EFECTOS DE LA FIRMA DEL SEGUNDO PUNTO
Por Juan Manuel López Caballero


Se ha mencionado, discutido y debatido el vínculo entre el proceso electoral y la posible firma de los acuerdos con las FARC. La suscripción de un documento para cerrar el segundo punto parece ser aceptado como el paso determinante o de 'no retorno' respecto a lo último. Vale la pena ver como incide respecto a lo primero.

Ante todo, casi ya nadie duda que Santos irá por su reelección. La idea -por muchos compartida- de que renunciar a ello acabaría con el argumento de que se politiza el tema de la paz (como si no lo estuviera ya lo suficiente), se da trasparencia a las elecciones y garantiza a Santos su paso a la historia, ya no se confronta con el escepticismo respecto a los resultados sino con el optimismo que ahora toma fuerza.

En este escenario es difícil pensar que el Presidente no capitalice la nueva situación tanto para su propio beneficio como para dar impulso al proceso como abanderado de él. Sobre todo el retirarse implicaría que su sucesor (hasta ahora único posible) pasaría a ser Vargas Lleras quien competiría con el candidato uribista, pero no solo en cuanto al cargo mismo sino también en cuanto a la idea y la propuesta de que a la guerrilla toca es acabarla y no negociar con ella. Así, en lo que se refiere a Juan Manuel Santos, el paso dado parece eliminar alternativas.

La posición del uribismo -o lo que es casi lo mismo, de Uribe- se debilita bastante, justamente porque varios de quienes simpatizaban por compartir su radicalismo y no necesariamente por admiración a él, hoy prefieren lo ya dicho de que 'es mejor una buena oportunidad de paz -que es lo que se consolidó- que la seguridad de la continuidad de la guerra'.

Paradójicamente al candidato Óscar Iván Zuluaga lo puede favorecer, por lo menos en relación a los descontentos con que se hubiera 'conejeado' a Pacho Santos; al fin y al cabo, sin que eso lo haga más conocido o le aporte votos, por lo menos permite dar más peso a su discurso de estadista que al de botafuegos pendenciero que caracterizó al otro.
Lo interesante es dónde quedan los otros candidatos -o pseudo candidatos-.

Porque si la derecha pierde fuerza, las alternativas de una tercería se quedan en principio absorbidas por las políticas y la imagen de conciliador, defensor de la paz y generador de resultados del actual mandatario. Aumentan eventualmente las posibilidades de que una candidatura de unión o una buena presentación de una propuesta de izquierda pasen a la segunda vuelta; pero, contra el abanderado de la paz y quien logró entenderse con la extrema izquierda reconociendo parte de sus reivindicaciones, pocas banderas pueden esgrimir.

El 'Partido de la U' dividido entre los seguidores de Uribe y los de Santos, desgarrado entre el fanatismo de la 'doctrina' y el atractivo de la 'mermelada', hoy pocas dudas le deben quedar. Algunos de sus miembros individualmente mantendrán su alineamiento con el 'führer' pero sería inesperado que oficialmente no proclamen como su candidato a quien a nombre de ese grupo ha gobernado.

El oficialismo neoliberal hace rato tiene claro que con la reelección gana burocracia, la continuidad de ese modelo, y la preservación de su poder dentro del Partido. El obstáculo era -y con menor peso pero sigue siéndolo- que dado su origen ilegal e ilegítimo, le era difícil el saltarse una vez más todas los estatutos y las leyes para imponer la candidatura Santos sin consulta ni confrontación con otros eventuales precandidatos. Al mismo tiempo Santos sin el nombre y la maquinaria del Partido Liberal probablemente ni siquiera aspiraría a un nuevo periodo. Ante la posibilidad de poner la Paz en entredicho -o que con motivo de mantener el cuestionamiento a los dirigentes formales del Oficialismo Liberal los verdaderos liberales puedan quedar sindicados con ese cargo- muy seguramente ese paso se dará y todas las irregularidades que esto pueda llevar serán pasadas por alto.

Dividido el Partido Conservador como ya estaba entre quienes quieren adherir a Santos y quienes prefieren un candidato propio, las opciones que les quedan tras este adelanto son o buscar su participación de 'mermelada', que poca tendrían quedando de cola en un Santismo que no necesita de ellos; o reivindicar su posición ideológica mostrando algún líder que la encarne -siendo difícil que alguien le compita a Álvaro Uribe por las mismas banderas-. La salida de presentar a Andrés Pastrana adicionaría el carácter minoritario del partido y la pobrísima imagen del exmandatario, por lo que parece imposible que éste acepte. Tan precaria es su condición de 'Partido' que hasta tienen razón Martha Lucía Ramírez y José Felix Lafaurie en pensar que a nombre de esa colectividad pueden llegar a ser candidatos a la Presidencia de la República.

Resumen: Se consolida la inexistencia de verdaderos Partidos políticos, y por sustracción de materia Santos marcha sin rivales reales hacia la reelección.

12 de noviembre de 2013.