Ante tantos hechos dignos de mención
en el tránsito de 2006 a 2007, toca apelar a la brevedad para
no dejar pasar algunos de ellos sin comentarlos.
El primero, seguramente el más importante en los tiempos del
mercado único global -para que apenas puedan operar con éxito
las trasnacionales-, es el fracaso de Estados Unidos en el Medio Oriente.
Y no solo fracasa por la previsible derrota de sus invasiones a Irak
y Afganistán y por pasajes tan vergonzosos como los de Guantánamo,
Abu Grabi y la ejecución de Hussein, sino por algo peor. Los
viejos imperios sojuzgaron a sus colonias a sangre y fuego, y el sistema
les funcionó durante siglos. Pero como causa y efecto de las
revoluciones de independencia de América, Asia y África,
el colonialismo se hizo intolerable para los pueblos, por lo que las
metrópolis debieron cambiarlo por el neocolonialismo, sistema
igual de rapaz y que cuando opera bien no debe emplear la ocupación
militar, sino mantener la ficción de las independencias nacionales
y presentar la exacción como "ayuda". Luego el peor
fiasco de un imperialismo en el siglo XXI es tener que emplear métodos
coloniales, pues fracasa en el objetivo de ocultar su auténtica
naturaleza, garlito fundamental en su arte de dominar.
Uno de los signos de descomposición de las sociedades es que
toleran hechos que antes no toleraban o que son intolerables en otros
países, situación que permite presentar la desfachatez
como franqueza. Entre los muchos casos de estos que podrían
mencionarse en el uribiato, resalta que Jorge Humberto Botero, el
responsable de negociar por Colombia el TLC, Tratado que incluso resultó
ser el peor de su tipo en América, haya salido de su Ministerio
para Washington como empleado del Banco Mundial, institución
que controla el gobierno norteamericano y que impone el "libre
comercio" en el mundo. Y hace meses disfruta de la misma ciudad
Santiago Montenegro, quien dejó a Planeación Nacional
para emplearse en el BID, banco bajo el control absoluto de la Casa
Blanca y que preside Luis Alberto Moreno, también premiado
con ese puesto luego de ser embajador de Colombia en Estados Unidos.
Las preguntas son obvias: ¿alcanzaron esos cargos por representar
los intereses de Colombia o los de Estados Unidos? ¿O van a
decir que los intereses de los dos países son idénticos?
En el colmo de la concepción plutocrática que caracteriza
al uribismo, el gobierno acaba de aprobar que los créditos
bancarios al consumo y a los pequeños y medianos negociantes
podrán incrementarse, sin caer en usura, del 22,61 al 31,02
y el 32,09 por ciento, un aumento del 37,2 por ciento, en tanto las
tasas máximas de interés a los monopolios y las trasnacionales
disminuirán del 22,61 al 16,61 por ciento, un descenso del
26,5 por ciento. ¡Y hay que oír a la alta burocracia
exigiendo los agradecimientos de los débiles que van a ser
todavía más esquilmados por un sistema financiero que
el año pasado obtuvo utilidades por encima de cuatro billones
de pesos! El reino del descaro. Con el mismo que se justificó
la reforma tributaria que les bajó los impuestos a los magnates
del mundo -porque estos ya son dueños de casi todo lo que vale
en Colombia- y se los elevó a los colombianos rasos, incluidos
los indigentes.
¿Cuánto tiempo pasará antes que el Presidente
Uribe Vélez les dé alguna explicación política
a los colombianos de por qué, faltando datos de muchos municipios,
medio centenar de importantes jefes políticos suyos están
presos, prófugos, sindicados o señalados por sus relaciones
con el paramilitarismo? Su silencio, ¡que ya es de meses!, no
prueba que su deber sea callar. Simplemente, muestra que puede darse
el lujo de hacerlo, porque se aprovecha, una vez más, del ambiente
de descomposición en el que naufraga la sociedad colombiana.