COLOMBIA SÍ TIENE ARREGLO
Jorge Enrique Robledo Castillo
robledoje@senado.gov.co

Nuestra querida Colombia está mal, extremadamente mal. Y empeorando, que es lo más grave. No puede estar bien un país en el que el desempleo más el rebusque acosan al 70% de las personas en edad de trabajar y donde la pobreza que reconoce el gobierno tortura a la mitad de la población. O donde un desarrollo industrial y agropecuario mediocre viene en franco retroceso y el producto per cápita dista mucho del de los países desarrollados. O donde la gente se muere de males que se pueden curar y el sistema educativo excluye a millones de jóvenes inteligentes y estudiosos, impide la educación de calidad y castra el progreso científico. O donde tras veinte años de "libre comercio", los gobernantes insisten en profundizar unas políticas que destruyen el aparato productivo, concentran hasta el escándalo la riqueza e imposibilitan darle al pueblo una existencia decente.

Tampoco puede estar bien un país que produce horrores como la parapolítica, la persecución presidencial a la Corte Suprema de Justicia, la Casa de Nari, los "falsos positivos", las andanzas del DAS y las bases norteamericanas, donde pulula la corrupción pública y privada y no terminan las violencias que nos azotan desde hace tanto tiempo.

Tiene que estar muy mal, extremadamente confuso, un país donde casi triunfa la reelección de un Presidente que agravó y provocó estos horrores y podría terminar reelegido en cuerpo ajeno. O donde los negocios de los hijos de Álvaro Uribe no pusieron a tambalear al gobierno, el ministro de Justicia conservó su cargo no obstante el caso de su hermano y Andrés Felipe Arias puede ser precandidato presidencial del Partido Conservador. ¿En qué otra parte la ciudadanía toleraría hechos como estos?

Y cuando estas verdades se plantean, no es extraño que el interlocutor reconozca que las cosas están muy mal y con tendencia a empeorar, pero que agregue: "Lo que pasa es que Colombia no tiene arreglo, así ha sido siempre, esto no lo arregla nadie", ideas que nacen de quienes no quieren que nada cambie porque a ellos les va muy bien, pero porque no parecen colombianos, pues lograron separar su suerte de la de la nación y les importa un pepino la suerte de sus compatriotas.

Afortunadamente, también crece el número de quienes pensamos que Colombia sí tiene arreglo, sí puede salir adelante, sí puede ser la patria amable con la que tantos soñamos, donde los buenos empleos y los mejores ingresos, la salud y la educación decentes, la pulcritud en el manejo de los asuntos públicos y privados, la paz y la democracia auténticas alcancen, por lo menos, los niveles logrados en los países donde estos bienes no son tan excepcionales como aquí.

Que Colombia sí puede salir adelante lo prueban su gran territorio pletórico de riquezas y un pueblo inteligente, creativo y trabajador como el que más, famoso en el mundo por estas virtudes. El país empezará a salir adelante el día en que unamos las riquezas de nuestro territorio con las manos y la inteligencia de los colombianos, a partir de defender la producción industrial y agropecuaria, las mejores condiciones de trabajo, las concepciones democráticas y la soberanía nacional. Igualmente prueba que sí podemos evolucionar positivamente la estruendosa derrota del proyecto reeleccionista, engendro calculado para convertir a Colombia en una satrapía al servicio de intereses distintos a los nacionales.

La meta es poner en la dirección del Estado a quienes estemos por un proyecto de progreso para toda la nación y no para unos cuantos, por un país que cree mucha más riqueza que la que ahora crea y que la distribuya con criterios democráticos y no plutocráticos. Bienvenidos a este proyecto los indígenas, campesinos y trabajadores, las capas medias de todos los sectores y el empresariado. Bienvenidos todos los que reconocen que Colombia está muy mal, pero que sí tiene arreglo y quieren que cambie positivamente.

Coletilla: Cómo será de malo el TLC con la Unión Europea que la SAC y Fedegán protestaron contra su capítulo agrario, y en especial contra el acuerdo lechero. ¿Quién convence a Álvaro Uribe de que se quede quietecito y no haga más daños hasta el 7 de agosto?

Bogotá, 5 de marzo de 2010.