TRAQUETIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

Un secreto a voces, del que todo el mundo habla en privado pero pocas veces se reconoce en público y mucho menos en las declaraciones oficiales, es el continuo crecimiento de las actividades ligadas al narcotráfico y su significativo aporte al buen desempeño de la economía, medido por indicadores como el crecimiento del PIB. Pero aunque en el debate público se trate de soslayar esta realidad, de vez en cuando aparecen noticias y cifras que la ponen de presente.

El Gobierno tiene buenas razones para tratar de bajarle el tono a la discusión de estos dos asuntos espinosos. El incremento de la producción de hoja de coca es la demostración palpable del fracaso de la estrategia empleada para combatir el narcotráfico, y del desperdicio de los millones de dólares gastados en fumigaciones para disminuir el área cultivada, sin contar los costos en vidas humanas y destrucción ecológica que ha implicado esa fallida estrategia. En cuanto al impacto del narcotráfico en la economía, es claro que reconocerlo significaría aceptar que la recuperación del crecimiento del PIB no es tan atribuible a las políticas oficiales, sino que es cierta la 'traquetización' de la economía de la que se viene hablando desde hace meses.

Pero los hechos son tozudos y siguen apareciendo evidencias que cuestionan esos mundos idealizados. Hace dos semanas, por ejemplo, la revista Cambio publicó un inquietante reporte sobre los estimativos de la producción de cocaína en Colombia realizados por la Subdirección Estratégica y de Investigaciones de la DNE. Según el estudio de la entidad oficial, en Colombia se producen anualmente 776 toneladas métricas de cocaína: este cálculo representa un significativo incremento respecto de anteriores estimativos como el de la Policía Nacional o la DEA que eran inferiores a las 500 toneladas.

La revista dice que frente a esta revelación el vicepresidente Santos reaccionó sorprendido e indignado: "Desde hace mucho tiempo las cifras sobre el rendimiento de cultivos ilícitos estaban equivocadas. Es increíble que nadie se haya dado cuenta de que en Colombia se produce mucha más cocaína de la que hablan los informes"; pero más sorprendente es el silencio de los demás medios de comunicación que no dieron ninguna resonancia ni divulgación al estudio de la DNE.

Pasando a las cifras del PIB, hubo gran euforia en los medios oficiales y gremiales cuando el Dane anunció que en el primer trimestre de este año la tasa de crecimiento había sido de 5,23% anual. No hay duda que es un buen resultado, pero el examen detallado de estas plantea preguntas sobre el origen de esta mejoría.

Cuando se descompone el resultado global por sectores, se encuentra el crecimiento de la economía legal en ese período, que en la jerga de los economistas se denomina "Valor agregado sin cultivos ilícitos", fue de 4,8%, mientras que el crecimiento de los cultivos ilícitos, según lo calcula Javier Fernández con base en las cifras del Dane, fue de 7,3%. En términos simples, estas cifras quieren decir que la producción de la materia prima del negocio del narcotráfico creció 2,5 puntos porcentuales por encima de las actividades legales.

Más preocupante todavía es el hecho de que la agricultura legal tan solo creció 0,4% en el mismo período, y eso que todavía no se han empezado a sentir los efectos nocivos del TLC sobre este sector. Es un hecho que no debería sorprender a los teóricos del libre comercio, pues con la gran revaluación del dólar de los últimos tres años, la mayoría de los cultivos legales han perdido competitividad en los mercados internacionales, mientras que la producción de hoja de coca tiene unos márgenes tan grandes que no se afectan por la tasa de cambio.

Las cifras del Dane son la confirmación oficial de otros indicios que se tenían del aumento del aporte de las actividades del narcotráfico a la recuperación económica, tales como la entrada al país de más de tres mil millones de dólares en efectivo el año pasado, o el auge de la construcción en las zonas del país donde es mayor la presencia de narcotraficantes, o las declaraciones del Fiscal Mario Iguarán sobre el lavado de activos que, según sus estimativos, superó los diez mil millones de dólares en un año, Ahora que queda zanjada esa discusión, debe empezar a debatirse como desnarcotizar la economía.