¿QUÉ HACER CON EL 4 X 1.000?

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

 

Desde su creación en el gobierno de Pastrana, el Gravamen a los Movimientos Financieros (GMF), más conocido como el 4x1000, ha sido el comodín de todos los gobiernos para financiar gastos urgentes e inesperados. Primero para salvar a los bancos, después para la zona cafetera afectada por el terremoto de 1999, luego para atender el desastre las inundaciones invernales, y ahora se propone para solucionar la crisis del sector agropecuario.

El problema con la propuesta actual es que el gobierno se había comprometido a desmontar el GMF, bajándolo al 2x1000 en el 2014 y eliminarlo definitivamente en el 2018. Ahora, con el proyecto de Ley 112 de 2013, el Ministro busca posponer un año la reducción del GMF para evitar una significativa caída en los ingresos fiscales de $3 billones y utilizar esos recursos para tapar el hueco fiscal creado por las promesas de gasto público hechas para apaciguar el paro agropecuario.

Lo que se vuelve a demostrar con esta propuesta es el carácter permanente de esos impuestos que se crean como transitorios. Cuando un impuesto como el GMF genera ingresos de $6 billones y llega a representar cerca del 6% de los ingresos tributarios es muy difícil para cualquier gobierno prescindir de esa cantidad de recursos.

¿Existe alguna alternativa para disminuir las distorsiones que crea el 4x1000 en el funcionamiento del sistema de pagos en la economía sin afectar las finanzas públicas? La respuesta es afirmativa.
En la campaña presidencial del 2010 el candidato liberal Rafael Pardo, planteó una propuesta que consistía en reducir la tarifa del GMF al 1x1000 y, al mismo tiempo, eliminar todas las exenciones (tenía 19) que habían convertido el gravamen en una colcha de retazos con múltiples caminos para eludirlo. De esa manera se lograba desincentivar la evasión del tributo y la preferencia por el uso del efectivo, a la vez que se compensaba el impacto fiscal de la menor tarifa.

En la reforma tributaria del 2010 el gobierno eliminó unas pocas exenciones y fortaleció los controles, pero no redujo la tarifa. El resultado fue excelente para el fisco pues en 2 años el recaudo del GMF aumentó 70%, pasando de $3,2 a $5,5 billones, pero se mantuvieron muchas exenciones y se perdió la oportunidad de tener una tarifa más baja que produjera menos distorsiones. Además, en la reforma tributaria del 2012 se crearon 8 nuevas exenciones al gravamen.

Sin tener dotes de profeta se puede pronosticar que el próximo año habrá nuevas urgencias que impondrán la necesidad de seguir posponiendo el desmonte del GMF. Entonces es mejor ser realistas, aceptar que es un impuesto de carácter permanente del cual ningún gobierno podrá prescindir y volver a la propuesta de Pardo de bajar la tarifa y eliminar las exenciones.

Entre las actividades que no pagan el 4x1000 se destacan las transacciones en el mercado cambiario, es decir la compra y venta de divisas, pero solo las que hacen los intermediarios financieros porque cuando un particular compra dólares sí tiene que pagar el GMF. Su volumen es impresionante pues llegan a unos US$ 600 billones en el año, es decir que si pagaran el 2x1000 el gobierno recaudaría US$ 1.200 millones.

Si se elimina esta excepción, el gobierno podría mantener su promesa de bajar la tarifa al 2x1000 con un costo fiscal muy bajo, y si elimina una parte de las otras 26 exenciones puede inclusive bajarla al 1x1000, con lo cual se tendría un GMF con muy bajos efectos negativos sobre la economía.

27 de octubre de 2013.