POR UN VALLE INCLUYENTE Y PACIFICO

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

Si algo ha caracterizado a la mayoría de las campañas para elegir a los próximos alcaldes y gobernadores ha sido la pobreza del debate sobre propuestas políticas y programas de gobierno. Lo que se ha dado en su lugar son confrontaciones personalistas, competencias de imagen y, en algunos casos, ríos de dinero de origen desconocido destinados a contar con el apoyo de ciertos medios de comunicación o directamente a la compra de votos.

En medio de este desierto de ideas y propuestas sobresale como un oasis de esperanza política la iniciativa que adelanta en el Valle del Cauca el Informe de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en ese departamento. Los IDH, de los cuales se han realizado más de 500 en 130 países del mundo y 4 en Colombia, no son solamente un diagnóstico o estudio teórico del estado del desarrollo social en territorio sino todo un proceso colectivo de análisis, diseño de estrategias y construcción de propuestas frente a una problemática específica del desarrollo humano. El objetivo final es que las personas puedan tener más vida y de mejor calidad;, para lo cual se trata de construir caminos para ampliar la democracia, hacer sostenible el desarrollo, reducir la inequidad y eliminar la pobreza.

En esta perspectiva se están realizando tres IDH regionales en Colombia: en la zona Caribe, en Bogotá y en el Valle del Cauca. Este último tiene como su eje temático el problema de la inequidad y la exclusión social y su objetivo es convocar a todos los actores públicos y privados de le vid del departamento para formular propuestas de políticas públicas y acciones ciudadanas que permitan avanzar hacia la meta de construir un Valle del Cauca incluyente y pacífico, es decir "una casa donde quepamos todas y todos con dignidad".

El aspecto más novedoso y original del IDH para el Valle es que su equipo, dirigido por Gustavo de Roux, decidió involucrar en el proceso a los candidatos a la Gobernación y a las Alcaldías de los municipios del departamento. Para ello ha elaborado un diagnóstico sucinto de los principales factores que generan exclusión en cada uno de estos sitios, unas propuestas de políticas para superarlas y, sobre todo, una lista de indicadores medibles y verificables que permitan evaluar dentro de cuatro años los avances realizados en la administración del mandatario local.

Los indicadores aplican a la realidad particular de cada municipio las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que Colombia como país se comprometió a alcanzar en el 2015, incluyendo aspectos tales como la reducción de la pobreza y la indigencia, aumentos en la cobertura en educación y salud, disminución de la mortalidad infantil o el suministro de agua potable. Pero además incluye otros temas como la lucha contra la corrupción y por el buen uso de los recursos públicos, las iniciativas de paz y solución de conflictos, programas de vivienda o los planes de recuperación de las cuencas hidrográficas.

Con esta herramienta de trabajo, ha invitado a todos los candidatos a suscribir un compromiso de trabajar, si llega a ser elegido, en la consecución de esas metas de inclusión, desarrollo humano y paz. Este compromiso implica integrar dentro del Plan de Desarrollo de su administración programas de trabajo para alcanzarlas y permitir el control social de su gestión mediante veedurías ciudadanas y la evaluación de las mismas por parte de un ente independiente.

El compromiso ya ha sido firmado por los candidatos a la Gobernación del Valle y a las Alcaldías de más de la mitad de los municipios, incluyendo los más grandes como Cali, Palmira y Buga. Ahora falta que los elegidos lo cumplan, pero el solo hecho de tener el compromiso y los instrumentos de medición de la gestión de los próximos mandatarios ya es un significativo avance en la construcción de un Valle incluyente y pacífico, y un ejemplo que debería ser imitado en otros departamentos.