza en el Siglo XX y que la crisis del 2001 los involucró directamente en tanto identidades partidarias mayoritarias en la sociedad argentina. Ahora está el macrismo por un lado, y es la primera vez que se constituye una fuerza política de la derecha con apoyo de masas. Fueron 8,4 millones de votos al nivel nacional que recibió Cambiemos, la coalición liderada por el PRO. Las elecciones constituyen fenómenos de expresión masiva e interesa interpretar adecuadamente el significado de tamaña manifestación. Muy especialmente debe considerarse a la Provincia de Buenos Aires, en una confrontación que desaloja a una de las estructuras partidarias más afiatada como el PJ y su inserción en el territorio. Por el otro lado está el kirchnerismo, con 9 millones de votos y la incógnita sobre su futuro si no ratifica el triunfo en el balotaje.

Las dos grandes novedades políticas de este tiempo son el macrismo y el kirchnerismo. El primero, luego de dos mandatos de gobierno en la Capital Federal está haciendo pie al nivel nacional, con peso en dos distritos de importancia política, la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. La segunda, viene de tres periódos de gobierno y un núcleo duro de votación, alrededor del 36%, que ahora obtuvo la candidatura de Scioli, quien evidentemente no logró ir más allá del tradicional voto kirchnerista. Lo que destaco es la actualidad de un momento muy distinto a la tradición política histórica hegemonizada por peronistas y radicales. Es cierto que existe un resurgimiento del radicalismo en la coalición liderada por el PRO, tanto como la vigencia de corrientes del peronismo, los que se aprestan a una nueva ronda de disputa por la renovación y representación de la identidad peronista.

El macrismo y el kirchnerismo son la expresión del momento actual de crisis política, aun con 72% de los votos que se distribuyeron entre Macri y Scioli. Es evidente también que hay una falta de alternativa, que incluso fue abiertamente expresada por personas del palo kirchnerista que manifestaron, que a Scioli lo votaban con desgarro y que el candidato no expresaba ni expresa el proyecto, pero que no tenían otra alternativa para votar. Son manifestaciones de la falta de alternativas dentro del proyecto del oficialismo. Incluso, puede pensarse en algunas personas, aunque ideológicamente no comparten con Macri, lo hayan votado como una forma de crítica y castigo al ejercicio del gobierno kirchnerista durante 12 años. Entonces, no hay solamente una crisis de representación política sino también crisis de alternativa política, que se hace evidente en los 92% de los votos que se distribuyeron entre Scioli, Macri y Massa, candidatos que en ningún momento han planteado salir del sistema capitalista, de cambiar la estructura de la economía y la sociedad argentina y tomar un camino alternativo.

Por eso sostengo también que es profunda la crisis de alternativa política de quienes pretendemos ir más allá del orden capitalista, y requiere de análisis desde la clase trabajadora, adelantándonos en repuestas que habrá que desplegar frente al ajuste que augura el nuevo tiempo político, con políticas más amigables con los mercados y el orden capitalista y su hegemonía mundial. Por eso, más aun si gana Macri, habrá menos escrúpulos para avanzar sobre los derechos de los y las trabajdores/as, reforzar la alianza con los EE.UU., firmar los convenios de libre comercio como el TPP.

Igualmente y pensando en estos años de luchas y organización del movimiento popular, la realidad del conflicto social no favorece las condiciones para volver a las políticas hegemónicas de los 90. El pueblo argentino incorporó la lucha de fines del siglo XX y comienzos del XXI como un acervo cultural de lo que no se quiere, aun cuando la ausencia de alternativa supone la continuidad de la búsqueda de procesos de expresión política popular. Es algo que la CTA Autónoma se propone en sus objetivos aun no logrados de ser una Central de masas que dispute el liderazgo de la acción política y social contra el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo, contra el racismo, la discriminación y el patriarcado.

Buenos Aires, 27 de octubre de 2015.