¿DE DÓNDE NACE LA POLARIZACIÓN?


Por Juan Manuel López Caballero

¿Cómo se puede llegar a visiones tan diferentes, a una polarización tan grande, respecto a lo que ha significado el Gobierno actual, y, cómo a pesar de lo que empieza a aparecer como cuestionamientos a sus respaldos, a sus políticas y a los resultados de su gestión, puede mantener los altos niveles de popularidad el Presidente?

La respuesta probablemente está en que no depende de la forma en que son afectados los intereses de cada individuo sino en la forma en que lo percibe, la cual depende de la cantidad de información y la capacidad de análisis que cada cual tiene.

Si se asume que una medida es simplemente el nombre que se le da, nunca habría medidas malas o cuestionables. La razón principal para explicar lo sorprendente del respaldo que parece tener el Presidente Uribe podría ser justamente la capacidad de aislar el nombre de sus políticas o de sus propuestas del contenido que tienen.

Eso también explicaría lo acérrimo de la oposición, en cuanto a que, si se analiza a profundidad este tema, es decir, si respecto a políticas que se aplican, a propuestas que se presentan, o a medidas que se toman, se evalúa y analiza no solo el nombre que se les asigna sino el objetivo de las mismas, su contexto, los efectos o consecuencias que produce y las condiciones o requisitos que requiere que la acompañen, entonces la visión puede ser muy diferente.

Es el caso de la "Seguridad Democrática". Aún sin saber en que consiste tal política, lo claro es que el objetivo de fondo es recuperar un sistema cuasi feudal que se caracterizó justamente porque no ofrecía la seguridad y la democracia que exige cualquier sociedad y espera cualquier ciudadano hoy en día. Los problemas de delincuencia o de insurgencia política no nacen de la naturaleza perversa de los miles de colombianos que toman esa ruta sino son producto de un sistema o un modelo que al lado de otros aspectos que pueden ser benéficos genera esos fenómenos sociales. Hay una necesidad de actualización del país y de sus instituciones que es rechazada por quienes verían perdidos parte de sus privilegios y naturalmente están en contra de cambios en ese sentido; democratizar el poder o la propiedad va en
detrimento de quienes hasta ahora los han tenido, y dar las seguridades de salud, de educación, de empleo, y otras a las cuales la población en general debiera acceder, tiene un costo que en buena parte debe ser cargado a quienes hoy gozan de excedentes y son indiferentes a esas deficiencias del resto del mundo que los rodea. Esto establece una confrontación con quienes propenderían por el tipo de seguridad democrática que traerían esas reformas al sistema, confrontación tanto entre los que lo hacen por la vía violenta e ilegal como entre quienes lo buscan por medios pacíficos y consensuales.

Los beneficiarios de la actual "seguridad democrática" son quienes habían sido objeto de ataques por quienes descontentos con la situación que viven tomaron la vía de las armas y de la ilegalidad, bien sea por razones políticas -por considerar que debíamos cambiar de sistema-, o bien sea por situaciones individuales -porque para sobrevivir les tocó apelar a la delincuencia-.

Y la respuesta de los afectados acabó siendo por la misma vía: el paramilitarismo fue la forma que tomó la respuesta de aquellos que, víctimas de los métodos violentos e ilegales, acudieron unos a aceptar y otros a apoyar el uso de los mismos métodos para defender su propia propuesta política y ganaron e impusieron su poder y con ellos subió el nuevo gobierno.

Por eso al debate sobre si es defendible un modelo político que busca defender los privilegios de unos pocos y desconocer las necesidades de grandes mayorías, se suma la forma en que este triunfó.

Y por eso la ley llamada "de Justicia y Paz" al igual que la "seguridad democrática"-y como desarrollo de ella- también debe ser comparada con su contenido.

Para comenzar Paz solo supone pactarse entre contendores; el paramilitarismo nunca estuvo enfrentado al Estado y menos a quienes accedieron al poder con este gobierno; por el contrario, como lo han revelado las investigaciones, lo que había era un afinidad manifiesta y activa. Y esto no solo en el campo de los políticos como se plantea con gran escándalo, sino, con buena parte de las Fuerzas Armadas según lo han probado también las sentencias de todas las demandas ante la Corte Interamericana contra el Estado Colombiano (el Aro, Ituango, Chengue, Mapiripan, San José de Apartadó y hay 18 más pendientes). E igualmente con los sectores poderosos empresariales incluyendo las trasnacionales como lo hemos visto con Chiquita y tantas que vendrán. Esta modalidad de "Paz" solo tiene efecto sobre los paramilitares a
quienes, como resultado del éxito obtenido en su accionar de guerra y la consolidación de su política en el Gobierno, les ha permitido poder
retirarse en condiciones altamente favorables, tanto los cabecillas cuasiindultados por sus delitos, como las tropas beneficiados de toda clase de ayudas estatales que no reciben quienes en circunstancias económicas y sociales similares no optaron por la violencia y la barbarie para encontrar soluciones de vida.

Y algo similar sucede con la palabra "Justicia". Para cualquier analista es evidente que nunca fue el propósito de la famosa ley que se cumplieran los objetivos de "verdad, justicia, y reparación"; como objetivo, el único fue el de encontrar un camino para que los paramilitares resolvieran su situación delictiva; la protesta interna y externa contra esto hizo que se anexaran como algo accidental los otros temas, pero nunca han sido la razón de ser del proceso, y solo se les ha dado una importancia mínima y aparente para así legitimar ese único y verdadero propósito.

Pero la oposición no solo ve objetivos cuestionables y métodos inaceptables; como se mencionó, también es de tener en cuenta las consecuencias y los requisitos que acompañaron y acompañan la implementación de esas políticas: es indignante que haya 2 millones de desplazados en el cuatrenio; como lo es la indiferencia no solo ante los que bajo esas políticas se han producido sino ante el millón ochocientos mil más que existían desde antes y a los cuales ni siquiera se pensó en atender. Y no puede ser satisfactorio que durante este periodo otros dos millones de compatriotas hayan tenido que buscar futuro fuera del país, ni que no haya ninguna política para el total de 4.5 millones que ya han acudido a esta solución.

Y, como esta política no se podría adelantar autónomamente, también es de rechazar que hayamos caído en la estrategia de obedecer las directrices de la política americana (incluyendo la de sus intereses comerciales -TLC- o la guerra antidrogas), o, peor aún, el absurdo de haber llegado al punto de declararle la guerra a Irak o de enfrentarse con todos los vecinos y aislarnos de quienes comparten historia, presente e inevitablemente futuro con nosotros, para "hacer meritos" porque así se ganaba el premio de ser "amigo" de Bush.

La polarización y la oposición no solo nacen de la ambición política -que por supuesto mueve a varios-: es que el manejo de la imagen y culto de la personalidad puede ocultar mucho, pero detrás de ello siempre es que hay algo más que calificar.