CRECIMIENTO INDUSTRIAL SIN EMPLEO

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

¿Cuánto empleo ha generado el sector industrial en Colombia en la última década? ¿Cuáles son las características y la calidad de los puestos de trabajo que se han creado en la industria en este período? Son las preguntas del debate que ha surgido a raíz de la presentación del libro de la Universidad Nacional 'Bienestar y macroeconomía 2007: más allá de la retórica', en el que se continua el trabajo iniciado hace cuatro años de analizar los resultados de las políticas económicas desde el punto de vista de su impacto en la calidad de vida y el bienestar de la población.

Las conclusiones del trabajo de los académicos parten del reconocimiento de los buenos resultados en materia de crecimiento económico, que en los tres últimos años ha sido superior al promedio histórico, pero, al mismo tiempo, señalan que los frutos de este crecimiento no se han distribuido de manera equitativa, sobre todo, porque el modelo adoptado no genera el suficiente empleo ni de la calidad necesaria para disminuir las profundas desigualdades de la sociedad colombiana. En el caso particular de la industria muestran con cifras muy preocupantes que: "El sector industrial es la gran decepción de los últimos años en materia de generación de nuevos puestos de trabajo y formalización de la contratación".

En efecto, según las cifras de la encuesta manufacturera del Dane (las mismas que registra un crecimiento del 10,8% en el sector industrial), mientras que a mediados de los 90 la pequeña, mediana y gran industria ocupaba 550.000 trabajadores de manera permanente, para el 2002 sólo empleaba 336.000 y el año pasado había reducido aún más la contratación permanente hasta 324.000 personas. Esta reducción del 40% en el empleo permanente ha sido compensada, en parte, por un incremento sustancial en los trabajadores temporales, que en 1994 eran sólo 100.000 y pasaron a 277.000 el año pasado, de manera que todos los empleos nuevos en la industria son temporales. De todas maneras, el número total de trabajadores en la industria se redujo de 650.000 a 600.000 en este período.

Dos son las explicaciones que ofrece el estudio de la Universidad Nacional para explicar este comportamiento, que no se compadece con el acelerado crecimiento de la industria: de una parte, el incremento de la productividad por el cambio tecnológico que permite producir más con menos trabajadores y, de otra, la flexibilización de las leyes laborales que ha deteriorado la calidad de los nuevos empleos. Los líderes sindicales coinciden en esta conclusión, pues para ellos los empleos que se están generando son a través de "contratos basura" con las cooperativas de trabajo, nóminas paralelas, ordenes de prestación de servicios y agencias temporales. La consecuencia distributiva es muy grave, toda vez que la participación de los trabajadores en el valor agregado de la industria disminuyó del 28% al 18% en estos 12 años, pérdida que se ha reflejado en el buen crecimiento de las utilidades empresariales.

El presidente de la Andi ha tratado de contradecir estas conclusiones, que dejan muy mal parado a su gremio, afirmando que no coinciden con la realidad del país, que muestra una caída en la cifra de desempleo y un aumento de las afiliaciones a la seguridad social. Sin embargo, las cifras son tozudas y, aunque en el conjunto de la economía la pérdida del empleo del anterior director del Dane haya permitido reducir la tasa de desempleo nacional, hay otros indicadores, como los del Banco de la República, que muestran que desde la gran recesión de 1999 hasta junio del presente año la producción industrial aumentó un 48% mientras que el empleo en este sector se redujo en un 0,6%.

Ahora que está de moda hablar de la responsabilidad social y mostrar los aportes de las empresas a la comunidad, es bueno recordar que la caridad empieza por casa y que la primera responsabilidad de las empresas es generar empleo y de buena calidad.