SOBRE
GOBERNABILIDAD, EQUIDAD Y GLOBALIZACIÓN Palabras del ex presidente Enesto Samper Pizano en la instalación del II ENCUENTRO DE EXPRESIDENTES LATINOAMERICANOS, Santiago de Chile, 22 de Abril del año 2002. Por Ernesto Samper Pizano |
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Hace un año nos reunimos en la mágica ciudad de Cartagena de Indias para hablar sobre las relaciones entre gobernabilidad y globalización; hoy nos reencontramos en la paradigmática ciudad de Santiago de Chile para examinar las vinculaciones entre equidad y globalización. No se trata de una relación de causalidad menor. Los conflictos de equidad en esta región, la peor repartida del mundo, están afectando seriamente sus posibilidades de gobernabilidad como lo prueban los recientes estallidos sociales en Venezuela, Ecuador, Brasil y Colombia; sin gobernabilidad no habrá globalización. Como clase media del mundo que somos, los latinoamericanos nos gastamos lo que tenemos en aparentar tener todo lo que nos hace falta. Lo único más grave que la condición estructural de nuestra pobreza es el proceso de empobrecimiento que sufrimos desde hace dos décadas como consecuencia de las políticas de ajuste de los años ochentas, que nos costaron cincuenta y dos millones de nuevos pobres, y de los costos sociales de aplicar un modelo de desarrollo seriamente cuestionado hoy por su incapacidad para solucionar el problema del desempleo, esa "epidemia del siglo XXI" de que habla la revista The Economist. Es cierto que la región ha conseguido importantes logros, consistentes con su comportamiento demográfico, en campos como el de la mortalidad infantil, el analfabetismo o la provisión de algunos servicios públicos; paradójicamente, los significativos avances conseguidos en materia de educación, sumados a una mayor informatización, han creado en las nuevas generaciones una conciencia de desigualdad relativa -ese túnel de las expectativas de que habla Hirschman- que se ha traducido en un implacable cuestionamiento de los sistemas políticos por su incapacidad para solucionar graves problemas sociales como el desempleo, la seguridad o la corrupción. En medio de la crisis de la democracia representativa ha surgido,
para reemplazar a los viejos líderes, toda una fronda de agitadores
mediáticos, dirigentes antipolíticos, narcisistas ideológicos
y falsos mesías que prometen inalcanzables paraísos
que se están convirtiendo en la puerta de entrada de soluciones
autoritarias o populistas contrarias a la revolución multipartidistay
democrática que supondría la globalización. La agenda social latinoamericana del siglo XXI tiene tres grandes objetivos por delante: enfrentar los fenómenos sociales más significativos como la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, el envejecimiento de la población y la informalización de sus mercados laborales. Identificar un nuevo paradigma productivo que le permita crecer al 6% anual y superar la cifra del 15% del PIB en inversión social, metas necesarias para romper el círculo vicioso de desigualdad y subdesarrollo. Y construir las bases de una nueva institucionalidad social que, alejada de las viejas concepciones elitistas o coloniales que dejaban en las manos del Estado o de la Iglesia las responsabilidades sociales, asuma que "lo público" ya no es solamente lo que hace el Estado, sino lo que tiene que ver con el bien común al cual pueden concurrir, a través de acciones y políticas públicas, tanto el sector público como el sector privado. La necesidad de definir un nuevo paradigma productivo, como lo señala la Agenda Global de Cartagena, nos remite al complejo tema de la competitividad, que abordaremos en México el año entrante en nuestro III Encuentro. El valor que atribuimos a la estabilidad macroeconómica, la importancia de la tecnología y la infraestructura en el desarrollo, el componente nacional del mercado al cual alude Roderik, la forma de canalizar recursos del ahorro doméstico o fondos externos no especulativos para financiarlo y la aplicación de un regionalismo abierto para abordar el complejo desafío de la integración hemisférica, entre otros puntos, deben ayudarnos a encontrar nuestro rumbo caminando siempre, como dice el Presidente Sarney, con nuestros propios pies. Estimados colegas: los procesos sociales latinoamericanos de hoy, como bien lo señala la CEPAL, se caracterizan por la incapacidad de los Estados para producir bienes públicos y la dificultad de los ciudadanos para reclamarlos. Estas circunstancias han dado la razón a quienes abogan por las soluciones exclusivas de mercado, descalificando, por ineficientes, las intervenciones estatales. La nueva institucionalidad social que proponemos permitirá la acumulación de un mayor capital social, entendido como el conjunto de relaciones sociales que resultan de la ejecución de políticas de compensación, de integración y de inversión que apuntan a la creación de un nuevo tejido social. Políticas de compensación a traves de redes de protección y focalización; políticas de integración para superar las condiciones de exclusión mediante proyectos de participación y organización ciudadanas y políticas de inversión, como las que plantea, para mejorar el recurso humano, el documento de la Organización de Estados Iberoamericanos sobre "Educación y Globalización" que será presentado en el desarrollo de este Encuentro. Los latinoamericanos - lo dice Carlos Fuentes - nos la hemos pasado
construyendo paredes; paredes para defendernos de las fieras, paredes
para separar a los indígenas de los conquistadores y diferenciar
nuestros cultos construyendo iglesias y templos. Construimos paredes
que segregaron a pobres y ricos. Ahora tenemos que edificar las paredes
electrónicas invisibles de la globalización, que preserven
nuestras raíces sin aislarnos del mundo y la red que lo interconecta. Ex presidente de la República de Colombia. Presidente honorario de CORPORACIÓN ESCENARIOS. |
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