CRECE EL DESEQUILIBRIO EXTERNO

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

¿A qué ave de mal agüero se le ocurre hablar de déficits externos en Colombia, en medio de una impresionante bonanza de petróleo y carbón, tanto exportaciones como inversión extranjera, que esta inundando de dólares el país y revaluando el peso? A cualquiera que mire en detalle las cifras oficiales del comercio exterior del país.

La bonanza de ingresos externos es evidente. Según el Dane, en los cinco primeros meses de este año las ventas externas del país llegaron a US$22.000 millones con un crecimiento anual del 36%. Además, hasta junio los ingresos por inversión extranjera superaban los US$7.300 millones, de los cuales el 85% fueron a petróleo y minería.

El problema grave es que los egresos están creciendo más rápido. Sólo en el mes de mayo las importaciones tuvieron un crecimiento récord del 55% con respecto al mismo mes del año pasado, como consecuencia de la revaluación y la rebaja unilateral de aranceles; si se miran los primeros cinco meses del año la tasa de crecimiento anual es del 41%, mientras que hace un año sólo estaban creciendo el 16%. Como resultado, está disminuyendo el confortable superávit que teníamos en nuestro comercio exterior: en el año completo se redujo de US$3.150 a US$1.380 millones.

También crecen de manera acelerada los egresos por concepto de importación de servicios, y sobre todo por los pagos de intereses de la deuda externa y las remesas de utilidades de los inversionistas extranjeros. El Ministerio de Hacienda proyecta que en el 2011 los pagos por estos dos últimos conceptos crecerán un 40% llegando a US$17.500 millones, es decir, mucho más de lo que recibirá el país por inversión extranjera.

Con esta dinámica, el Gobierno espera que el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos sea el más alto de toda la historia, creciendo 27% con respecto al año pasado y llegando a US$11.350 millones, que equivalen a 3.4% del PIB. Un desequilibrio externo de estas magnitudes hace muy vulnerable a cualquier país, porque los ingresos de capitales que hoy sirven para financiarlo, mañana pueden disminuir o desaparecer, con lo cual el país se vería arrojado a una profunda crisis. Ya nos sucedió en Colombia a principios de los años 80 y a finales de los años 90 del siglo pasado, y también les ha sucedido a muchos otros países.

El problema es más complejo y el riesgo más grande si se analiza la composición de los ingresos externos que están generando la mencionada bonanza. En efecto, el buen comportamiento de las exportaciones obedeció a un crecimiento de 53% en el valor de las exportaciones de hidrocarburos, minerales y café, debido sobre todo al aumento de los precios internacionales de estos productos, puesto que la cantidad exportada sólo creció el 6% en volumen. Una destorcida de los precios nos dejaría con un déficit mucho más grande, y esta es una posibilidad muy real si se agrava la crisis europea o Estados Unidos no soluciona su problema de deuda.

Por el contrario, hay que señalar el pésimo comportamiento de las exportaciones no tradicionales (sin contar oro ni piedras preciosas) que en los últimos doce meses disminuyeron 1%, con tendencia a empeorar pues en el mes de mayo cayeron 4%.
A las que peor les va son a las exportaciones industriales que en ese mes disminuyeron 19%, y en particular a las manufacturas de alta tecnología, cuyas ventas al exterior cayeron 54% en mayo. Hoy en día las ventas de productos industrializados tan sólo representan el 12% de las exportaciones totales del país.

¿Alguien duda todavía que estamos en un acelerado proceso de desindustrialización? ¿Queda alguna duda de que ésta es una de las causas del desempleo en Colombia?

Julio 17 de 2011.