DIME CON QUIÉN ANDAS…

POR MAURICIO CABRERA GALVIS


L
a acusación y captura por lavado de activos y vínculos con narcotraficantes del general Flavio Buitrago, jefe de seguridad del expresidente que se preciaba de conocer hasta el mínimo detalle todo el funcionamiento de su gobierno, puede verse como un hecho aislado, una manzana podrida en la impoluta casa de Nariño, por el contrario, como un eslabón más de una cadena de hechos interconectados.

Para resolver esta cuestión se requiere responder una simple pregunta: ¿Qué tiene en común el general Buitrago con los personajes que se nombran a continuación?:

General Mauricio Santoyo, también jefe de seguridad del expresidente, condenado en Estados Unidos a 13 años de cárcel por ser culpable de colaboración con el narcotráfico y en Colombia por chuzadas a defensores de derechos humanos.

Generales Ritos Alejo del Río y Mario Montoya, investigados por nexos con paramilitares en masacres perpetradas en Urabá y Medellín; el segundo debió renunciar a la embajada en República Dominicana.

Jorge Noguera, Andrés Peñate y María del Pilar Hurtado, "buenos muchachos" y directores del DAS, el primero condenado por asesinato y vínculos con paramilitares, los otros dos investigados por las chuzadas a la Corte Suprema y la última prófuga de la Justicia.

Los ministros Sabas Pretelt y Diego Palacio, y el Superintendente de Notariado Manuel Cuello Baute, juzgados por el comprobado cohecho de la compra de votos para la reelección del expresidente de marras, y el último de ellos ya confeso y condenado.

Los embajadores Luis Guillermo Giraldo (en México), Salvador Arana (en Chile), Luis Camilo Osorio (en México) y Juan José Chaux (en República Dominicana), los dos primeros ya condenados, por fraude en el referendo reeleccionista y asesinato respectivamente, y los otros dos investigados por vínculos con el paramilitarismo.

Los consejeros presidenciales Luis Carlos Restrepo y José Obdulio Gaviria, el primero prófugo de la Justicia que lo investiga por la falsa desmovilización de guerrilleros y el segundo bien conocido de autos.

Carlos Albornoz, Juan Carlos Vives y Omar Figueroa, acusados de poner la Dirección Nacional de Estupefacientes al servicio de testaferros del narcotráfico y de corruptos políticos conservadores.

El ministro Andrés Felipe Arias y el director del Incoder Rodolfo Campo, acusados y en juicio por irregularidades en el conocido caso de Agro Ingreso Seguro.

El primer primo, Mario Uribe Escobar, las congresistas Rocío Arias y Eleanora Pinedo, junto con los otros 30 parlamentarios condenados por alianzas con los paramilitares para conseguir votos para su propia elección y la campaña presidencial.

El rasgo común de todos los nombrados, y muchos otros que no caben en este breve espacio además de tener cuentas pendientes con la Justicia, es que todos fueron funcionarios o cercanos colaboradores del expresidente que compró su reelección. El los seleccionó y nombró como funcionarios, o buscó y aceptó su apoyo ("que voten por mis proyectos antes que los metan a la cárcel).

Nadie es responsable de los actos de sus familiares, y al expresidente no se le pueden endilgar las culpas de su hermano acusado de paramilitar, o de su cuñada y su sobrina condenadas en Estados Unidos por ser narcotraficantes. Pero un líder o un gerente si es responsable por la gente que escoge para ser sus colaboradores.

Dime a quién nombras y te diré quién eres, se puede decir parafraseando a la sabiduría popular. No es casualidad que el expresidente hubiera nombrado a tantos delincuentes, o que varios de ellos, personas correctas y sin antecedentes, hubieran llegado a delinquir por trabajar para el expresidente. ¡Es la consecuencia de gobernar bajo el principio del "todo vale"!

6 de octubre de 2013.