¿AUTORITARIO O TOTALITARIO?


Por Juan Manuel López Caballero

La posesión y las declaraciones del Presidente Chávez motivaron toda clase de "análisis" sobre su carácter, sus intenciones, sus estrategias, etc., y en particular su comparación con Fidel Castro.

Posiblemente el parecido también podría ser con Perón y su Argentina, en la medida que ese "dictador" también contó con el respaldo de las masas porque para cambiar la estructura social de su país utilizó sin restricción alguna lo que llamó "los lingotes de oro con los que uno se tropieza en las arcas del Banco Central" (o sea, en su caso, los multimillones de divisas que le generó la exportación de carne y trigo a la Europa hambreada e improductiva del final de la segunda guerra mundial).

Si medio siglo después de su muerte su partido sigue gobernando es porque, pese a crisis y fallas en el manejo económico, reestructuró las relaciones sociales dando participación al ciudadano no solo en los recursos del país sino también en las decisiones políticas.

Sin embargo la tendencia es a entender a Chávez y las reacciones que produce bajo la perspectiva o clasificación que desarrolló Jeanne Kirkpatrick cuando era la embajadora de Estados Unidos ante la ONU en un documento de guía interno destinado a explicar el trato diferencial que daba su país a los gobernantes de otros países.

El punto es distinguir no en base a la forma de acceso al poder o de gobierno sino a si sigue los lineamientos del Gobierno de Washington, y, si es un mandatario autocrático, cuándo se le considera simplemente autoritario, o cuándo debe tratarse como un régimen "totalitario".

En el primer caso existiría una situación de motivación personal, cuyo objetivo sería acumular poder, o fortuna, o ejercer venganza, o cualquier propósito por el cual estuviera dispuesto a renunciar a los objetivos políticos abstractos.

Serían gobiernos y dirigentes de naturaleza racional y en consecuencia con seres pragmáticos, dispuestos a negociar y transar para alcanzar esa satisfacción personal que los mueve. En otras palabras sus acciones políticas son instrumento para lograr otros fines, y como eso mismo describe su forma de actuar, son susceptibles de ser "trabajados" con la zanahoria y el garrote, (especialmente con lo primero).

Los segundos en cambio sí tendrían objetivos esencialmente políticos y por lo tanto normalmente con grandes compromisos tanto subjetivos o sea, -ante sí mismos-, como objetivos con quienes comparten la ideología y la organización que los llevó al poder.

.Este tipo de líderes caen en el idealismo y eventualmente en el fundamentalismo, de tal manera que siguen sus propósitos sin importar las consecuencias que produzcan, en particular sin medir lo que significa un enfrentamiento o distanciamiento de la visión del mundo americano; estos no son transables o negociables y por el contrario tienen la horrible tendencia a cumplir sus promesas y a desarrollar sus planteamientos, en consecuencia ante ellos no hay alternativa diferente de acabarlos.

Bajo esta categorización se comprende bastante bien la opinión sobre Chávez, pues aunque sus opositores consideren que es "demagogia" o "populismo" lo que está haciendo, lo cierto es que buena o mala sí adelanta una revolución que sin lugar a dudas respaldan los hasta ahora excluidos, y que su modelo es contrario al americano y a los intereses de quienes quisieran que ese siguiera prevaleciendo.